‘La pasión de Juana de Arco’ y la psicomorfología

psicomorfología

Uno de los directores que más ha influido en la cinematografía moderna ha sido el danés Carl Theodor Dreyer. Quizás el nombre nos suene a ciclo muy aburrido en una filmoteca, pero a pesar de la fama de director de culto (es decir, muy aburrido), es fácil ver su influencia en obras más recientes. En La pasión de Juana de Arco, film mudo de 1928, Dreyer retrata el juicio de la santa francesa. El guion, tratando de ser fiel a la realidad, se hizo a partir de las actas originales que se conservan. La innovación es que prácticamente todo el metraje son primeros planos de la actriz Maria Falconetti. Las célebres escenas de Sergio Leone en sus wésterns, encuadrando la cara de Clint Eastwood (técnica convenientemente copiada por Tarantino), no distan mucho de lo que hacía Dreyer cincuenta años antes. La escena del juicio de Bailar en la oscuridad es absolutamente deudora de esta forma de rodar y ha influido en otros directores que han sabido utilizar el primer plano como recurso narrativo. En este tipo de secuencias, el rostro del actor o la actriz llena toda la pantalla y tanto lo que dice como su gesticulación son elementos empleados por el director para contar una historia.

¿Será verdad, entonces, que la cara es el espejo del alma? ¿Puede extraerse información de la psicología o el carácter de una persona solo observando su rostro? Durante mucho tiempo, algunos científicos han pensado que sí. Por ejemplo, el médico y criminólogo italiano Cesare Lombroso elaboró una teoría según la cual la tendencia de una persona hacia la delincuencia se podía averiguar analizando diferentes características físicas del individuo. Lombroso hizo una complicada clasificación de los tipos de criminales y explicaba que había ciertos aspectos morfológicos y anatómicos que podían predecir si alguien lo era. Él creía que ser criminal en la mayoría de los casos era una tendencia innata de origen genético, y, por lo tanto, cuando una persona tenía esta característica, había que apartarla de la sociedad, ya que nada podía evitar que se convirtiera en un peligro para el resto de la gente.

¿Había algún fundamento científico en sus postulados? Imaginemos que existiera un gen de la delincuencia o de la agresividad. Lombroso afirmaba que la tendencia innata a la delincuencia implicaba ciertas características físicas. Si esto fuera cierto, estas características tendrían que estar a la vez determinadas por diferentes genes. Los postulados de Lombroso implicarían que el gen de la delincuencia, junto con los genes que regulan las características físicas indicativas de esta, serían un bloque de genes que se heredarían siempre juntos. Esta sería la única manera de correlacionar el aspecto con la tendencia a la criminalidad. Esto entra en contradicción con una de las leyes más establecidas de la ciencia, la tercera ley de Mendel, que dice que las distintas copias de los diferentes genes se heredan independientemente. Es decir, si existiera un gen de la delincuencia –que no existe– es biológicamente imposible que se herede siempre de forma conjunta con los que regulan las diferentes características físicas. Esto invalida toda la teoría de Cesare Lombroso.

Hoy ninguna característica física permite predecir si una persona es propensa a ser un criminal violento o no. A pesar de que podríamos encuadrar la obra de Lombroso dentro del campo de la pseudociencia, de vez en cuando surgen autores que defienden versiones actualizadas de esta teoría. Últimamente, la relación del aspecto físico con la delincuencia se denomina psicomorfología, y hay algún libro sobre el tema que pretende ser científico, pero no lo es. No existe la «cara de delincuente». Por lo tanto, en el juicio de Juana de Arco en Ruan, por mucho que se fijaran, solo mirándola a la cara nunca hubieran podido discernir si las visiones que le decían que echara a los ingleses de Francia eran una señal divina o bien de una potencial psicopatía

© Mètode 2022 - 115. Belleza y naturaleza - Volumen 4 (2022)
Catedrático de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia e investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV).