Entender qué nos diferencia del resto de animales es una antigua obsesión del ser humano. Uno de los atributos a los que con frecuencia acudimos para justificar nuestra supuesta superioridad es la inteligencia. Pero, ¿cómo comparar la inteligencia de especies tan distintas como la de un humano, un pulpo o un delfín?
El olfato es el menos estudiado de todos los sentidos y estamos aún lejos de conocer las implicaciones funcionales de esta enorme variabilidad genética, pero podemos afirmar que no existen dos narices iguales.
Vivimos en una era de contradicciones. La era en la que podríamos aterrizar en Marte o dominar nuestro ADN, es, a su vez, la era de Trump, del negacionismo al cambio climático, o de la inversión de millones de euros en pseudociencias.
[caption id="attachment_18596" align="alignleft" width="320"] Sello conmemorativo húngaro emitido en 2007 con el rostro del fisiólogo y médico Hans Selye, coincidiendo con el centenario de su nacimiento. / Mètode[/caption] No es el
Mètode «La selección natural
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José Luis Iniesta El sol de un apacible día primaveral acaricia el verde de una pradera cualquiera en algún recóndito rincón de los Estados Unidos. Entre la hierba alta, un macho
Cuenta la leyenda que el rey Salomón tenía un anillo que le permitía entender el lenguaje de los animales, lo que le hacía sabio y poderoso. La fascinación por el