El artículo trata de la vida festiva ligada a los ritos de transición que sirven para sancionar los cambios de estatus social basados en la edad y el género. Se trata, pues, de rituales ligados al ciclo vital, como el bautismo, la primera comunión, el matrimonio o la muerte, acciones simbólicas enlazadas con un ciclo biológico radicalmente culturizado y que se producen en contextos inequívocamente festivos.
El origen de la vida es una de las cuestiones más apasionantes abordadas por la ciencia actual. Desde las clásicas propuestas de Oparin y Haldane en los años veinte del siglo pasado, se ha consolidado un cierto consenso en la comunidad científica según el cual la vida emergió a partir de la materia ina-nimada mediante un incremento gradual y espontáneo de complejidad bajo la influencia de ciertas fuentes de energía.
La NASA y la ESA saben que el tema de la vida atrae la opinión pública y la prensa. Por eso, siempre que es posible relacionan los descubrimientos sobre Marte con el agua líquida y la posibilidad de vida.
La investidura del profesor Richard Dawkins como doctor «honoris causa» por la Universitat de València fue sin duda uno de los actos más destacados del Año Darwin, celebrado en 2009. Richard Dawkins es uno de los intelectuales más influyentes y con mayor proyección pública de las últimas décadas.
En la dinámica interna de la ciencia es habitual encontrarse con la formulación de nuevos temas alrededor de los cuales se amontonan conceptos, métodos y resultados en suficiente cantidad y cualidad como para que aquellos que los proponen sugieran que estamos frente a una nueva ciencia.
El embarazo y el parto son procesos mediadores para conseguir un objetivo, lanzar a la vida un nuevo ser humano. El bebé humano nace «prematuramente» por diversos motivos (bipedestación humana, cerebro muy desarrollado, compleja vida extrauterina…), y su primer año de vida debe ser valorado como una gestación extrauterina, como los canguros.