Futuro

Ilustración: Anna Sanchis

El pasado condiciona el futuro, pero no lo inspira. Max Planck decía que las nuevas verdades científicas no se imponen convenciendo a los viejos expertos, sino cautivando a las nuevas generaciones. Los malos conceptos mejorados no se convierten en buenos, sino simplemente en más complicados. El motor de explosión con cilindros y cigüeñales es una complicada mala idea, muy mejorada a lo largo del siglo XX, que no sirve para el siglo XXI. Pero a la industria del automóvil le cuesta admitirlo porque está en manos de viejos expertos condicionados por el pasado y con dificultades para imaginar el futuro, se ve.

Por esta razón, ya tenemos coches térmicos electrificados, pero todavía apenas disponemos de coches verdaderamente eléctricos: como siempre, lo que sabemos nos dificulta aprender lo que convendría que supiéramos. Aptera Motors es una start-up californiana que ha empezado a fabricar vehículos de radical nueva concepción, hechos con materiales ligeros, enteramente recubiertos de células fotovoltaicas y con un motor en cada rueda (como los bogies de los trenes Siemens Velaro de alta velocidad, por cierto). El modelo Aptera 3, con baterías de 100 kWh, barato, enchufable y fotovoltaico, tiene una autonomía de hasta 1.600 km. La poderosa, espléndida y conceptualmente obsoleta industria automovilística convencional está todavía muy lejos de ofrecer tanto. Continúa con sus viejas plataformas, con la plancha de toda la vida, con los motores centrales y con sus transmisiones, palieres y diferenciales mecánicos (con los motores en las ruedas, o wheel hub drives, la diferencia de rotación se controla con un simple chip, no con engranajes pesados y de obligada lubrificación).

El problema de los viejos expertos es que saben demasiado de lo que ya no hace falta. Y el problema de las industrias consolidadas es que han invertido demasiado en lo que ya tendría que haber pasado a la historia. Eastman Kodak Company dominó el mercado mundial de los aparatos fotográficos analógicos y, sobre todo, de las películas y del papel fotográfico desde su fundación, en 1892, hasta final del siglo XX. Pero no supo ver la radical transformación que significaba la fotografía digital y acabó como una empresa menor en su ramo. Sabían demasiado de emulsiones y máquinas analógicas y demasiado poco de sistemas digitales. Los Aptera del próximo futuro son hoy los Sony fotográficos de hace veinte años. Los coches de fibra de carbono, fotovoltaicos enchufables y con motores en las ruedas dejarán pronto en evidencia a las actuales pesadas carcasas electrificadas.

«El problema de los viejos expertos es que saben demasiado de lo que ya no hace falta»

¿Por qué nos cuesta tanto darnos cuenta de este tipo de cosas? Es la famosa pereza de pensar y de cambiar. Los fabricantes de locomotoras de vapor no se convirtieron en fabricantes de máquinas eléctricas: se limitaron a desaparecer. El mundo moderno ha dejado de ser metalúrgico en buena medida, pero las fábricas todavía no lo suficiente. Sustituir paradigmas es laborioso y cansado, pero también imprescindible para no convertirse en enemigo involuntario de la ciudadanía. La gran mayoría de humanos tienen actualmente relojes personales (de pulsera o en sus smartphones), pero eso no ha fortalecido la antigua y prestigiosa industria suiza, más bien la ha minimizado. Un reloj no es un aparato con muchos rubíes y engranajes precisos, sino un dispositivo para medir el tiempo: con el cuarzo y las pantallas de plasma no hacen falta complicadas piezas móviles. Bretton Woods es pasado amortizado, pero muchos agentes económicos parecen ignorarlo.

Imponer las propias experiencias obsoletas es una decisión equivocada. La sostenibilidad debe ser confiada a las jóvenes manos que la desean, no a los amortizados garantes del viejo orden que se trata justamente de subvertir. Hay que saber pasar el testigo a las nuevas generaciones afanosas de pilotar la nave. Tenemos que saber retirarnos cuando nos convertimos más en un lastre que en emergencia. Haciéndolo, mereceremos respeto por los años de tracción aportados. Y la función senatorial, entonces, tomará sentido. Si no, no pasará de estorbo abominable.

© Mètode 2021 - 109. El secuestro de la voluntad - Volumen 2 (2021)
Doctor en Biología, socioecólogo y presidente de ERF (Barcelona). Miembro emérito del Institut d’Estudis Catalans.