El año 2004 verá el inicio de las obras de la fuente de luz de radiación sincrotrón en el área del Vallés Occidental. Cuando en el año 2010 esta instalación esté funcionando, la comunidad científica internacional, y en particular la española, dispondrá de una herramienta de extraordinario alcance para el progreso de la ciencia en su más amplia dimensión, como es el caso de la ciencia de materiales, la biología, la física, y en general todos aquellos campos en los cuales las técnicas espectroscópicas y de difracción de rayos X de gran intensidad son instrumento indispensable de investigación.
La construcción, equipamiento y la explotación del laboratorio de la fuente de luz de radiación sincrotrón están a cargo de un consorcio en el que participan a partes iguales el Ministerio de Ciencia y Tecnología del Gobierno español y el Gobierno de la Generalitat de Catalunya. De este modo, España dispondrá de una “gran instalación”, de las que nuestro país anda tan escaso, al servicio de la ciencia en general, y muy especialmente de la investigación básica. En cierta medida esta iniciativa se produce en un momento en el cual, tanto en nuestro país como en la Unión Europea, se hace un especial énfasis en la investigación aplicada, bajo el calificativo de innovación, en detrimento de la investigación básica.
En el informe de cifras clave 2003-2004, publicado por el Directorado General para la Investigación de la Unión Europea, en el análisis de esas cifras reconoce que, “en términos generales, la investigación básica ha estado sometida a presiones crecientes durante la pasada década. Como consecuencia de necesidades a corto plazo, y de prioridades económicas, ha habido una tendencia al incremento de la proporción de la investigación aplicada y al desarrollo en el gasto total de I+D”. Y a la vez, indica que “la investigación básica genera nuevo conocimiento que proporcionará el fundamento para la investigación aplicada y el desarrollo. Puesto que la investigación básica proporciona información valiosa en áreas de aplicaciones futuras, una creación de conocimiento más intensa a través de la investigación básica podría considerarse como un modo de reforzar las actividades de innovación”.
«El número de investigadores afectados por la falta de carrera investigadora aumenta y el desengaño alcanza niveles críticos»
La postergación de la investigación básica, y también, por qué no decirlo, el exceso de burocracia en la UE, además de la frustración que produce en los investigadores, comienza a tener ya efectos negativos importantes. Así lo denuncia el mencionado informe, que indica que desde 2001 a 2002 el número total de publicaciones científicas de la UE ha disminuido, como así lo ha hecho la proporción respecto de la producción científica mundial, donde la UE ha retrocedido en un 2,1%. La tendencia apunta hacia un debilitamiento de ambas magnitudes en años posteriores.
Es urgente, pues, tomar medidas que inviertan estas tendencias y, como el propio informe reconoce, apostar por la investigación básica, y a ello debería aplicarse tanto la UE en su conjunto como cada uno de los países que la integran o la van a integrar. Es en esta línea donde cabe propiciar la ampliación del número de grandes instalaciones científicas en Europa y consiguientemente en nuestro país. Estas instalaciones, por sus características, son costosas pero a su vez hacen accesibles técnicas investigadoras a un espectro muy amplio de la comunidad científica que, individualmente, no puede dotarse de las mismas. Además, este tipo de instalaciones tiene un efecto dinamizador importantísimo sobre la economía y la tecnología del entorno, pues se convierten en demandantes de tecnología y equipamientos de alto nivel que estimulan a la industria del entorno. Europa está lejos de la densidad de este tipo de instalaciones en países con los que desea competir, como son los Estados Unidos, y queda un amplio trecho que cubrir.
El consorcio constituido para realizar el proyecto de la fuente de luz de radiación sincrotrón en el área del Vallés Occidental lo ha bautizado con el nombre de Aurora. No sé si este nombre será o no un acrónimo, como tantas veces sucede en los grandes proyectos científicos, pero creo que, de algún modo, no podía haberse encontrado un nombre mejor para identificar un proyecto que supone una inflexión en un mundo científico, tan escaso en recursos y en estímulos como es el español fijando la expectativa en una nueva época en la cual los gobiernos, la comunidad científica y la sociedad, vayan de la mano en el camino del progreso del conocimiento para beneficio de todos.