Evolución. El árbol de la vida

Si hay algo que caracteriza la biología evolutiva es que, con independencia de su capacidad explicativa, el balance de las preguntas que se formula y que carecen de contestación –o, dicho de otra manera, están contestadas de múltiples maneras, a veces antagónicas y por tanto no definitivas– es incomparablemente alto confrontado con el de otras materias biológicas, mucho más positivizadas. Se puede argumentar que se trata de una materia con poco desarrollo teórico, poco avanzada, que carece de teorías capaces de explicar lo que son sus grandes retos, como, por indicar algunos de los más relevantes, el origen de la vida, la aparición de la célula eucariótica, la multicelularidad, los grandes filos, el desarrollo del organismo desde la sexualidad, la conducta social, el altruismo, el lenguaje, el cerebro y las categorías superiores del pensamiento. En el conjunto de artículos de este monográfico sobre evolución veremos que el espectro de investigaciones que abarca la teoría evolutiva es muy amplio, y alguna (por ejemplo las relacionadas con la patología de los microorganismos o la diversidad vegetal) incluso manifiestamente aplicable. pero el campo es extremadamente amplio y ambicioso en sus pretensiones cognoscitivas.

Monográfico coordinado por Andrés Moya i Ester Desfilis. Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la Universitat de València.
© Mètode 28, Invierno 2000/01. 

 

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Lámina interior de la traducción castellana de la obra de Ernst Haeckel La perigénesis de los plastídulos, publicada en Va­lencia, 1882, con prólogo de Peregrí Casanova. En la là­mi­na es muestran combinadas las acciones de las influencias ambientales y de los mecanismos hereditarios. La representación en forma de árbol del curso evolutivo, actualmente tan familiar para todo el mundo, fue popularizado por Haeckel. 

© Mètode 2013 - 28. Evolución - Disponible solo en versión digital. Invierno 2000/01

Catedrático de Genética, Universitat de València.