«Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad», de Miguel Álvarez Cobelas
La heterogeneidad del científico de andar por casa
¿Cómo viven el día a día los hombres y las mujeres que se dedican a la ciencia? ¿Son personas normales? Pues hay de todo, solo faltaría, y este doble volumen de más de 1.000 páginas y 118 capítulos, independientes pero tejidos en red, nos destripa las aventuras y desidias cotidianas del panorama científico español. Sin miramientos, sin compasión, sin vergüenza ni autocomplacencia. ¡Eso es lo que hay, señores y señoras!
Con un estilo ecléctico, ahora irreverente, ahora clásico, la sucesión heterogénea de temáticas y formas (diálogos, quien sabe si inventados; entrevistas, con nombres y detalles muy reales; citas de Einstein o Quevedo; anécdotas de becarios o conserjes…), el texto te engancha y te lleva de la psicología a la crisis económica, del desesperado esfuerzo de algunos por intentar hacer bien las cosas a la poca vergüenza de otros, de las relaciones íntimas al placer por la búsqueda del conocimiento. Y en todo momento nos podemos reconocer o reconocemos a algún compañero, sensaciones de déjà vu… Y no falta la vertiente crítica, educada y bien entendida, simpática de hecho, que lo impregna todo:
—¿Y ustedes son científicos de los buenos o de los malos? —pregunta el guardia civil.
—Nosotros somos científicos de los regulares.
Y nosotros, ilusos, que vamos buscando la excelencia, no damos abasto con la burocracia que nos entierra, la falta de recursos y las dinámicas heredadas que nos lastran. Y la falta de horizonte. ¿Hacia dónde vamos? El autor nos muestra algunos gráficos y nos da también algunos datos: la inversión en ciencia va creciendo tímidamente desde los años ochenta (con sacudidas inesperadas) y estamos entre los estados con más producción científica del mundo… pero no acabamos de salir del hoyo. Y la falta de impulso gubernamental no ayuda: «Para un político dirigir la ciencia es análogo a llevar un clavel en la solapa o tener una maceta con un geranio en el despacho.» Y, a pesar de todo, el científico «regular» «va haciendo sus cosillas, aumentando el acervo del conocimiento local e, incluso a veces, mundial».
El autor ha vivido los cambios que ha habido en las últimas décadas en el sistema de investigación español y nos lo describe de mil formas. Como la exagerada importancia que se da a los indicadores de las publicaciones en revistas (si no tienes un índice H alto, no esperes que te den el proyecto o el trabajo), que hace que vayamos como locos queriendo publicar en esta revista o en aquella otra, y pierden valor las obras, por complejas o rompedoras que sean, si son publicadas como libros o en revistas poco destacadas. Ya pocos van a contracorriente, es demasiado arriesgado. Ni que se paren demasiado a pensar, ¡no hay tiempo para eso!
Así, lejos de los tópicos e ideales que corren de los científicos con bata blanca, cabizbajos, fríos y atolondrados, esta ingente recopilación nos muestra la increíble variedad de personas, actitudes y visiones que podemos encontrar en los laboratorios tecnológicos, museos y despachos universitarios. Pasiones y decepciones, luchas y esperanzas, todo cabe, mientras continúan buscando las respuestas a los porqués de la naturaleza. El texto expone el trasfondo del hecho científico español desde dentro, y nos ayuda a entender las faltas y estímulos del sistema, sin dejar de provocarnos sonrisas, a veces socarronas, pero a menudo agridulces.