Right and Wrong for Atoms and Molecules: Religion and Nanotechnology.
There is a solid body of literature on ethical aspects of nanotechnology, but it comes almost entirely in the secular voices of professional ethicists. Meanwhile, recent studies show that religious beliefs are likely to be powerful determinants of lay public reactions to nanotechnology. There have been few explicitly religious contributions to ethical issues in nanotechnology, but it is still important to understand the current status of religiously inspired reactions, and to ask some questions about religious reactions to nanotechnology in the future.
La nanotecnología tiene un compañero, un conjunto de reflexiones sobre las cuestiones éticas que afectan a esta ciencia: conferencias y actas de congresos, un libro titulado Nanoethics y la revista, también llamada Nanoethics, que se edita desde 2007. Una comunidad de estudiosos de las humanidades y de las ciencias sociales analiza en profundidad todo lo referente al bien y al mal en el campo de la nanotecnología. Muchos de estos expertos han estudiado previamente la biotecnología o la tecnología de la información, de modo que aportan experiencia y sutileza a la discusión sobre la ética en la nanotecnología.
Casi todas estas reflexiones tienen voz laica. Desde un punto de vista religioso, se han hecho menos reflexiones y en general el análisis de los aspectos éticos de esta materia está menos desarrollado. Sin embargo, las opiniones de carácter religioso sobre la nanotecnología pueden ser influyentes en un futuro próximo, por dos razones. En primer lugar, todo indica que las creencias religiosas serán uno de los principales parámetros que determinarán las reacciones del público frente a la nanotecnología. En segundo lugar, algunos científicos tienen creencias religiosas, y será interesante ver cómo compaginan sus convicciones con su trabajo en nanotecnología. Veamos el panorama de lo que sabemos actualmente acerca de las opiniones de carácter religioso sobre la nanotecnología.
«Tanto los transhumanistas como los autores creyentes que se oponen al transhumanismo definen la nanotecnología en términos de mejora del cuerpo humano y de vía para alcanzar la vida eterna»
Existen tres estudios que revelan que las creencias religiosas influirán intensamente en las reacciones del público frente a la nanotecnología. Uno, de 2005, de G. Gaskell et al., revela que en los EE UU las creencias religiosas se correlacionan con las actitudes negativas sobre la nanotecnología. Otro, de 2009, de D. Brossard y sus colegas, aporta unos resultados similares: los temores religiosos que se desarrollaron anteriormente, en respuesta a la biotecnología, sirven como modelo para las reacciones religiosas contra la nanotecnología. Las personas que son menos religiosas se muestran más favorables a financiar la nanotecnología. Por último, un estudio de los EE UU y de doce países de la UE informó de que todos tenían niveles comparables en ciencia y tecnología, pero que en los más religiosos se consideraba menos aceptable la nanotecnología. «La religiosidad es el factor más determinante en la aceptación moral de la nanotecnología», concluyen D. Scheufele y su equipo. Los tres estudios indican que los conocimientos científicos sobre nanotecnología tienen poca influencia sobre las actitudes del público acerca de esta materia.
Resultados como estos forman parte de un extenso corpus de investigación que indica que las reacciones que la gente muestre frente a la nanotecnología dependerán muy poco del conocimiento científico, y todavía menos de las preferencias de los científicos. En cambio, las reacciones que despierte la nanotecnología se encuadrarán en todo un paisaje de valores, creencias y preocupaciones. Las creencias religiosas serán uno de los elementos más influyentes. En la mentalidad de la gente, el conocimiento científico es un contrincante demasiado débil para enfrentarse a los valores, creencias y preocupaciones que anidan en sus corazones.
Un segundo tema es el punto de vista religioso de los científicos. Un trabajo reciente de E. Ecklund y C. Scheitle explica que aproximadamente el 48% de los científicos de los EE UU tienen alguna filiación religiosa. El Pew Research Center, en una encuesta de 2009 a 2.533 científicos de este país, encontró el mismo porcentaje (48%) de científicos con convicciones religiosas. Si bien no existe ningún estudio específico sobre científicos dedicados a la nanotecnología, se puede deducir de estos dos trabajos que la nanotecnología probablemente incluya una proporción similar de científicos con creencias religiosas. De hecho, tanto R. Berne como M. Johansson concluyeron que algunos de los científicos que trabajan en nanotecnología a los que interrogaron son creyentes, pero a menudo separan sus convicciones religiosas de la labor científica. Sería interesante ver cómo evolucionan estos cambios en los próximos años y si afectan al pensamiento científico en nanotecnología.
La tecnología salvadora
¿Cuáles son las cuestiones de fondo en el pensamiento religioso acerca de la nanotecnología? En las primeras reflexiones religiosas, un tema es especialmente importante: el transhumanismo, es decir, un conjunto de creencias acerca de cómo la tecnología nos salvará de la enfermedad, la vejez, la muerte y otros problemas. El autor transhumanista más relevante en cuestiones religiosas es William Sims Bainbridge, que ha escrito una especie de literatura religiosa: una cruzada contra la religión tradicional y una llamada a una nueva religión que proporcionará la vida eterna y la explicación final.
«La verdadera libertad humana», escribe, «se encuentra en el transhumanismo, que pretende dar la capacidad a cada individuo de ser lo que él o ella desee.» Según Bainbridge, «los transhumanistas piensan que hemos llegado a un punto en la historia en el que los cambios fundamentales en nuestra naturaleza se han convertido no solo en posibles, sino también en deseables».
A uno de estos cambios lo denomina ciberinmortalidad: «Muy pronto será posible construir un modelo informático de todas las preferencias, opiniones y asociaciones mentales, basado en la convergencia de las tecnologías avanzadas de información con la ciencia cognitiva y los métodos más tradicionales de la psicología y la sociología.» Esta información –tu espíritu almacenado en silicio, por decirlo así– viviría para siempre «dentro de los sistemas de información, de robots o de organismos biológicos modificados genéticamente» y así la humanidad evolucionaría «desde una existencia en el plano material a otra en el plano computacional».
«Las creencias religiosas serán uno de los principales parámetros que determinarán las reacciones del público frente a la nanotecnología»
Entonces, ¿quién se opondría a esta trascendencia gloriosa?, pregunta Bainbridge. «El poder de las religiones tradicionales se ve directamente amenazado por el transhumanismo porque se puede prever que este acabará con los monopolios sagrados […]. Los seres humanos pueden llegar a ser como dioses, y eso puede dejar la religión convencional fuera del negocio […], la religión puede sentirse tentada de destruir la ciencia para salvarse.» En la descripción de este conflicto, Bainbridge generaliza indiscriminadamente: la fe de carácter fundamentalista es consubstancial a la religión y todas las religiones más o menos son hostiles a la tecnología.
Además de una nanotecnología capaz de descargar vuestra conciencia en sistemas de información, un segundo aspecto del transhumanismo –expresado especialmente por Ray Kurzweil– es que la nanomedicina prolongará la vida humana de forma indefinida. ¿Qué forma de vida eterna prefiere usted: la ciberinmortalidad o un cuerpo de carne y hueso que no cambie con el paso del tiempo?
Algunos autores cristianos se han horrorizado ante las predicciones transhumanistas porque temen que estas reduzcan a los seres humanos a meros sujetos de experimentación científica, y porque estas predicciones sustituirán la fe en Dios por la fe en la ciencia. Recuerdan a sus lectores la idea cristiana de encarnación, es decir, la creencia en que los cristianos deberían sentirse cómodos con sus cuerpos imperfectos, y que la muerte del cuerpo no es algo de lo que haya que escapar. El cristianismo se ha enfrentado a problemas como estos anteriormente, como la creencia gnóstica de que nuestros cuerpos no eran algo simplemente imperfecto, sinó vil y corrupto. Tal vez los escritores cristianos rescaten del pasado la causa contra el gnosticismo y actualicen algunos argumentos para oponerse al transhumanismo.
Esto nos lleva a una consecuencia intelectual importante: tanto los transhumanistas como los autores creyentes que se oponen al transhumanismo están, en efecto, definiendo la nanotecnología en términos de mejora del cuerpo humano y de camino hacia la vida eterna. En mi opinión esta es una manera bastante lamentable de ver la nanotecnología. Se centra en las predicciones a largo plazo, como la ciberinmortalidad, pero pasa por alto la evolución a corto plazo, como los sistemas de nanodosificación de fármacos. ¿Es que nos tenemos que limitar a ver la nanotecnología como especulaciones a favor o en contra de cosas que podrían o no podrían pasar dentro de unas cuantas décadas? ¿No podrían estos autores considerar los cambios que se prevén en un futuro cercano al menos tanto como las especulaciones sobre un futuro lejano? Además, si los autores creyentes piensan acerca de la nanotecnología sólo en términos de perfeccionamiento e inmortalidad, podrían caer en la trampa de ser sistemáticamente hostiles a una tecnología muy amplia. Esto es tanto un error estratégico como una forma equivocada de enfocar la cuestión. El presente, el futuro cercano y, por supuesto, el futuro lejano de la nanotecnología es algo mucho más interesante que la simple cuestión de la perfección y la inmortalidad.
Una segunda posición de carácter religioso en lo referente a la nanotecnología es la declaración de 2007 de la Iglesia Evangélica Alemana (EKD). La declaración de la EKD critica la política de la Unión Europea sobre la salud ambiental y la seguridad de la nanotecnología. Asegura que la política de la UE es demasiado limitada, demasiado voluntarista, y que no es lo bastante restrictiva. La EKD concluye su declaración diciendo que está movida por los principios cristianos (EKD 2007). Este documento es el más extenso y la toma de posición más reflexiva sobre la nanotecnología surgidos de una organización religiosa.
Una tercera reflexión proviene de un número especial del Journal of Lutheran Ethics dedicado a la nanotecnología. Tres autores intentan desarrollar una posición explícitamente luterana sobre la nanotecnología. Se encuentran, sin embargo, con que la mayoría de los luteranos y de las personas con convicciones religiosas están demasiado desinformados acerca de la ciencia como para tomar posiciones éticas, y también que las posiciones éticas cristianas sobre la nanotecnología deben ser distintas de la gran variedad de posiciones éticas laicas, que son más numerosas y están más desarrolladas que las religiosas.
Una reflexión necesaria
Como hemos anticipado, el desarrollo de reacciones religiosas frente a la nanotecnología podría beneficiarse de la perspectiva histórica de la experiencia adquirida con la biotecnología. Este caso es ilustrativo porque muestra que el pensamiento religioso también estaba poco desarrollado en ese tema. P. Thompson, en su estudio Religious and Metaphysical Opposition to Biotechnology, estimó que a menudo las manifestaciones religiosas seguían el modelo de «norma ética tecnológica», con poco contenido específicamente religioso. Muchas de estas declaraciones de grupos religiosos bien podrían haber sido escritas por grupos laicos sin fundamento teológico. Por supuesto, era esto lo que inquietaba a los tres autores del Journal of Lutheran Ethics cuando se preguntaban sobre las implicaciones éticas de la nanotecnología. While Thompson se lamentaba «del carácter incipiente de la oposición religiosa a la biotecnología», aunque se muestra esperanzado en que el pensamiento religioso en esta área se defina mejor.
Por otro lado, las ciencias ambientales se acompañan de algunas reflexiones religiosas bien desarrolladas. La protección del medio ambiente puede ser equiparada con el mandamiento bíblico de gestionar correctamente la tierra, en el pensamiento judeocristiano, y la degradación del medio ambiente se puede ver como una gestión pecaminosa. Teniendo en cuenta las observaciones de Thompson sobre la biotecnología y el pensamiento religioso, sería más deseable que estas reflexiones tomaran como modelo las que ya se han formulado en lo referente al medio ambiente en lugar de imitar las reacciones religiosas contra la biotecnología.
Cuando las objeciones religiosas a la nanotecnología se planteen en el futuro próximo, habrá que hacerse tres preguntas. En primer lugar, ¿las confesiones religiosas generarán opiniones que se ajusten a sus tradiciones teológicas? Podemos esperar que las grandes confesiones, que disponen de sus propios seminarios, universidades y teólogos profesionales tengan los recursos intelectuales suficientes como para definir propuestas éticas frente a la nanotecnología basadas en sus arraigadas tradiciones teológicas. Otros grupos religiosos quizá tengan menos capacidad o recursos para hacerlo.
«Sería bueno para todos, religiosos o laicos, que las posiciones religiosas sobre la nanotecnología estuvieran bien informadas y articuladas, aunque actualmente estamos lejos de esta situación»
En segundo lugar, habrá que hacerse eco de las observaciones de Thompson sobre la biotecnología: ¿los grupos religiosos plantearán posturas específicamente religiosas o se limitarán a reiterar los puntos de vista éticos laicos?
Por último, ¿el punto de vista de los creyentes concordará con la orientación teológica de sus confesiones? ¿Cuántos creyentes tendrán sus propias opiniones, aunque sean religiosas, sobre la nanotecnología? Las declaraciones oficiales y los artículos en revistas teológicas se deben tomar en serio, pero los valores personales y las inquietudes de algunos creyentes quizá no reflejen las posiciones teológicas de sus confesiones.
Dentro de poco es probable que los creyentes y las organizaciones religiosas definan sus posturas frente a la nanotecnología. Seguramente algunos estarán mejor informados acerca de esta materia que otros, y quizá algunos tendrán unos razonamientos religiosos más articulados que otros. Es bueno para todos, religiosos o laicos, que las posturas religiosas sobre la nanotecnología estén bien informadas y articuladas. En la actualidad estamos lejos de esa situación. Las posturas religiosas sobre la nanotecnología están muy poco desarrolladas en comparación con las posturas éticas laicas. Esperemos que los creyentes y las diferentes confesiones inviertan a partir de ahora su inteligencia y su fe en tratar lo bueno y lo malo de la nanotecnología.
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