Yo también he viajado al Ártico

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© S. Yamamoto
Carles Pedrós-Alió en el Ártico.

«Este es uno de los momentos más especiales de cualquier viaje. Estoy en la librería Altaïr de Barcelona…». Así es como empieza el libro Desert d’aigua. Crònica d’un científic varat en l’Àrtic, de Carles Pedrós-Alió. ¿Altaïr? ¡Ostras! Yo también empiezo los viajes así, perdiéndome entre las estanterías de este lugar tan cálido donde he hablado, tantas veces, de diferentes sitios del mundo con Albert y Pep. Con nuestras conversaciones siempre he iniciado y compartido el viaje en Altaïr… Y es de esta manera que me sentí arrastrada hacia una aventura. Totalmente inmersa, desde este preciso instante, en un relato que te lleva a viajar por la ciencia y la humanidad de los científicos.

De hecho, Carles quería ser pajarero (o sea ornitólogo) e investigar las aves. Sin embargo, cosas de la vida y, quizá por influencia de un profesor tozudo, empezó una investigación del mundo diminuto, microscópico, de lo que llamamos microorganismos. ¡Y lo han trasportado hasta el Ártico! No sin antes pasar por la Antártida, América del Norte y del Sur.

Antes de llegar allí, sin embargo, quedó deslumbrado. Como bien dicen, sólamente se ven las cosas cuando de verdad las sabes observar y Carles ha sido un pionero en el estudio de las bacterias del mar y en la utilización de técnicas moleculares para estudiar el plancton microscópico. Como ecólogo microbiano está fascinado por poder contribuir a definir la biodiversidad microbiana de los océanos. Y entre éstos, ¡la del Ártico!

Por otra parte como divulgador científico tiene la habilidad de meterte dentro de los relatos que explica (sea la conferencia más académica como la más informal). Ahora se ha atrevido con un libro: Desert d’aigua. ¡Sólo el título ya parece una paradoja! Pero todo tiene un contenido oculto. Hace unos días me comentaba que, como científicos, debemos explicar las cosas de una manera objetiva en los documentos de carácter especializado y empleando una terminología muy concreta. Mientras que para comunicar con el lector considera que se deben expresar sentimientos y decir tanto lo que ha fascinado al autor como aquellas situaciones o personas que han sido desagradables. Y así podríamos decir que los científicos también se desnudan. Porque cuando se hace divulgación científica es necesario que los contenidos lleguen jugando con la forma, con el lenguaje. Y eso sin perder rigor. Para que el conocimiento científico se transmita es necesario que los científicos hablen con voz propia, tal como lo hace Carles, mostrando lo que sienten, lo que viven, lo que observan, lo que hacen. Porque, al fin y al cabo, el trabajo científico difiere en el método o los utensilios concretos que se emplean. Sin embargo, el día a día y los sentimientos son comunes a las situaciones semejantes que vive la ciudadanía. Y es así como surge el diálogo con la ciencia. Y es así como compartimos lo que nos deslumbra y nos sorprende de la ciencia.

Este libro está lleno de descripciones muy detalladas, con una amplia diversidad de conocimiento científico que cabalga entre diferentes disciplinas: historia, física, astronomía, antropología, química, geología, biología, geología, etología, microbiología… Además, está salpicado de una fina ironía al estilo inglés. En resumidas cuentas, te envuelve y te hace vivir lo que implica investigar: la monotonía que hay, a veces, en el día a día («…muchos tubitos por analizar…»), el mínimo espacio de trabajo («¡Este lugar es mío!») y la solidaridad en el laboratorio, las escuelas a bordo o el encanto de transmitir la investigación a los más jóvenes y la emoción del descubrimiento («¡Ooooh! En marzo, en pleno invierno ártico, ¡aumenta la clorofila! ¡Eso no nos lo esperábamos!»). Hasta llegar a la actualidad científica («Resultaría irónico que, a causa del calentamiento global, este paso del Noroeste que costó tantas vidas y sufrimientos adquiriese la navegación fácil de los trópicos»). Leer el libro ha sido un juego impregnado de ciencia. Él continúa buscando el porqué de las cosas, como cuando tenía cuatro años. Nadie debería perder esa curiosidad, sino que se debería reforzar… ¡Éste es el secreto de la investigación!

Y el secreto de una persona que quiere orientar y entusiasmar a los otros es saberse poner en su lugar, es motivarlos. Con este libro Carles lo consigue. En primer término sabe cómo ponerse en el lugar del lector y en segundo, sabe cómo engancharlo para hacerle vivir el relato.

Alícia Duró i Sans.
Departamento de Biología Marina y Oceanografía. Institut de Ciències del Mar-CMIMA, CSIC. Barcelona.
© Mètode, Anuario 2008.

 

«Para comunicar con el lector Carles Pedrós-Alió considera que se deben expresar sentimientos. Los científicos también se desnudan»

© Mètode 2011 - 55. Gen, ética y estética - Contenido disponible solo en versión digital. Otoño 2007

Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), Barcelona.