Entrevista a Pilar Serra Añó
«En sostenibilidad, es prioritario escuchar a la gente»
Vicerrectora de Sostenibilidad, Cooperación y Vida Saludable de la Universitat de València
Pilar Serra Añó (Corbera, 1984) aceptó hace dos años el reto de estar al frente del Vicerrectorado de Sostenibilidad, Cooperación y Vida Saludable de la Universitat de València. Asegura que la sostenibilidad es una cuestión transversal a todas las actividades de la Universitat y, precisamente por esto, defiende que es necesario un vicerrectorado que se dedique a coordinar e impulsar las acciones de sostenibilidad en una institución que reúne a cerca de 60.000 personas, entre alumnado y personal.
Esta misión se traduce en una gran cantidad de iniciativas destinadas a diversos colectivos universitarios, pero también a la sociedad en general. Las tareas de este vicerrectorado van desde revisar y actualizar las infraestructuras de la Universitat para hacerlas más eficientes energéticamente hasta colaborar en la incorporación de la sostenibilidad en la investigación y la transferencia del conocimiento junto con el resto de vicerrectorados implicados. Pero en un vicerrectorado que recoge también los ámbitos de la cooperación y la vida saludable, sus propuestas van mucho más allá: los mercados agroecológicos para potenciar el comercio de proximidad y la dieta saludable, la organización de cursos para potenciar la movilidad en bicicleta, la colaboración en la creación de reservas de la biosfera, la atención a la salud mental o la elaboración de una guía para un uso del agua más saludable y sostenible son algunos de los ejemplos de las muchas iniciativas que se llevan a cabo desde el vicerrectorado.
Actualmente, Pilar Serra es catedrática de Fisioterapia de la Universitat de València, aunque su formación es también un ejemplo de transversalidad: diplomada en Fisioterapia y Magisterio, licenciada en Humanidades, doctora en Educación Física y Deportiva y violonchelista. En esta entrevista hemos podido hablar con ella de los proyectos y retos de su vicerrectorado. La conversación, en su despacho en el edificio de rectorado, deja entrever una de sus principales preocupaciones: el estudiantado.
A menudo, el concepto de sostenibilidad no es fácil de definir, y no ha estado exento de debates. Por eso quería empezar la entrevista definiendo el campo de acción de su vicerrectorado: ¿a qué nos referimos cuando hablamos de sostenibilidad?
La sostenibilidad es un concepto muy amplio. La ciudadanía lo asocia normalmente con el cuidado medioambiental. Pero la sostenibilidad es más amplia, incluye también una pata social y una pata económica, que en la Universitat se traduce, por ejemplo, en introducir criterios éticos en cuestiones tan concretas como la compra pública. Entonces, la sostenibilidad podemos decir que se incorpora transversalmente a las actividades que hacemos en la universidad y, teniendo en cuenta estas tres patas, impregna desde la parte de docencia, investigación, transferencia a la sociedad –que es muy importante–, innovación… Hasta la vida en nuestros campus.
Habla de tres patas o ejes alrededor de los cuales gira la sostenibilidad: el ambiental, el social y el económico. A veces se tiene una visión muy reducida de lo que es la sostenibilidad. ¿Podemos decir de una pieza de ropa, por ejemplo, que es sostenible si se cuida su impacto en el medio ambiente pero detrás no hay unas condiciones laborales dignas?
Ese es el tema. A veces el eje social se deja de lado. Evidentemente, cuando pensamos en cómo hacer sostenible la fabricación masiva de pantalones, nos planteamos qué procedimientos debemos utilizar para no malgastar agua y contaminar menos, pero también tenemos que abordar los derechos laborales de las personas que producen estos pantalones. En este sentido, desde el vicerrectorado participamos, por ejemplo, en el Fórum Social de la Industria de la Moda. Al principio yo tenía muchas reticencias de participar, por la sombra del greenwashing en esta industria. Pero después he podido comprobar que a través del Fórum también se están haciendo esfuerzos para cambiar las condiciones de trabajo en las grandes empresas productoras de ropa. Y hablamos de ropa porque es el ejemplo que has puesto, pero nosotros en la Universitat somos grandes consumidores. Somos una institución con cerca de 60.000 personas, y por tanto consumimos productos de limpieza, de papelería, somos promotores de eventos… Así que, cuando convocamos las licitaciones, hay que tener en cuenta toda esta parte social.
Así pues la sostenibilidad es una cuestión transversal, que afecta a toda la actividad de la Universitat. ¿Por qué es necesario entonces un vicerrectorado de sostenibilidad?
Esta pregunta me la planteé cuando me ofrecieron el cargo. Es decir, si la sostenibilidad debe estar presente en todas las acciones de la Universitat, debería estar ya incluida en todos los vicerrectorados. Pero la realidad es que los vicerrectorados tienen tareas muy especializadas y, además, tienen un volumen de trabajo enorme. Por tanto, se necesita a alguien que se encargue de hacer que estas cuestiones permeen todos los vicerrectorados. Una especie de Pepito Grillo o voz de la conciencia.
¿La labor del vicerrectorado es entonces espolear de alguna forma al resto de vicerrectorados?
Continuamente, y no solo a los vicerrectorados, a todos los servicios y unidades de la Universitat. Pero que conste que me acompañan en todas las iniciativas que emprendemos.
¿Cuál es el papel de la Universitat en la formación y difusión de una sociedad más sostenible?
Nosotros abordamos diferentes ejes de actuación para llegar a la sociedad. Yo detecto, y cada vez pienso que es más frecuente, una cierta frustración en el estudiantado en relación a estas cuestiones. En unas jornadas recientes, los estudiantes argumentaban que la responsabilidad no era nuestra como consumidores, sino de las grandes corporaciones. Y tienen razón. El porcentaje más grande de responsabilidad recae en las grandes corporaciones, pero nosotros podemos ir haciendo cosas. Aunque pensemos que nuestro alcance es limitado, debemos dar pasos en la lucha contra el cambio climático, en la reducción de la huella de carbono y en la mejora de la eficiencia energética. En el vicerrectorado incluimos todos esos ejes, y también la movilidad sostenible. Queremos realmente fomentar que los trayectos a la Universitat no se hagan todos con medios combustibles. Entonces, ¿qué estamos haciendo? Lo primero es diagnosticar: conocer cómo viene la gente y cómo se mueve desde su lugar de residencia y entre campus. Y a partir de ahí lo que debemos hacer es ver las carencias. En sostenibilidad, escuchar a la gente es prioritario, sí o sí. ¿Hacen falta vestuarios porque la gente quiere venir corriendo pero no puede estar sudada todo el día? ¿Hacen falta aparcamientos seguros de bicicletas? ¿Hacen falta puntos de recarga de patinetes eléctricos? Vamos a ver qué es lo que hace falta y vamos a intentar resolverlo.
Hay cuestiones como esta de la movilidad donde la Universitat está limitada por las decisiones locales y autonómicas en cuanto a la red de carriles bicis, transporte público entre municipios… ¿Hasta qué punto la Universitat tiene capacidad de cambio en estas cuestiones?
Efectivamente, hay cosas que dependen de nosotros. Por ejemplo, hemos iniciado una formación específica para la movilidad con bicicleta entre campus. Pero hay muchísimas otras cuestiones que no. Pero si tenemos este diagnóstico hecho, podemos usarlo para convocar una mesa de movilidad a la que acudan los ayuntamientos y policias locales de los municipios donde están nuestros campus, la Autoridad de Transporte Metropolitano de Valencia, ADIF, EMT… Debemos intentar que todos los agentes implicados vean cuáles son las necesidades de la Universitat.
¿Ha habido un cambio en la comunidad universitaria respecto a la forma de realizar los trayectos para llegar al centro de estudios o trabajo?
Sí que lo ha habido, y te diré por qué lo sabemos. Hacemos varias encuestas sobre temas muy diferentes, y son encuestas que, habitualmente, contesta muy poca gente por el exceso de información que existe hoy en día. Pero la encuesta de movilidad la contestan más de 4.000 personas, lo que quiere decir que la gente está concienciada y quiere un cambio.
Es decir, que eso ya denota un interés…
De entrada, interés, aunque sea para quejarse. Y ojalá sea para quejarse, porque podemos tomar estas quejas (de movilidad u otras) y convertirlas en oportunidades de mejora de los campus. Una de las cosas que más me preocupa es la movilización del estudiantado. Llevo dos años como vicerrectora y no he sido capaz, o no como a mi me gustaría, de movilizarlos. Queremos que las iniciativas salgan de ellos. Por eso, hemos creado una formación corta para el estudiantado, de forma que a partir de esta se genere una asociación de estudiantado por la sostenibilidad. Sabemos que el estudiantado pide una universidad sostenible. Es un clamor, todos queremos una universidad sostenible, pero quizás no encontramos la forma de involucrarnos. Hemos articulado esta asociación estudiantil para que planteen las inquietudes que tienen, hagan sugerencias y podamos ayudarles a impulsar las actividades que surjan de ellos. Están muy entusiasmados y contentos, y ya están dinamizando actividades. Por otra parte, tenemos ahora una buena oportunidad sobre la mesa, porque el Real Decreto 822/2021 ha establecido unas buenas bases para que todas las titulaciones de la Universitat de València incorporen la perspectiva de sostenibilidad dentro de sus competencias.
En este sentido, recientemente se celebró en la Facultad de Magisterio de la Universitat de València el Congreso sobre Sostenibilidad Curricular y Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde se debatió y reflexionó sobre la incorporación de los conceptos de sostenibilidad y decrecimiento en los currículums superiores. ¿Cómo se introducen estas cuestiones en estudios tan diferentes como magisterio, química o matemáticas?
Por poner un caso, yo soy profesora en Fisioterapia, y doy la asignatura de estadística. Entonces, todos los ejemplos que pongo pueden tener relación con temas de sostenibilidad. Es decir, no es necesario que abordes temas concretos de sostenibilidad en tu asignatura, en ocasiones puede ser adecuado poner ejemplos o casos prácticos. En la Universitat de València tenemos muchos ámbitos de conocimiento, y ninguno escapa a la posibilidad de introducir la sostenibilidad en sus currículums. Así que vamos a trabajar de forma que todas las modificaciones de las titulaciones que se hagan incluyan la perspectiva de la competencia de sostenibilidad. Pero que no sea la típica declaración de competencia transversal, queremos concretar en qué asignaturas de cada titulación se trabajará. Hemos generado un grupo de trabajo precisamente para esto, y hemos presentado una propuesta de proyecto Erasmus+ para hacer pilotos en las titulaciones y asentar las bases. Pero por otra parte, el profesorado ya tiene bastante trabajo y esto implica un esfuerzo, por lo que estamos trabajando para que se reconozca en sus currículos la formación que hacen en sostenibilidad.
Comentaba que sí que detectan cierta sensibilidad ambiental en el estudiantado, pero es cierto que en la sociedad en general hay también un sector que se posiciona en contra de la protección del medio ambiente y de conceptos como la Agenda 2030 o los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Han detectado también estas posturas dentro de la universidad?
En la universidad, no. Pero sí que es cierto que la sostenibilidad, desgraciadamente, se ha politizado. Y es una lástima, porque hablamos de una cuestión tan básica como es asegurar nuestro futuro y que las personas vivan en las mejores condiciones posibles, de salud, laborales, etc. Todos deberíamos hacer el esfuerzo de dejar de utilizar la Agenda 2030 como arma arrojadiza, pensar realmente qué es este plan de acción y entender que es en beneficio de todo el mundo.
Y paradójicamente tenemos por una parte esta oposición de ciertos sectores de la sociedad, y por otra un uso cada vez más habitual de conceptos como sostenible, verde o eco en el campo de la publicidad y el marketing. El ambientólogo Andreu Escrivà, en su libro Contra la sostenibilidad, lo tilda de una especie de «caballo de Troya» porque ahora con estos adjetivos se venden productos de todo tipo: los coches son sostenibles, la ropa, los móviles… ¿Cree que el greenwashing desvirtúa estos conceptos?
El problema es grande. Primero, lógicamente, por el mal uso que se está haciendo de la palabra sostenibilidad, que hace que la gente deje de entender lo que es. Pero también por la gran desconfianza que se crea en el consumidor, en los usuarios y las usuarias, porque si todo es verde, si todo es sostenible, ya no sé si me están engañando o no. Así que nos toca hacer mucha pedagogía.
¿Es tarea de la universidad hacer esta pedagogía?
Es tarea de la sociedad en general, y por supuesto de la universidad también. Si no, al final, se crea desafección hacia el producto sostenible. Y, por otra parte, se puede crear también una falsa sensación de tranquilidad, de decir: comprando algo sostenible ya estoy haciendo todo lo que podía hacer.
En este sentido, ¿cree que la universidad es un referente para la sociedad? ¿Sus mensajes tiene peso en la opinión pública?
Yo querría pensar que sí. El mensaje está llegando, aunque no tanto como nos gustaría. Pero estamos trabajando en ello. Por ejemplo, dentro de las acciones de sostenibilidad curricular tenemos una asignatura optativa que se centra fundamentalmente en la ciencia y la práctica de la sostenibilidad. Así, los contenidos que se trabajan son mensajes científicos, mensajes avalados por la sociedad científica y que demuestran las ventajas de un consumo responsable y del decrecimiento, y de las prácticas cotidianas que debemos tener en cuenta para reducir nuestra huella.
Para mucha gente, el decrecimiento se continúa asociando con un retroceso en el bienestar y el modo de vida de las personas.
Sí, es cierto. Pero lo que tenemos que tener claro es que no por crecer de forma incontrolada, como hemos hecho hasta ahora, iremos a mejor, sino todo lo contrario. Los recursos naturales son finitos y el planeta no puede acumular más desechos.