Entrevista a Pas García

«Si las mujeres tenemos que elegir entre cuidar de la familia o ser catedráticas no somos libres»

Catedrática de Óptica en la Facultad de Física de la Universitat de València

Pas García es Catedrática de Óptica en la Facultad de Física de la Universitat de València. Su principal campo de investigación es el estudio de los tecnologías ópticas y optoeléctricas, ya que, como ella afirma, siempre le ha interesado la luz, saber cómo y por qué funcionan las cosas que vemos y las que no vemos. Apuesta por hacer una física al servicio de la sociedad, y por eso trabaja en proyectos que también puedan contribuir en otros campos de la ciencia, como la biología o la dermatología. Además, es una firme defensora del papel de la mujer en la ciencia y está comprometida con la reivindicación de los derechos de las investigadoras, que deben enfrentarse a números obstáculos en el desarrollo de su carrera académica. Este compromiso le ha llevado, desde hace años, a asociarse con grupos de mujeres científicas. Actualmente es directora de la Comisión de Igualdad de la Facultad de Física (UV) y presidenta del Grupo Especializado de Mujeres en Física (Real Sociedad Española de la Física).

Es catedrática de Óptica en la Universitat de València. ¿Cómo ha sido el camino para llegar hasta aquí?

Cuando estaba en el colegio, en los ochenta, los colegios públicos ya empezaban a coger fuerza. En mi pueblo tuvimos la suerte de que vinieron profesores y profesoras muy proactivos. Y esta polaridad entre géneros que hoy hay, aunque por supuesto que existía, no la sentíamos tanto. Yo siempre tenía la sensación de que podía hacer lo que me gustase, y en casa me lo fomentaron; la figura de mi padre ha sido también muy importante. Como me gustaba mucho la naturaleza, saber cómo funcionaban las cosas y las matemáticas, los caminos me fueron llevando hasta la física. Tuve un profesor que fue un gran referente para mi en COU, que explicaba las cosas con mucha pasión, y decidí venir a València a estudiar Física. Antes era muy vocacional, y aunque era una materia difícil había mucha gente. Después de acabar la licenciatura, no tenía muchas ganas de salir al mundo laboral y siempre me había gustado la investigación, así que accedí a una beca doctoral para hacer la tesis y continué con el doctorado en la facultad. Estaba en un momento en el que se acababa de implantar el grado de óptica y optometría en la Universitat de València y se necesitaba mucha fuerza docente. Conseguí la plaza de ayudante con veintiséis años y la titularidad con 32, después de pasar un año en el extranjero. Quiero incidir en la edad, porque lo que pasa ahora es completamente diferente. Ahora se accede a la carrera universitaria desde plazas de ayudante doctor con más de cuarenta años, está habiendo un gap generacional que tendrá serias consecuencias en un futuro no muy lejano. Continué trabajando y me acredité como catedrática diez años después de la titularidad. La congelación de la tasa de reposición del año en el que me acreditaron (2012) hizo que el profesorado tuviera que esperar a que las universidades pudieran sacar sus plazas. Finalmente, en 2017 ocupé una plaza de catedrática en la Universitat.

«Tuve que buscar asociaciones de mujeres científicas para entender que lo que me pasaba no era personal, sino que se debía a cómo está entendida la manera de hacer física»

¿En qué proyectos o investigaciones trabaja ahora mismo?

Lo que yo investigo dentro del campo de la óptica es estudiar la polarización y la difracción de la luz. Ahora llevo unos cuantos años especializándome en el procedimiento y funcionamiento de las pantallas de cristales líquidos. Estudio sus características para observar las estructuras de luz que puedan ser interesantes en biología o en dermatología, donde se puede ayudar en la detección de melanomas. Me gusta buscar la parte de la ciencia que puede tener una utilidad para la sociedad; esto siempre lo he tenido muy claro, y creo que es algo muy de mujeres, el hecho de utilizar la ciencia y la tecnología para resolver problemas que ayuden a la gente. Pienso que a las mujeres nos gusta la tecnología, lo que pasa es que en el mundo tecnológico predomina la visión de que lo más importante es la belleza, la precisión técnica, y a las mujeres nos interesa más el para qué. Solemos dar más importancia a los valores comunales y no tanto a los que tienen que ver con el interés por obtener logros personales.

También es directora de la Comisión de Igualdad de la Facultad de Física. ¿Cómo y por qué decidió formar parte?

Llegué a este tipo de asociaciones y al feminismo en la ciencia como una cuestión de necesidad personal y profesional, porque casi siempre he estado sola, siempre he sido la única mujer. En las estadas en el extranjero me di cuenta de que fuera de España la situación es mucho peor. Las físicas tenemos una dualidad e género y «no género», estamos luchando para integrarnos en la supuesta física «desgenerizada» porque la física tiene que ser objetiva, se debe aplicar el método científico, y somos mujeres, tenemos género, y a veces nos cuesta encontrar esa identidad como científicas. De hecho a lo largo de la vida profesional vas ocultando esa parte de mujer física porque estás en un entorno muy masculinizado, y para sobrevivir te mimetizas y acabas haciendo la física que se ha hecho siempre, porque se supone que es así como tiene que hacerse. Tuve que buscar asociaciones de mujeres científicas para entender que lo que me pasaba no era personal, sino que se debía a cómo está entendida la manera de hacer física. Llegué a AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas) en el 2002, vi que otras mujeres tenían el mismo problema y nos unimos, porque es importante organizarse para actuar: hacemos una fuerza común para cambiar las cosas. Tengo suerte de estar en una universidad como la de València, en la que los estudios de género son tan importantes. Tenemos una Unidad de Igualdad estupenda, bien dotada, muy proactiva y con personal bien formado. Conozco otras unidades de igualdad en otras universidades que dejan mucho que desear. Estar en un contexto donde se le da tanta importancia a la igualdad te motiva a trabajar para esto. Estuve en la comisión redactora del II Plan de Igualdad de la Universitat representando al campus de Burjassot-Paterna. En los campus de ciencias, todo lo que hacemos las mujeres por la igualdad es voluntarismo puro y duro, porque las cosas que hacemos no cuentan para ir progresando en nuestra carrera, como sí puede pasar en ramas como la sociología o la historia, donde se pueden hacer investigaciones dedicadas exclusivamente al papel de la mujer. Este es un compromiso que tengo conmigo misma, trabajar para que haya más mujeres en la ciencia y tecnología. También fue una suerte encontrarme el Grupo Especializado de Mujeres en Física, la Real Sociedad Española de Física es una de las pioneras en tener un grupo de mujeres, del que soy la segunda presidenta.

Recientemente este grupo ha publicado el estudio “Las físicas en cifras: Universidad”. En él, se analiza la presencia de mujeres en la docencia e investigación en los diferentes campos de estudio de la física. ¿Cómo valora la presencia de mujeres en estos campos?

Me parece muy importante recopilar datos desagregados por sexo para hacer un correcto diagnóstico de la situación real de la presencia de las mujeres en todas las áreas de la ciencia y la tecnología. En el CSIC, la Comisión de Mujeres y Ciencia hace anualmente una recopilación de datos en este sentido, y los datos desagregados por sexto del personal de física y tecnologías físicas siempre está contemplada, pero nunca se había hecho desde las universidades públicas, así que decidimos hacerlo. Según los datos del Ministerio de Universidades publicadas en su informe «Datos y cifras del Sistema Universitario Español» en 2021, el porcentaje de mujeres PDI es del 42,4% y el de catedráticas del 23,9%. Según la red GENERA (Gender Equality Network in Physics in the European Research Area) tanto en las universidades de Estados Unidos como parte de las de Europa, en promedio la fracción de profesoras de física se sitúa en el 16%, es evidente que son números terribles. Por otro lado, no todas las áreas que hay en la física son iguales; hay algunas con más presencia de mujeres, como la física de la Tierra o la física médica. En otras áreas, como la física teórica o la atómica, hay muy pocas mujeres. En la facultad de física se imparte un máster de física médica, y en este la mitad del estudiantado son chicas, pero en el máster de física avanzada el número está en torno al 25%. El departamento de óptica de la Universitat de València está formado por más de 40 personas PDI; yo soy la única catedrática en mi departamento y la única mujer en la unidad docente óptica-física, que es la que se encarga de impartir la docencia en el grado de física y los dobles grados. En el departamento somos bastantes chicas, pero la mayoría son optometristas, que son compañeras de otra titulación de ciencias de la salud en las que hay más presencia de mujeres.

En el estudio vemos como, a medida que avanza la carrera académica, la proporción de mujeres baja.

Esto es algo generalizado en todas las ciencias, es el techo de cristal, la segregación vertical. Llega un momento, que suele coincidir con la maternidad, donde no se puede con todo. Las mujeres tenemos mucha carga, somos las que nos ocupamos normalmente del entorno doméstico y las curas, y esta sobrecarga hace que tengamos que elegir, y ea elección es muy injusta porque supone un retroceso en la vida profesional que no afecta iguala nuestros compañeros hombres. Que seamos las mujeres las que tenemos que elegir si queremos cuidar de la familia o ser catedráticas nos hace no ser libres. Y el principal problema de todo esto es el abandono de muchas de ellas. Hay informes que demuestran que la mitad de mujeres en STEM abandonan el trabajo a tiempo completo cuando tienen el primer hijo, y esto supone una pérdida de talento femenino que no deberíamos asumir con tanta normalidad. También hay un término anglosajón que es el Bi-Call, se refiere al hecho de que las mujeres tengan que estar alerta para resolver cuestiones domésticas, y esta carga mental afecta a la vida profesional. Las instituciones deben tomar medidas de conciliación de la vida personal, pero estas están basadas en el tiempo, no en recursos. Si lo que disponemos para conciliar es tiempo, al final siempre tiene que haber alguien que tiene que reducir su jornada y su salario. Si tenemos recursos, como guarderías o centros de atención a gente mayor, ya no afectará tanto al tiempo de las personas. También se deben ir cambiando las jornadas maratonianas de trabajo, ese rol de científico o físico que está solo en su despacho trabajando 24 horas al día los 7 días de la semana. Esto está heredado del modelo androcéntrico de la ciencia, donde las reglas están pensadas por y para los hombres. Hay que repensar una ciencia más horizontal, donde los valores basados en obtener méritos personales con mucha competitividad no sean los que imperen. Que sean los valores comunales, de colaboración de unas personas con otras, con diversidad y cooperación los que se reconozcan. Además, numerosos estudios demuestran que a las mujeres nos cuesta todo mucha más en la carrera académica: tenemos menos proyectos de investigación como IPs y en menos cuantía, tenemos cartas de recomendación más cortas y dubitativas y con menor referencia a la excelencia, estamos menos citadas, tenemos un 30% de participación en autorías de artículos y solo un 5 o 10% como primeras firmantes, tenemos menos probabilidades de participar en colaboraciones internacionales, que generalmente atraen mayor cantidad de citas y prestigio científico… . Esta carrera de obstáculos terrible y persistene dificulta enormemente que podamos conseguir los lugares de responsabilidad donde se toman las decisiones al mismo ritmo que lo hacen nuestros compañeros hombres. Solo con políticas científicas con acciones positivas o compensatorias adecuadas lo podremos conseguir.

«Creo que las campañas que se hacen en días como el 11 de febrero están ayudando a atraer a las mujeres, pero aun no llegamos a los niveles que teníamos antes»

¿Cómo ha evolucionado la presencia de mujeres en la Física desde que empezó sus estudios?

Hace años  llegamos a tener un 33 o 35% de mujeres matriculadas en la facultad. Ahora, oscilan entre un 20 o 25%, dependiendo de las universidades. Pienso que esta disminución tiene origen en el momento en el que la física dejó de ser una materia obligatoria en secundaria. Antes, si te querías dedicar a la ciencia, aunque fuera a la medicina, tenías que estudiar física, todo el mundo estudiaba física. Por lo tanto, si conocías la física, podías saber si te gustaba o no. Después de uno de los múltiples cambios de la ley de educación, se pasó a los bachilleratos de ciencias tecnológicas y ciencias de la salud, y aquí fue la catástrofe para parte de la física y para parte de las ingenierías. Empezó el aumento de mujeres en las titulaciones de ciencias biosanitarias y la pérdida de las mismas en física e ingeniería. Hablamos mucho de carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), pero se debería repensar esta S de ciencias. Porque si hablamos de biología, medicina o biotecnología, por ejemplo, encontramos campos muy feminizados. En química, el 50% son mujeres, en biología, el 60% son mujeres. En estas carreras no hace falta hacer ningún esfuerzo. ¿Dónde debemos hacerlos? Ahora se habla mucho del acrónimo PECS: física, ingeniería y ciencias de la computación, porque se ha demostrado que es en estas carreras donde faltan mujeres y se necesitan políticas para atraerlas. Muchas chicas no llegan  porque solo si eliges el bachiller científico-tecnológico das física. ¿Cómo vas a hacer una carrera de física si no has dado la materia?. Ahora se nota algo de mejora. Soy una persona positiva y creo que las campañas que se hacen en días como el 11 de febrero (Día Mundial de la Mujer y la Niña en Ciencia) están ayudando a atraer a las mujeres, pero aun no llegamos a los niveles que teníamos antes.  En matemáticas es peor aún. Ahora, por la popularidad de la inteligencia artificial y del big data muchas empresas necesitan matemáticos. Ha subido mucho la nota de corte y la competitividad, y las mujeres no quieren competir, no se sienten cómodas. Y esto se ve mucho en clase, se nota que a las chicas les cuesta más participar. El profesorado no está formado en este aspecto, en motivar a las mujeres a que participen en clase y crear un entorno adecuado para eliminar los sesgos y desigualdades.

¿Qué medidas piensa que podrían aplicarse para atraer más mujeres hacia la física? ¿Cuáles diría que son los principales problemas que llevan a la baja presencia de mujeres en la física?

Romper estereotipos de género sería la primera medida. Existe una creencia de que la mayoría del estudiantado de secundaria ve las carreras de física más asociadas a rasgos masculinos (gente de carácter fuerte, insensible, agresiva) y las carreras de la rama biosanitaria asociadas a rasgos femeninos (gente obediente, afectuosa, comprensiva), según un estudio hecho por la Universitat Oberta de Catalunya en 2017. También una formación del profesorado en género es imprescindible. Por razones históricas, culturales, políticas, económicas y sociales, las mujeres hemos estado subrepresentadas en la investigación científica y el hecho de que la universidad sea una institución que garantiza la igualdad formal por razón de género no garantiza en la práctica una igualdad real de oportunidades. A veces el profesorado no es consciente de su papel activo en crear esta igualdad real, y desde las aulas y los laboratorios podemos ayudar. En la facultad de física el personal docente e investigador femenino representa el 20,7% del profesorado. Somos una de las facultades con menos mujeres, y esto afecta a la visibilidad y percepción por parte del alumnado de que la física es un mundo de hombres sin referentes femeninos. también es conveniente que se hable de física a lo largo de la historia, que estas aparezcan en los libros y se citen en clase, porque hay muchas mujeres que contribuyeron a descubrimientos significativos en física y han sido ocultadas. Por citar algunas: Gabrielle Émilie Du Chatelet, María Cunitz, María Gaetana Agnesi, Mary FairFax Greig Somerville, Marie-Shopie Germain, Emily Warren Roebling, Hertha Marks Ayrton, Sofia Vasílievna Kovalévskaya, Agnes Pockels, Harriet Brooks, Katherine Burr Blodgett… son solo un ejemplo de entre muchas más. El profesorado debe hacer un esfuerzo por visibilizarlas. En el blog de Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHV «MujerConCiencia» editado por Marta Macho se pueden encontrar muchísimas físicas y científicas. Utilizar un lenguaje no sexista también ayuda a crear un ambiente donde todo el mundo esté incuido.

© Mètode 2022
Graduada en Periodismo por la Universitat de València.