El experimento de Stanley Miller cumple setenta años

Compartimos el capítulo del libro Un planeta creatiu, de Juli Peretó, donde el autor explica la historia en primera persona

stanley miller

Han pasado setenta años desde que un joven Stanley Miller – de solo 23 años – publicó su experimento popularmente conocido como “caldo primigenio”. Gracias a un mecanismo relativamente sencillo que él mismo diseñó, consiguió demostrar que las moléculas esenciales de la vida pudieron formarse espontáneamente en las condiciones atribuidas a la Tierra primigenia. Juli Peretó relata en su último libro los sucesos que permitieron sacar adelante este histórico experimento.

Nacido en 1930 en Estados Unidos, Miller estudió ciencias en la Universidad de Chicago, donde coincidió con profesores de gran prestigio como Enrico Fermi o Harold Urey, que tuvieron una gran influencia sobre él. En una entrevista concedida a la revista Mètode en 2003, el científico confesó que fue precisamente durante una conferencia sobre los orígenes del sistema solar impartida por el químico Harold Urey donde surgió la idea de hacer el experimento. Según explicaba, Urey sugirió que, durante la formación de la Tierra, el planeta habría tenido una atmosfera compuesta principalmente por hidrógeno, metano, amoniaco y agua, y que esta mezcla sería favorable a la síntesis de moléculas orgánicas. En otras palabras, Urey estaba describiendo lo que pensaba que era el origen de la vida en la Tierra.

Al comenzar su carrera en investigación, Miller se interesó en el origen de los elementos químicos en el universo. En 1952, Edward Teller, quien había sido hasta el momento director de la tesis de Miller, abandonó la Universidad, y Miller eligió a Harold Urey como nuevo director de su tesis. Así, le propuso desarrollar el experimento sobre los orígenes de la vida en la Tierra que había planteado en la ya mencionada conferencia. Urey, escéptico acerca de la viabilidad del proyecto, acabó aceptando, con la condición de que el estudiante abandonaría la investigación si no había conseguido ningún resultado prometedor en un periodo de seis meses, y elegiría otro tema para su tesis.

Los dos científicos comenzaron a trabajar en el experimento, y fue durante este proceso cuando Miller diseñó el aparato de vidrio que se convertiría en la parte esencial de su hallazgo. En él, simularon las condiciones de la atmósfera primitiva gracias a dos recipientes conectados entre ellos. El primero alojaba los gases que esa atmósfera habría tenido: metano, hidrógeno y amoniaco, y en el segundo se colocó agua hirviendo. Al evaporarse esta agua, el vapor ascendía hacía el primer recipiente. El tubo que conectaba ambos contenía un condensador, que permitía que se generara lluvia. Finalmente, el artefacto tenía integrado una espiral de Tesla, que se encargaba de generar las descargas eléctricas necesarias que simularían los rayos. Una vez recreados todos los elementos que se pensaba que habían influido en la creación de la vida, únicamente podían esperar y observar.

Solamente fueron necesarios unos pocos días para obtener los primeros resultados. En el aparato de vidrio se detectó la presencia de diferentes ácidos y aminoácidos dentro de la solución acuosa, y en el recipiente que simulaba la atmósfera, monóxido de carbono y nitrógeno. Después de unas pocas variaciones, en diciembre de 1952 Stanley Miller dio con unos resultados prometedores, y escribió un artículo explicando el experimento que se publicaría en mayo del año siguiente en la prestigiosa revista Science. Con este experimento, Stanley Miller, con la ayuda de Harold Urley, consiguió recrear las bases de los primeros organismos vivos en la Tierra, y demostraró que las moléculas esenciales de la vida se formaron espontáneamente en las condiciones conocidas de la Tierra primitiva.

Juli Peretó, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, ha publicado recientemente la obra Un planeta creatiu, que contiene un capítulo donde narra, en primera persona y adoptando la figura de Stanley Miller, todo el largo proceso que resumen estas líneas. El autor reconoce que cambiar el registro para introducir un pasaje totalmente narrativo dentro de un libro de divulgación fue un ejercicio arriesgado. No obstante, el resultado muestra «una manera diferente de contar la historia», ya que aquello que buscaba no era explicar el famoso experimento de forma aséptica, sino reflejar la vivencia de Miller, prestando especial atención en su empeño e insistencia para sacar adelante el experimento, pese a la reticencia de Urey.

© Mètode 2023
Graduada en Periodismo por la Universitat de València.