Introducción: La ciencia a través de historias

Jane Godall

En el ámbito del periodismo, la expresión «contar historias» es hoy un lugar común: son muchos los que afirman que en eso precisamente consiste el oficio de informar. Se da por sentado y evidente que las noticias son textos narrativos o relatos. Sin embargo, en realidad, muy pocos lo son. Estamos ante el imperio de una sinécdoque (López-Pan, 1997).

También entre los comunicadores de la ciencia es habitual considerar que la esencia de su actividad consiste en contar historias. Pero también aquí es frecuente referirse a este modelo narrativo de forma imprecisa, lo que muchas veces impide que este recurso se emplee con eficacia. Un estudio sobre la narrativa del video en internet sobre ciencia arrojó el sorprendente resultado de que apenas un 5 % de los videos analizados empleó alguna forma de estructura de historia (Davis y León, 2018).

Jane Goodall con una jaula de un chimpancé

Jane Goodall ayudó a difundir el conocimiento sobre los chimpancés. / National Geographic

La confusión puede venir del hecho, ampliamente aceptado tanto por periodistas como por comunicadores de la ciencia, de que construir un relato es una forma eficaz de trasladar la ciencia hasta el público. En efecto, se sabe que el relato funciona a modo de argamasa que permite crear un enunciado unitario y continuo, con el que el público puede implicarse más fácilmente y recordar mejor el conocimiento que se transmite.

A lo largo de la historia, algunos científicos y comunicadores han sido maestros de la construcción de relatos sobre ciencia. Entre los pioneros, cabe destacar a Alexander von Humboldt y su Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Mundo, una obra publicada en 32 volúmenes, entre 1814 y 1831, en la que se combina el conocimiento científico con las vivencias del naturalista en sus viajes por América. Humboldt construye así un texto de gran atractivo para el lector no experto y se erige en ejemplo de excelente divulgación.

Félix Rodríguez de la Fuente

Félix Rodríguez de la Fuente sube por una cuerda durante una grabación de su programa. / Foto: Rtve.es

Aunque se trata de un asunto poco investigado todavía, la nómina de científicos y comunicadores de la ciencia que han dado a conocer su conocimiento a través de historias es muy extensa (León, 2024). Algunas de estas historias se han convertido en leitmotivs empleados de forma recurrente por divulgadores de distintas épocas. Por ejemplo, Jacques Cousteau, Jane Goodall o Félix Rodríguez de la Fuente transmitieron su conocimiento a través de relatos de expediciones científicas, cuyos patrones narrativos han sido comparados con los de las novelas de caballería medievales, en virtud de su individualismo heroico. El científico se convierte en un héroe que se ve inmerso en una búsqueda (la verdad), que le lleva a enfrentarse a los adversarios y a superar los peligros que aparecen (Dahlstrom, 2014).

Comunicar la ciencia a través de este tipo de historias permite construir enunciados en los que el razonamiento lógico propio de la ciencia se transforma en algo distinto. Pasa a ser una arcilla con la que se modela algo nuevo: un tipo de enunciado intrínsecamente persuasivo, capaz de llegar incluso hasta audiencias inicialmente poco interesadas por la ciencia. Los hechos y datos de la ciencia pasan a ser cuentas de vidrio en una pulsera que los aglutina y les otorga orden y unidad. Además, dado que el relato tiene como protagonista a un científico, el público puede establecer cierta conexión emocional, no solo con el investigador, sino también con la ciencia. Y todo ello encapsulado en un enunciado entretenido y fácil de seguir, que hace posible que el público mantenga la atención durante más tiempo y que recuerde mejor lo que se le cuenta.

Jacques Cousteau

Jacques Cousteau difundió la ciencia en televisión. / Foto: Disney

Pero el papel que han jugado las historias en el avance de la ciencia va más allá de ser un recurso de comunicación eficaz: también han desempeñado una función clave en el desarrollo del propio pensamiento científico. Uno de los ejemplos emblemáticos es Charles Darwin, cuya obra magna, El origen de las especies (1859), utiliza historias integradas en la cultura como elemento esencial para dar forma a su teoría de la evolución de las especies por selección natural. Por ejemplo, recurre al concepto de «la gran familia» para explicar todas las formas de vida a lo largo del tiempo como parte de una sola dinastía. El propio concepto de selección natural no deja de ser una metáfora y, por tanto, contiene la esencia de una historia. Darwin concibe la selección natural como un ente consciente capaz de tomar decisiones con las que se favorecen unos rasgos de los seres vivos y se eliminan otros. De esta forma, la historia pasa a formar parte esencial de la propia teoría.

A pesar de la indudable importancia del recurso de contar historias, tanto para comunicar como para crear conocimiento, no conviene olvidar que construir relatos sobre ciencia puede resultar problemático. En principio, las historias no están sujetas a los mismos requisitos de precisión que los textos puramente científicos, por lo que pueden trasladar al público imágenes distorsionadas de la ciencia y de los investigadores. También se critica que las historias conllevan simplificaciones excesivas de los conceptos científicos y que pueden llevar a una compresión errónea o incompleta, así como a una aceptación acrítica de los conocimientos. En definitiva, se asocian las historias con la falta de rigor científico.

Félix Rodríguez de la Fuente

Félix Rodríguez de la Fuente en uno de los programas donde divulgó la ciencia. / Foto: Rtve.es

Sin embargo, la historia de la ciencia demuestra que se puede hacer compatible el conocimiento riguroso con una exposición atractiva, emotiva y veraz. El ejemplo de los grandes comunicadores indica que es posible contar la ciencia a través de historias y hacerlo con rigor. Transformar la ciencia en relatos que no la distorsionen requiere conocer a fondo la materia en cuestión y también entender los mecanismos narrativos a través de los cuales se articulan. Comunicar la ciencia no es tarea fácil, ni siquiera cuando se hace a través de historias.

Este monográfico trata de aportar nuevos puntos de vista sobre el papel de los relatos en la configuración del pensamiento científico, y sobre el modo en que este recurso puede ayudar a comunicar la ciencia de una manera eficaz. Hilda Paola Muñoz-Pico analiza el modo en que las redes sociales y las herramientas tecnológicas asociadas a ellas están influyendo en el modo en que se construyen los relatos, no solo en su diseño sino también en sus características narrativas. Las redes han hecho populares los videos breves, amenos y con formato vertical, además de ofrecer nuevas funcionalidades, como la posibilidad de transmitir en directo o crear «hilos» de información.

Por su parte, Daniel Gamito-Marques muestra que los relatos bíblicos sirvieron de referencia a la investigación científica y proporcionaron puntos de partida para construir teorías y conceptos científicos. También señala que, en ocasiones, el pensamiento científico se configuró a través de historias, como pone de manifiesto la forma en que Charles Darwin planteó la teoría de la evolución de las especies.

Jacques Cousteau

Jacques Cousteau durante la gravación de uno de sus programas. / Foto: Disney

Aleida Rueda, Cecilia Rosen y Javier Crúz-Mena resumen algunas ideas sobre el papel de las historias en la comunicación de la ciencia. Destacan la variedad de definiciones de historia que se manejan y subrayan la importancia de este recurso para captar la atención y crear emociones en el público. También identifican distintos tipos de estructuras que se emplean habitualmente para construir historias sobre ciencia.

Finalmente, Wiebke Finkler, Lloyd S. Davis y colaboradores presentan un estudio sobre el modo en que los encuadres culturales pueden influir en la eficacia de los relatos sobre ciencia. Basándose en un trabajo experimental con videos educativos, los autores ponen de manifiesto que la implicación de la audiencia con una historia puede variar en función de su cultura. Sus conclusiones subrayan la importancia de emplear distintos marcos culturales para comunicar la ciencia a distintas audiencias.

Referencias

Dahlstrom, M. F. (2014). Using narratives and storytelling to communicate science with non-expert audiences. Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, 111(Suppl. 4), 13614–13620. https://doi.org/10.1073/pnas.1320645111

Davis, L. S., & León, B. (2018). New and old narratives: Changing narratives of science documentary in the digital environment. A B. León & M. Bourke, Communicating science and technology through online video: Researching a new media phenomenon (p. 55–63). Routledge. https://doi.org/10.4324/9781351054584-5

León, B. (2024). Grandes comunicadores de la ciencia. De Galileo Galilei a Rodríguez de la Fuente (pròxima publicació).

López-Pan, F. (1997). Consideraciones sobre la narratividad de la noticia. El imperio de una sinécdoque. Communication & Society, 10(1), 9-60. https://doi.org/10.15581/003.10.35636

© Mètode 2023 - 119. #Storytelling - Volumen 4 (2023)

Catedrático de Comunicación de la Ciencia en la Universidad de Navarra. Fundador y coordinador del Grupo de Investigación sobre Comunicación de la Ciencia de esta Universidad. Ha publicado 25 libros (autor o editor), y un centenar de artículos y capítulos en publicaciones científicas. Fundador y director de #LabMeCrazy! Science Film Festival.