Haeckel y la ideología

Política, monismo, materialismo

Los dominicales

Introducción

Ernst Haeckel (1834-1919) nació en Potsdam (Alemania). Su padre, Karl, pertenecía a la alta burocracia estatal de Prusia. Por parte de su madre, Charlotte Sethe, se trataba de una familia de espíritu protestante muy arraigado, puesto que había existido una fuerte relación de amistad con el teólogo Friedrich Schleiermacher (1768-1834), de forma que Haeckel creció en un ambiente en el que el recuerdo del clérigo estaba siempre presente (Bölsche, 1906). Schleiermacher había sido una personalidad un poco contradictoria. Calvinista, una confesión reformada minoritaria en Alemania, representaba una corriente liberal dentro del protestantismo, e incluso en la política, si bien era totalmente contrario a la utilización del análisis racional en religión según la propuesta kantiana (Casinos, 2009). Se ha discutido mucho la influencia que Schleiermacher tuvo sobre Haeckel, no solo en su juventud, sino sobre todo en su posterior cambio de opinión en materia religiosa.

Ernst Haeckel (Figura 1) empezó la carrera de medicina en la Universidad de Würzburg (1852-1854). Su interés por la anatomía comparada, sin embargo, lo obligó a trasladarse a la de Berlín (1854-55) para trabajar con el prestigioso fisiólogo Johannes Müller (1801-1858), quien lo inició en la investigación con una estancia en la isla de Helgoland. Haeckel profesó siempre por Müller una gran devoción. Volvió a Würzburg (1855-57) donde fue asistente de anatomía patológica con el fundador de la patología celular, Rudolf Virchow (1821-1902); allá conoció al anatomista Carl Gegenbaur (1826-1903), que era ya profesor, con quien lo uniría una gran amistad durante gran parte de las respectivas vidas, a pesar de la confesionalidad católica de Gegenbaur y el apoyo que dio Haeckel a la Kulturkampf de Bismarck, como veremos. En 1858 hace una estancia en Viena y obtiene la licencia para ejercer la medicina.

Figura 1. Retrato de Ernst Haeckel, pintado por Franz von Lenbach (1889). Font: Bölsche (1906)

Entre 1859 y 1860 viajó por Italia y Francia y leyó la primera traducción alemana de El origen de las especies. En 1861 Gegenbaur lo llamó a Jena como Privat-Dozent para explicar zoología. Posteriormente fue profesor extraordinario y profesor ordinario (catedrático). Enseñó zoología en aquella universidad durante 48 años. En Jena fundó el Phyletisches Museum (Museo Filogenético), con el objetivo de divulgar la evolución orgánica.

Por aquellos años se casó con su prima Anna Sethe, que moriría muy pronto (1864), lo que le provocó una grave crisis. Posteriormente contrajo matrimonio con Agnes Huschke, hija de uno de sus colegas, con quien tuvo tres hijos.

A partir de 1862 empezó a enseñar evolución, con la pretensión de ir más allá de Darwin, tratando al ser humano como una especie zoológica más. En Jena consiguió crear un poderoso grupo científico (con tres cátedras) gracias a la aportación del mecenas de Basilea Paul von Ritter (1825-1915). El mismo 1862 publicó Die Radiolaren, monografía dedicada a los radiolarios donde por primera vez se declara evolucionista. En 1866 ve la luz su gran obra Generelle Morphologie der Organismen. En 1868 aparece lo que se puede considerar la versión popular de la Generelle, Natürliche Schöpfungsgeschichte, título que se ha traducido al castellano como Historia de la creación de los seres organizados según las leyes naturales (Haeckel, s. a.). En esta obra expone también sus ideas sobre el monismo, que abordaremos más adelante.

Sus últimos años fueron muy difíciles. Desde 1911 estaba imposibilitado a consecuencia de una fractura de pelvis. La derrota de 1918 significó el fin de la Alemania guillemina con la cual se había sentido tan identificado. Aquel mismo año se vio obligado a vender su vivienda en Jena (Villa Medusa) a la Fundación Carl Zeiss. Actualmente, la casa aloja el Instituto de Historia de la Medicina y de la Biología de la Universidad de Jena (Figura 2).

Ideología política

Ernst Haeckel venía de una familia liberal. En un primer momento no sentía ninguna simpatía por Bismarck y su proceso de unificación. En 1866, a causa de la guerra de Prusia contra el Imperio austríaco y algunos estados alemanes aliados, se mostró especialmente crítico hacia la política de Berlín (Richards, 2009). Tras la unificación del 1871, cuando Bismarck comienza la campaña contra la Iglesia católica conocida como Kulturkampf (“lucha cultural”), Haeckel cambia de actitud hacia el llamado canciller de hierro. En realidad la maniobra de Bismarck no iba tan dirigida contra la institución religiosa en sí misma, más bien iba contra el partido Zentrum, de base católica, y su influencia en el Reichstag, la cámara baja del parlamento del Imperio. A principios de la década de 1880 las preocupaciones del canciller pasan del peso político de los católicos al creciente del socialismo, de forma que la Kulturkampf se relaja, lo que no entusiasmó a Haeckel.

Figura 2. Villa Medusa, la residencia de Ernst Haeckel en la Universidad de Jena, a principios del siglo xx. / Ernst Haeckel – Archiv, Friedrich-Schiller-Universidad Jena

En cuanto a su actitud hacia el socialismo, Haeckel lo rechazaba con argumentos claramente de lo que se conoce como «darwinismo social», cuya aplicación no admitía en otras situaciones. Así, razonaba que la variabilidad orgánica intraespecífica, que se da también en la especie humana, iba en contra del igualitarismo, del mismo modo que lo hacía el instinto de competición (Richards, 2009).

En 1913 se afilió a la Sociedad Alemania por la Paz, pero el 4 de octubre del 1914 fue uno de los 93 firmantes del manifiesto An die Kulturweit (“Al mundo civilizado”) con la flor y nata de la ciencia alemana; entre otros, el bacteriólogo Ehrlich, el químico Ostwald o el físico Planck. Previamente, al cabo de pocos días de estallar la guerra, en el mes de agosto, Haeckel escribió un panfleto radicalmente antibritánico (Englands Blutschuld am Weltkriege, “La deuda de sangre de Inglaterra en la Guerra Mundial”), en el que se hacía eco de la posición adoptada por el káiser Guillermo II: Inglaterra, un país de raíz germánica, había traicionado a Alemania, envidiosa de su prosperidad, cultura y ciencia. Evidentemente el argumento tenía un trasfondo racista, puesto que introducía el factor del supuesto origen racial común de ambas naciones. No dejaba de lamentarse de haberse visto forzado a escribir aquellas páginas contra la «hermana» Inglaterra, dada su admiración durante toda su vida por la cultura inglesa (Richards, 2009).

Monismo

Se entiende por monismo la doctrina que afirma la unidad indivisible del ser, opuesta al dualismo materia/espíritu, pero que también aspira a la superación de otras formas de dualismo, como materia inorgánica/materia orgánica o fuerza/sustancia. Dentro de la corriente evolucionista, el monismo ha estado muy arraigado. Se remontaría a Herbert Spencer y a varios darwinistas alemanes (Tort, 1996). Haeckel, como otros monistas, basaba la justificación del sistema en que la representación del mundo había quedado totalmente transformada por las nuevas ciencias de la naturaleza. Esta nueva representación se haría patente a través de las leyes de conservación de la energía y de la materia, que se podrían englobar filosóficamente en una ley de conservación de la sustancia, que unificaría fuerza y materia (Haeckel, 1905).

El monismo defendido por Haeckel ha estado a menudo interpretado como una forma de materialismo. Pero él negaba esta analogía. El monismo no contemplaría la materia sin espíritu, que sería materialismo, ni el espíritu sin materia, que sería espiritualismo. Para el monismo no existirían materia y espíritu como realidades separadas, sino algo que seria a la vez una cosa y la otra (Uschmann, 1979).

Está generalmente aceptado que el mo­nismo de Haeckel se arraiga en las ideas de Goethe. De hecho, su devoción hacia el autor del Fausto era total. Eso queda muy bien reflejado en su correspondencia amorosa con la baronesa Frida von Uslar-Gleichen (Casinos, 2003). En una de sus cartas a la aristócrata, le dice que su concepción del mundo es la misma que la de Spinoza, Goethe o Federico el Grande. Este vínculo con las ideas de Spinoza, que deja patente en otros momentos, apunta a que el monismo que defiende tiene una base claramente panteísta, en absoluto atea, de forma que, además de las protestas del propio Haeckel en contra de la identificación entre monismo y materialismo, se ha discutido mucho sobre si en el fondo sus ideas eran o no materialistas (Holt, 1971). Richards (2009) cita una frase en la que deja muy claro cómo concebía el zoólogo alemán el monismo: una religión monista de la humanidad basada en el panteísmo.

Como instrumento para la difusión de estas ideas, creó en 1906 la Liga Monista Alemana, si bien la idea ya había surgido dos años antes en el Congreso de Librepensadores celebrado en Roma, donde, de una forma bastante ridícula, Haeckel fue llamado antipapa (Figura 3). La Liga era una amalgama de pensadores de diferentes disciplinas, pues había muchos naturalistas, pero también filósofos, artistas y aun teólogos. Ideológicamente agrupaba desde personas próximas a la socialdemocracia hasta la extrema derecha. Por iniciativa del químico Wilhelm Ostwald (1853-1932), su primer presidente, la Liga inició una campaña incitando a la apostasía. Para combatirla, tanto protestantes como católicos crearon sendas organizaciones, la Liga Kepler para el Fomento del Conocimiento Natural y la Liga Tomista, respectivamente. A pesar de que la Liga Monista era una organización de raíces burguesas e intelectuales, tuvo contactos importantes con el movimiento obrero, de forma que Ostwald participó en mítines con el socialista radical Karl Liebnecht (1871-1919).

Figura 4. Árbol genealógico de las supuestas doce especies humanas que Ernst Haeckel reconocía. Fuente: Haeckel (1874)

Esta liga arraigó rápidamente en zonas geográficas vecinas. Así, en 1909 se creó la Liga Monista Austríaca y posteriormente una rama separada checa (1913). En estos casos, el planteamiento no se limitó a la pura concepción del mundo, sino que incorporaron contenidos sociales y aun políticos. Por ejemplo, uno de los fundadores de la austríaca fue el sociólogo de origen judío Rudolf Goldscheid (1870-1931), socialdemócrata y pacifista; en cuanto a la checa, no tuvo ningún inconveniente en declararse socialista desde el principio.

Los posicionamientos chovinistas de Haeckel y Ostwald en 1914 pusieron a prueba el carácter pacifista e internacionalista de la Liga, de forma que los pacifistas forzaron la dimisión de Ostwald, especialmente por la presión de la sección austríaca. La derrota de 1918 y la muerte de Haeckel en 1919 aceleraron la deriva progresista de la organización, que se declaró socialista en 1920, especialmente por la influencia de Goldscheid. Así, durante la República de Weimar asumió posturas avanzadas en el ámbito social y ético, y se opuso al antisemitismo. Todo eso fue determinante para que el gobierno nazi disolviera la Liga a finales del 1933.

Haeckel fue criticado no solo desde el punto de vista de las confesiones católica o protestante, sino también por parte de autores que tenían una diferente concepción del monismo. Pero sin duda dentro del ámbito de la religión es donde se produjeron las más grandes controversias entre defensores y detractores. Por ejemplo, como defensor destaca la figura de Joseph McCabe (1867-1955), un personaje que no se puede sino calificar de curioso. Después de haber sido ordenado sacerdote de la Iglesia católica, dentro de la orden franciscana, colgó los hábitos y se convirtió en uno de los críticos más feroces del papado, así como en un campeón del libre pensamiento. Fue el autor de la traducción de la obra de Bölsche (1906) al inglés y ya antes había publicado una enconada defensa del zoólogo alemán (McCabe, 1903). Esta defensa motivó una extensa obra contraria del teólogo inglés Frank Ballard (1873-1931) (Ballard, 1905) que pretendía ser una respuesta no tan solo a las ideas de Haeckel, sino también a la mencionada defensa que había hecho McCabe.

Materialismo

En 1899 publica Die Welträthsel, título traducido al castellano como Los enigmas del universo, que provocó una gran polémica entre sus defensores y detractores. El título hacía alusión a una idea de su maestro Emil du Bois-Reymond (1818-1896), que consideraba que había siete grandes enigmas en el mundo, de los que no todos eran resolubles. Contrariamente, Ernst Haeckel defendía en su libro que, para todos ellos, la ciencia moderna había encontrado respuesta.

Por primera vez, Haeckel dejaba de tener una actitud que se podría calificar de agnóstica para pasar a negar la inmortalidad del alma y la existencia de un Creador. El éxito del libro se puede medir por las sucesivas ediciones y reimpresiones, que supusieron una tirada global de 400.000 ejemplares hasta 1914 (Richards, 2009).

Entre los detractores había por supuesto muchos teólogos, mientras que los defensores estaban fundamentalmente integrados por filósofos que veían en el libro una defensa de su concepción materialista, aunque, como se ha apuntado antes, Haeckel no se consideraba propiamente un materialista.

A pesar de esta puntualización por su parte, es evidente el predicamento que su concepción del mundo tuvo entre la izquierda contemporánea, que aceptó el contenido del libro con entusiasmo, desde los movimientos libertarios, a los políticos e intelectuales marxistas. Entre estos últimos Richards (2009) cita a Bebel, Kaustky y Lenin. Probablemente es en el libro de Lenin Materialismo y empiriocriticismo (Lenin, 1909/1967) donde está más clara esta aceptación del pensamiento de Haeckel, a pesar de las diferencias políticas que había entre los dos personajes.

El libro de Vladimir I. Lenin es un fuerte alegato contra la tendencia filosófica de negar la realidad del mundo material, tendencia que había sido calificada de neokantismo o también empiriocriticismo, de la que el máximo representante era el físico austríaco Ernst Mach (1838-1916). Esta tendencia calificaba la defensa de la realidad objetiva de los descubrimientos de las ciencias naturales como «realismo ingenuo» o incluso «metafísica». El libro de Lenin es a la vez una argumentación contra el nominalismo, que negaba la existencia de categorías supraindividuales que englobaran seres, objetos, etc., por sus características comunes. Las tendencias antirrealistas han sido siempre particularmente fuertes en física, tal vez por la propia naturaleza de esta ciencia, al contrario que en biología, en la que el principio de unicidad de la materia viva, así como su continuidad respecto a la materia inorgánica –ardientemente defendido por Haeckel– no era, ni es, en absoluto cuestionado. En cuanto al tema de las categorías supraindividuales, no hay más que pensar que gran parte de la teoría biológica se basa en el tratamiento de la especie como unidad evolutiva, o bien las poblaciones, lo que invalida un enfoque nominalista en el estudio de los seres vivos. Quizás esta fue la razón por la que Lenin recurrió al biólogo, considerado materialista, más representativo del momento, es decir, Ernst Haeckel, para reforzar su posición crítica hacia el empiriocriticisme. No olvidemos que Ernst Haeckel fue el primero en formular la hipótesis de un origen único de la vida, que dejó patente en un famoso árbol.

A pesar de la insistencia de Haeckel en negar que su punto de vista sobre el universo y la vida fuera materialista, Lenin consideraba que el zoólogo alemán compartía con otros muchos científicos naturales lo que él calificaba de «materialismo espontáneo». El político ruso, que consideraba Los enigmas del universo como un hecho capital de la lucha del materialismo en contra del idealismo, e incluso del agnosticismo, no dejaba de criticar la contradicción que representaban las repetidas protestas de Haeckel de no considerarse materialista, protestas que no dudaba en calificar de «ingenuidad filosófica».

En este contexto, y en la creencia de que nuestras sensaciones son imágenes del mundo exterior objetivamente reales, cita específicamente la obra de Haeckel, publicada en 1904, titulada Die Lebenswunder (traducida al castellano como Las maravillas de la vida, aunque podría ser también “El milagro de la vida”) en cuanto a la diferencia entre las teorías dualista y monista del conocimiento. De forma comparativa, Lenin cita las diferencias que él considera más fundamentales de las establecidas por Haeckel, que se pueden resumir en que mientras que para el dualismo el conocimiento sería un proceso espiritual, para el monismo es un fenómeno fisiológico, de base cerebral.

Ética

Se ha discutido sobradamente si los principios de comportamiento social que Ernst Haeckel defendía estaban basados en un tipo de darwinismo social, según el cual la civilización humana respondía a un determinismo estricto de las leyes evolutivas. Según los que piensan eso, habría comportado, además, una posición racista, especialmente antisemita y, como colofón, las ideas del zoólogo alemán estarían en el origen del nacionalsocialismo, en particular, y del fascismo en general. Todas estas digamos acusaciones están especialmente desarrolladas en Gasman (2007).

En cuanto al racismo, Haeckel no era más racista que cualquier otro naturalista de su tiempo, Darwin incluido (Richards, 2010). Gran parte de las acusaciones de racismo en su contra se basan en un árbol evolutivo de las doce «especies» humanas que el zoólogo alemán reconocía, árbol que publicó en su libro, ya comentado, Historia de la creación de los seres organizados según las leyes naturales. Al margen de otras consideraciones, el mencionado árbol es la mejor prueba de que la acusación de antisemitismo no tiene ningún fundamento. Entre los grupos terminales del árbol, es decir, las razas más «evolucionadas», habría un conjunto de ellas denominadas «Méditerranées», que comprendían semitas, vascos, indogermánicos y caucásicos (Figura 4). Cuando se consulta el árbol privativo de los semitas, se encuentra a los judíos en una posición culminante (Haeckel, 1874, p. 713, edición francesa). En términos generales, defender que había razas humanas más o menos evolucionadas, o que incluso las mujeres eran menos inteligentes que los hombres, era una asunción prácticamente general en la época. Ahora bien, es innegable que dentro del movimiento monista hubo tendencias de extrema derecha y antisemitas, de igual manera que las hubo de signo contrario, como ya se ha visto. Pero esto no tiene por qué implicar a Haeckel.

La mejor prueba de que su visión de la sociedad humana no estaba basada en la interpretación spenceriana de la supervivencia del más fuerte es que Haeckel, a pesar de su actitud totalmente contraria a las religiones, en ningún momento quiso anular los códigos morales establecidos por el cristianismo. Es más, Richards (2009) destaca que en Las maravillas de la vida se manifiesta totalmente en contra de los «profetas modernos del puro egoísmo», entre los que cita a Nietzsche. Lo que defendía (Richards, 2005) es que estos principios morales se podían fundamentar en el hecho evolutivo, que no llevaría tan solo a una situación puramente egoísta de autopreservación, sino a la cooperación a fin de promover el bienestar comunitario. En cierto modo, pues, cambia los argumentos que utilizaba para negar la alternativa socialista.

Referencias

Ballard, F. (1905). Haeckel’s monism false. Charles H. Kelly.

Bölsche, W. (1906). Haeckel. His life and work. T. Fisher Unwin.

Casinos, A. (2003). Haeckel, zoólogo enamorado. Mundo Científico, 241, 68–75.

Casinos, A. (2009). Las vidas paralelas de Georges Cuvier y Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Naturaleza y filosofía. CSIC.

Gasman, D. (2007). The scientific origins of national socialism. Transaction Publishers.

Haeckel, E. (1874). Histoire de la création des êtres organisés d’après les lois naturelles. C. Reinwald et Cie.

Haeckel, E. (1905). Estado actual de nuestros conocimientos sobre el origen del hombre. El monismo, lazo entre la religión y la ciencia: profesión de fe de un naturalista. Atlante.

Haeckel, E. (s. a.). Historia de la creación de los seres organizados según las leyes naturales. Sempere y Cia.

Holt, N. R. (1971). Ernst Haeckel’s monistic religion. Journal of the History of Ideas, 32(2), 265–280. https://doi.org/10.2307/2708280

Lenin, V. I. (1967). Materialismo y empirocriticismo. Notas críticas sobre una filosofía reaccionaria. Editorial Grijalbo. Trabajo publicado originalmente en 1909.

McCabe, J. (1903). Haeckel’s critics answered. Watts and Co. Richards, R. J. (2005). Ernst Haeckel and the struggles over evolution and religion. Annals of the History and Philosophy of Biology, 10, 89–115.

Richards, R. J. (2009). The tragic sense of life: Ernst Haeckel and the struggle over evolutionary thought. University of Chicago Press.

Richards, R. J. (2010). Myth 19: That Darwin and Haeckel were complicit in Nazi biology. En R. L. Numbers (Ed.), Galileo goes to jail and other myths about science and religion (p.170–177). Harvard University Press. https://doi.org/10.2307/j.ctvjghtcb.23

Tort, P. (1996). Monisme. En P. Tort (Ed.), Dictionnaire du darwinisme et de l’évolution (p. 3002–3008)Presses Universitaires de France.

Uschmann, G. (1979). Haeckel’s biological materialism. History and Philoso­phy of Life Sciences, 1(1), 101–118.

© Mètode 2022 - 112. Zonas áridas - Volumen 1 (2022)
Profesor emérito del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias ambientales de la Universidad de Barcelona. Actualmente participa en el proyecto de investigación PID2019-111185GB-100.