Cómo protegerse del fin del mundo

Missió DART frente a los asteroides Dimorphos y Didymos

El 26 de septiembre de 2022, la misión DART de la NASA lanzó un proyectil de 600 kg contra el vecino asteroide Dimorphos, colisionando contra este a una velocidad cercana a los 24.000 km/h. El motivo de tamaña violencia era probar la tecnología necesaria para desviar un asteroide que en un futuro pudiera estar en rumbo de colisión contra la Tierra. El pequeño Dimorphos, de apenas 170 metros de diámetro, es satélite de un asteroide más grande (y cien veces más pesado) llamado Didymos. La trayectoria del proyectil se diseñó para acercar Dimorphos hacia Didymos y reducir el periodo orbital del primero. Midiendo en cuánto disminuye este periodo se puede estudiar la eficacia de la colisión. Una misión anterior, la Deep Impact, ya envió en 2005 otro proyectil contra el cometa Tempel 1, un astro diez mil veces más masivo que Dimorphos. En aquel caso no logró (ni se pretendía) desviar el cometa, ya que la enorme diferencia de masas entre proyectil y cometa no hacía esperable que hubiera una variación en la trayectoria, pero permitió probar la tecnología que ahora se ha usado por segunda vez.

Afortunadamente, los grandes impactores como el cometa Tempel 1, con capacidad de producir grandes extinciones masivas, están bien controlados por los programas de observación de cuerpos menores del sistema solar y no hay ninguno que pueda chocar con la Tierra en los próximos doscientos años. El problema son los cuerpos pequeños de pocos cientos de metros, como Dimorphos, con órbitas que de vez en cuando los acercan peligrosamente a la Tierra. No conocemos ni la tercera parte de esta población de objetos, estimada en varias decenas de miles, que podrían crear un severo daño a escala regional. Por poner un ejemplo, el choque de Dimorphos contra Valencia volatizaría por completo esta ciudad y devastaría a su alrededor un área similar a la de su provincia.

Por ello buena parte de los observatorios de todo el mundo incluyen entre sus tareas la detección y seguimiento de los llamados NEA (acrónimo de near Earth asteroids, ‘asteroides próximos a la Tierra’). Estos esfuerzos se concentran en la gran base de datos del Minor Planet Center, perteneciente al Observatorio Astrofísico Smithsoniano, donde se recopilan todos los asteroides y cometas descubiertos, así como sus órbitas y características. Existen además programas especializados que cuentan con telescopios e instrumentación dedicados exclusivamente a esta tarea. Todo este conjunto de proyectos hace que el ritmo de nuevos objetos descubiertos se acelere de año en año. Si en el 2000 no llegábamos a los quinientos anuales, en torno al 2010 ya eran mil al año y en la actualidad rondan los tres mil nuevos cuerpos menores descubiertos anualmente.

Pero no es lo mismo descubrir un objeto que se dirija a la Tierra que evitarlo. Para esto último es vital la detección temprana del objeto. Primero, porque cuanto antes se le dé el empujón al astro que nos amenaza, más eficaz será este. Y segundo, por una cuestión de plazos para diseñar una misión espacial que lo intercepte: hay que definir la potencia del cohete, que dependerá de la distancia al objeto; cuál será la ruta más adecuada para llegar y que el empujón sea efectivo; de cuánta intensidad deberá ser este, que dependerá de la masa del astro. Y luego construirlo todo, enviarlo y que llegue. Hablamos de plazos de como mínimo diez años.

De momento, ya sabemos que el resultado de la misión DART ha sido satisfactorio. Según la NASA, más de lo esperado: las últimas mediciones indican que el periodo orbital de Dimorphos ha disminuido en ¡32 minutos! Por primera vez se ha conseguido cambiar el rumbo de un asteroide. A tenor de estos resultados, parece que sí que podremos contar con una defensa espacial efectiva.

© Mètode 2023 - 117. El legado de los dinosaurios - Volumen 2 (2023)
Investigador del Observatorio Astronómico de la Universitat de València.