Turismo sostenible, ¿utopía?

En aquel remoto poblado malgache se corrió la voz: había unos extranjeros interesados en la fauna local. Esos extranjeros éramos nosotros. Media hora más tarde la escena era, en su sentido más literal, espectacular. Mi incansable búsqueda de reptiles, anfibios y artrópodos en diferentes lugares del mundo siempre ha suscitado una gran curiosidad en la población local. ¿Para qué buscar lagartos en plena playa patagónica mientras la gente bebe mate y disfruta del sol? ¿Por qué fotografiar gecos fluorescentes en Namibia? ¿Para qué buscar anfibios en páramos perdidos de los cerros nicaragüenses? Pero esta vez fue diferente. Sin preguntar nada, ante nosotros aparecieron mujeres, hombres, niños y niñas con sendos palos en los que sujetaban multitud de camaleones pantera (Furcifer pardalis) y camaleones de Parson (Calumma parsonii). Incluso para el mejor de los rastreadores, encontrar esa cantidad de camaleones en media hora es una campaña casi irrealizable. En algunas zonas de Madagascar, la población local mantiene y controla camaleones aislados en árboles y arbustos esperando a que aparezcan extranjeros con ganas de tomarse una foto con ellos. Los mantienen en una libertad ficticia. Como científico y fotógrafo mi intención no era esa, pero para los habitantes de aquel poblado los matices no eran importantes.

El maltrato animal enfocado al turismo en búsqueda de instantáneas con animales «salvajes» se ha incrementado en los últimos años. La tenencia generalizada de teléfonos móviles con cámara y la gran oferta de paquetes turísticos a lugares remotos del planeta han podido ser algunas de las causas. Elefantes en Tailandia, perezosos en Perú, serpientes en Marruecos… son solo algunos de los ejemplos documentados de fauna maltratada en beneficio del turista ocioso. Sin embargo, en este enquistado problema las víctimas no solo son los animales, sino a veces también sus poseedores, quienes ven en este camino la única forma de subsistir. Aunque para progresar en esta difícil realidad serían necesarias medidas de carácter global, nuestras acciones individuales pueden marcar la diferencia. Evitar alojamientos donde la fauna cautiva se ofrezca como atracción, especialmente en aquellos donde los animales estén en mal estado, o no colaborar en acciones que conlleven el maltrato de fauna, como el caso de la fotografía o los espectáculos a pie de calle, pueden ser un primer paso prometedor. ¿Se le ocurren al lector otras iniciativas?

Aquella mañana buscaba inmortalizar la belleza de la herpetofauna malgache con mi cámara. Entonces, la fotografía más interesante apareció inesperadamente ante mí. Una imagen que contenía muchísima información. Adaptar los planes de trabajo en fotografía es igual de importante que el uso de la técnica y de los diferentes parámetros. Improvisar puede ser el mejor aliado en la búsqueda de resultados diferentes con nuestra cámara.

© Mètode 2021 - 109. El secuestro de la voluntad - Volumen 2 (2021)

Doctor en Biología y socioecólogo (Girona). Miembro emérito del Institut d’Estudis Catalans. Fotógrafo de naturaleza y conservación. Entre otros galardones, su trabajo fotográfico ha ganado en tres ocasiones el Premio Capturing Ecology, organizado por la British Ecological Society.