El desperdicio alimentario es uno de los retos globales de mayor relevancia en la actualidad. Se trata de un problema de grandes dimensiones que es necesario abordar con la implicación de toda la sociedad. Diferentes estudios señalan que un tercio de los alimentos producidos en el mundo no llegan a consumirse. Los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estiman que cada año pueden llegar a perderse hasta 1.300 millones de toneladas de alimentos.
Por este motivo, la Generalitat Valenciana ha puesto en marcha, desde la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, el Plan BonProfit. Uno de los objetivos del Plan es realizar acciones de concienciación y visibilización del problema, con el fin de implicar a toda la ciudadanía en un cambio de hábitos que ayude a prevenir y minimizar la pérdida y el desperdicio de alimentos.
En la Facultad de Magisterio de la Universitat de València se está llevando a cabo un proyecto de visibilización y denuncia dentro del Plan BonProfit, que implica a 150 estudiantes del último curso del Grado en Maestro/a en Educación Primaria. El objetivo principal de esta actividad es poner el foco de atención en la importancia y la magnitud del problema. Las responsables del proyecto son las profesoras de la Facultad de Magisterio Tatiana Pina Desfilis, Olga Mayoral García-Berlanga, Anna R. Esteve Martínez y María Calero Llinares. El trabajo está siendo coordinado por María Ángeles Fernández Zamudio (Institut Valencià d’Investigacions Agràries) y cuenta, además, con la colaboración de Adriana Antón Peset, exalumna de Magisterio e investigadora del proyecto.
La actividad en la que ha participado el alumnado ha consistido en la elaboración de unos pósteres donde exponen casos reales de desperdicio alimentario y cuantifican la cantidad de alimentos tirada a la basura. Algunas de las situaciones estudiadas son comedores escolares, hogares, bares y restaurantes, mercados y supermercados, campos agrícolas e incluso el servicio de comida de una aerolínea. Los pósteres plasman el resultado de las investigaciones realizadas por el alumnado de Magisterio y plantean propuestas para tratar el problema desde la perspectiva ciudadana y docente.
La exposición de los pósteres se encuentra en la entrada de la Facultad de Magisterio desde el 24 de noviembre hasta el 8 de diciembre.
Uno de los objetivos de esta actividad es visibilizar los tres tipos de problemas generados por el desperdicio alimentario: ambientales, sociales y económicos. Frecuentemente se pone toda la atención en estos dos últimos y se olvidan los impactos ambientales que se pueden generar. La actividad hace una crítica en este sentido e intenta poner de relieve la magnitud de los problemas ambientales.
El proyecto consta también de una vertiente educativa, donde el alumnado tiene que hacer propuestas didácticas concretas y elaborar materiales docentes que se puedan trabajar en el aula de Educación Primaria, ya que el problema del desperdicio de alimentos no aparece en el currículum escolar. Uno de los retos para el futuro profesorado es pensar en cómo incorporar y relacionarla con otros contenidos que sí forman parte del currículum, como la salud, la sostenibilidad o el consumo responsable.
Las responsables del proyecto destacan que todas las actividades llevadas a cabo por el alumnado de Magisterio deben estar vinculadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Aunque la lucha contra el desperdicio de alimentos se relaciona con el ODS 12 (Producción y consumo responsables), las profesoras insisten en la importancia de trabajar desde una perspectiva más global, dado que todos los ODS están relacionados entre sí.
Las conclusiones a las que el alumnado ha llegado con la realización de este proyecto, explican Tatiana Pina, Olga Mayoral y Adriana Antón, son contundentes y compartidas por todos. En primer lugar, según cuenta el alumnado, cuantificar los alimentos que se tiran a la basura les ha ayudado a adquirir plena consciencia sobre la magnitud del problema. Además, también han reparado en la importancia de comprar y consumir piezas de fruta y verdura con un menor atractivo visual. Estas, tan buenas como cualquier otra pieza, suelen crear rechazo entre los clientes, lo que hace que nadie las compre y los supermercados o fruterías acaben tirándolas. Las responsables del proyecto destacan la importancia de concienciar sobre el problema del desperdicio alimentario dado el papel transformador del futuro profesorado en la sociedad.