Camuflaje

Las coloraciones animales, y los patrones que generan, proporcionan algunos de los mejores ejemplos de evolución por selección natural (tanto ecológica como sexual). Uno de los aspectos más estudiados ha sido el camuflaje. Cuando pensamos en camuflaje, evocamos la imagen de un animal con un patrón de coloración que lo hace indistinguible del fondo, como una mariposa cuyas alas parecen una hoja seca o un insecto palo indistinguible del tallo de una planta. El camuflaje es una adaptación que incluye cualquier forma de ocultación que dificulta la detección y el reconocimiento del individuo, normalmente por parte de sus depredadores (o de sus presas). Se puede producir en cualquier modalidad sensorial, pero el más estudiado es el visual.

Aunque se suele considerar un carácter puramente morfológico, el camuflaje es un buen ejemplo de evolución coordinada de la morfología (patrón de coloración) y el comportamiento del animal, y surge por la combinación de ambos. Una coloración críptica, por perfecta que sea, no sirve si no va acompañada del comportamiento adecuado: la mariposa hoja seca solo pasa desapercibida si se queda quieta en un sustrato de hojas secas. Estudios en distintas especies animales han demostrado que los animales con coloraciones crípticas tienden a permanecer inmóviles más tiempo en presencia de un depredador que los conspicuos. En la mayoría de los entornos naturales, las características del ambiente visual varían en el espacio y muchos animales muestran preferencia por substratos que facilitan la cripsis. Es interesante cómo la selección natural puede favorecer esta preferencia sin que el animal «conozca su coloración» e incluso en animales ciegos. Simplemente, el individuo que elige vivir sobre un determinado sustrato –porque le atrae su olor, por ejemplo– tiene más probabilidad de sobrevivir a un depredador visual, y dejará más descendientes, si su coloración coincide (desde el punto de vista del depredador) con la del sustrato. La cripsis afecta a la supervivencia tanto de las presas como de sus depredadores, que tienen más difícil alimentarse cuanto mejor se camuflan sus presas, lo que genera presiones selectivas recíprocas entre el camuflaje de la presa y el sistema visual y las capacidades cognitivas del depredador (un proceso de coevolución).

«Los reyes del camuflaje son los cefalópodos de aguas poco profundas, que evitan la depredación visual cambiando su forma y patrón de coloración en un instante»

En climas templados, los colores dominantes cambian en cada estación y algunos animales se han adaptado a estos cambios mediante mecanismos de desarrollo que dan lugar a fenotipos diferentes en función de variables ambientales. Un ejemplo son las especies de aves y mamíferos que sufren un cambio de color del pelaje o plumaje bianual, de marrón en verano a completamente blanco en invierno. La disminución de la duración de la cubierta de nieve debido al cambio climático hace que los individuos blancos destaquen sobre los paisajes ahora oscuros. Los animales ahora conspicuos siguen comportándose como si fueran crípticos. Este desajuste del camuflaje tiene implicaciones muy negativas desde el punto de vista de la conservación, pero al mismo tiempo genera un escenario muy interesante para estudiar las consecuencias de la selección natural en acción.

Sin duda los reyes del camuflaje son los cefalópodos de aguas poco profundas –especialmente pulpos y sepias–, que se mueven entre diferentes ambientes (para buscar comida, encontrar pareja, etc.) y evitan la depredación visual cambiando su forma y patrón de coloración en un instante (0,2-2 segundos). Curiosamente estos animales son ciegos al color (tienen un único pigmento visual), pero son capaces de ajustar con exquisita precisión su color al de los fondos naturales. Esto no es del todo sorprendente considerando que muchos de sus depredadores tienen tres o incluso cuatro pigmentos visuales. Los investigadores aún no han conseguido descifrar los mecanismos que permiten a los cefalópodos daltónicos generar un «camuflaje multicolor».

© Mètode 2021 - 107. Océanos - Volumen 4 (2020)

Profesora agregada Serra Húnter del Departamento de Medicina Experimental. Facultad de Educación, Psicología y Trabajo Social. Universidad de Lleida.