Apresúrate despacio

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Sello conmemorativo húngaro emitido en 2007 con el rostro del fisiólogo y médico Hans Selye, coincidiendo con el centenario de su nacimiento. / Mètode

No es el estrés lo que nos mata,
es nuestra reacción a él.

(Hans Selye)

El ser humano ha sido siempre un organismo extraordinariamente social. Esa riqueza etológica implica una gran variedad de interacciones, tanto con sus homólogos como con el mundo exterior, que han ido cincelando nuestro desarrollo evolutivo. Un aspecto clave de la adaptación de los individuos al entorno es la capacidad de respuesta al estrés que dichas interacciones pudiesen provocar. La definición de estrés puede variar según el punto de vista bioquímico, psicológico o social. Como neurocientífico, me limitaré a definirlo como cualquier perturbación de la homeostasis causada por factores tanto internos como externos.

Existen una serie de glándulas conectadas entre sí formando el denominado eje hipotálamo-pituitaria-glándula adrenal (eje HPA). Su reacción ante los estímulos que provocan dichos cambios homeostáticos es la síntesis de una serie de péptidos, entre los que se encuentran hormonas como el cortisol, encargado de devolver al organismo a sus niveles fisiológicos previos al estrés. Sería incorrecto concebir el estrés como una reacción fisiológica con consecuencias deletéreas únicamente. La misma clase de estrés que puede deteriorar nuestra salud fue la que permitió a nuestros ancestros mantener un estado de alarma frente a sus predadores y demás peligros naturales, un aspecto clave en la supervivencia de la especie.

«La misma clase de estrés que puede deteriorar nuestra salud fue la que permitió a nuestros ancestros mantener un estado de alarma frente a sus predadores y demás peligros naturales, un aspecto clave en la supervivencia de la especie»

No obstante, sacado de su contexto evolutivo, el estrés puede resultar muy pernicioso. Una de las claves en la respuesta al estrés reside en la naturaleza de los estímulos que lo desencadenan, pues en función de su tipo, tiempo de exposición e intensidad pueden provocar efectos muy variables. Se han descrito casos de personas que, tras presenciar el fallecimiento de un ser querido, comenzaron a presentar síntomas parkinsonianos agudos apenas horas después. Del mismo modo, personas sometidas a un abuso prolongado, como agresiones sexuales, tienen una tendencia significativamente mayor a sufrir depresión en años posteriores.

Otra de las claves del efecto del estrés es la etapa del desarrollo en la que nos encontramos al ser expuestos. Existen momentos en los que el cerebro está sometido a un mayor número de cambios estructurales, como la infancia y vejez. Es ahí cuando el eje HPA parece ser más susceptible a la liberación de este tipo de hormonas en zonas del cerebro (hipotálamo, hipocampo y amígdala) más implicadas en la respuesta al estrés.

Por último, merece la pena mencionar estudios en los que los efectos del estrés han sido directamente vinculados con la aparición de diversas enfermedades neurodegenerativas. Individuos expuestos a situaciones tales como la pérdida de bienes o de trabajo tienen una mayor tendencia a desarrollar alzhéimer a edades inferiores a los cincuenta años.  

Uno podría cometer el error de pensar que vivir en un ambiente libre de los estímulos que originaron la evolución de nuestra respuesta al estrés incrementaría nuestra esperanza de vida o reduciría la probabilidad de sufrir algún trastorno neurodegenerativo. Lamentablemente no es del todo cierto, tal y como muestran varios estudios realizados en una tranquila comunidad religiosa chipriota, donde de 157 casos detectados de alzhéimer el 90 % correspondió a los miembros con mayor responsabilidad y rango dentro de la congregación. Todos estos estudios sobre las consecuencias de la relación del ser humano con el medio que lo rodea difícilmente podrán parecerse a las vividas por nuestra querida Lucy hace más de tres millones de años, allá en Etiopía. Hoy sabemos que, independientemente de la presión que el medio pueda ejercer sobre nosotros, es nuestra predisposición a sufrir estrés, esa que evolucionó en un tiempo y lugar donde éramos perseguidos por implacables leones cavernarios, la que realmente dictaminará sus efectos a corto y largo plazo…

© Mètode 2016 - 89. Los secretos del cerebro - Primavera 2016

Investigador posdoctoral del departamento de Oncología de la Universidad de Oxford.