Los espacios naturales, la víctima silenciosa de la DANA
La Albufera o el río Turia se han visto notablemente afectados por las inundaciones que azotaron la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre
Ya son más de 220 los fallecidos y 78 los municipios afectados a causa de las inundaciones que afectaron a la provincia de Valencia la tarde del martes 29 de octubre. Unas inundaciones que han provocado un desastre a muchos niveles, incluido el ambiental.
Los efectos de la DANA han afectado notablemente a los espacios naturales de la provincia, y los han dejado en una situación delicada. Esta circunstancia se agrava todavía más si se tiene en cuenta la situación previa de zonas litorales o parques naturales como La Albufera, que se encontraban en un proceso de conservación y recuperación de sus ecosistemas.
Más que nunca
La Albufera de Valencia es seguramente el símbolo verde más característico de la Comunitat Valenciana. Declarado parque natural en 1986, La Albufera tiene un gran valor ecológico ya que en ella habitan especies en peligro de extinción como el fartet o el samaruc. Además, su gran extensión (21.120 hectáreas) sirve de sustento clave para los arrozales que se sitúan en ella y a su alrededor.
Tras la DANA del 29 de octubre, el ecosistema de la Albufera se ha visto totalmente abordado por la gran cantidad de elementos externos que han llegado desde las zonas anegadas. La rambla de Poyo o barranco de Chiva desemboca directamente en este espacio natural, lo que ha provocado que decenas de coches destrozados, materiales tóxicos o una cantidad ingente de plásticos, medicamentos y todo tipo de productos provenientes de hogares y polígonos industriales hayan ido a parar al parque natural. Un paraje cuya situación previa ya era delicada. Javi Jiménez Romo, biólogo y técnico de La Albufera, señala que «esta es la agresión ambiental más fuerte que ha sufrido La Albufera desde que es parque natural».
Miguel Ángel Gómez-Serrano, profesor del Departamento de Microbiología y Ecología de la Universitat de València, advierte de que aún se desconocen las consecuencias de esta llegada masiva de materiales. «Ahora la prioridad son las personas, las localidades y las infraestructuras afectadas por la DANA, pero cuando se vaya recuperando la normalidad habrá que establecer prioridades para restaurar los ecosistemas afectados y, de paso, repensar el modelo de gestión para este valioso espacio natural», explica el investigador.
Y es que La Albufera se estaba recuperando lentamente de un proceso medioambiental que tenía como objetivo recuperar la calidad del agua que había tenido antaño. Antes de la DANA, ya existían zonas del parque donde la calidad del agua no era óptima para el desarrollo de muchas especies de la zona y que después de este desastre natural, deja en una situación muy delicada a La Albufera. Miguel Ángel Gómez-Serrano explica: «Desconocemos las consecuencias que esta DANA puede tener sobre este proceso a corto y medio plazo, pero sí sabemos que a largo plazo se deben garantizar ayudas si queremos que algún día el lago vuelva a tener la transparencia y vida que perdió en los años ochenta».
La biodiversidad es otro de los puntos claves a la hora de valorar qué efectos ha tenido la DANA en la zona. A pesar de lo que pueda parecer en un primer momento, muchas especies tienen la capacidad de adaptarse a las nuevas situaciones del lago. Sin embargo, existe una cantidad de especies que ya estaban amenazadas antes de la DANA. Según Miguel Ángel Gómez-Serrano, la supervivencia de estas dependerá de la capacidad de respuesta para restaurar sus hábitats. «Esperemos que los políticos no se olviden de La Albufera, que ha demostrado una extraordinaria capacidad para evitar, si cabe, todavía más destrucción», añade el científico. Y es que pueblos situados en el litoral del parque como Pinedo o El Saler no se vieron afectados por la inundación gracias a los cultivos que rodean la Albufera, que actuaron como una esponja y absorbieron gran cantidad de agua que, de otra forma, habría llegado también a estas localidades.
La alcaldesa de Valencia, María José Català, se pronunció este pasado miércoles respecto a la situación del parque natural: «La catástrofe tiene que servir como palanca de cambio para dar una solución a la laguna. Este es el momento de consolidar un trabajo que veníamos tiempo reflexionando y que ahora después de la DANA posiblemente sea la oportunidad para darle una solución definitiva». Raúl Mérida, director general de Medio Natural y Animal de la Generalitat Valenciana, en declaraciones para la SER, señalaba la semana pasada que tras los primeros análisis «no han salido valores contaminantes graves» y que, después de una primera valoración, «no hay grandes afecciones en el agua». No obstante, puntualizaba que la zona norte y noreste está algo más afectada.
Esto choca de frente con la versión expuesta por Javi Jiménez: «Tenemos que enfrentar el problema como toca. No se está haciendo lo suficiente. La Albufera ya estaba mal hace un mes por la descoordinación gubernamental». El biólogo critica duramente esta gestión que «lleva años lastrando» al parque natural y exige un centro de coordinación en el que participen actores sociales que cuiden el parque de una manera correcta. «Necesitamos soluciones basadas en la naturaleza. No vamos a salir de aquí si cada administración hace las cosas como quiere. Hay que despolitizar las acciones», añade. Al mismo tiempo, defiende que se debe involucrar a agricultores, pescadores, ecologistas y a las universidades y administraciones involucradas en un proceso de renovación que salve al parque natural. «Necesitamos un cambio ya, más que nunca», concluye Javi Jiménez.
El Turia y su bosque de ribera
El río Turia es otra de las zonas naturales que se han visto afectadas por la DANA. A pesar de que el nuevo cauce tuvo la capacidad de acoger toda el agua que le llegó, aguas arriba sí que hubo más problemas. «La riada afectó a muchas zonas colindantes al dominio público hidráulico», explica Sales Tomàs, directora gerente de la Fundación Limne, entidad dedicada a la restauración de los ríos y cuya sede, en Quart de Poblet, se vio afectada por la subida del río. «El cauce no tenía la zona de la llanura de inundación adecuada y no tuvo la capacidad de albergar tanta agua a causa de la ocupación de la zona. Esto provocó que el río llegara a tener una altura de hasta dos metros y medio», explica Tomàs. Además de los vehículos y plataformas arrancadas que provocaron la acumulación de agua, la gran cantidad de cañas Arundo donax, especie invasora, causó un problema todavía mayor ya que evitó la evacuación de las aguas y formó un tapón que magnificó el nivel de la inundación.
Sales Tomàs recalca el impacto que ha tenido la DANA en los bosques de ribera, situados en el inicio hidromorfológico del río y que suponen un elemento de gran valor ambiental. El nivel tan devastador de las inundaciones dificulta que este bosque de ribera se pueda recuperar pronto de la destrucción que la DANA dejó a su paso en esta zona, lo que provoca irremediablemente que el nivel ecosistémico del río se vea reducido. Ante la pregunta de cuándo el Turia recuperará sus niveles pre-DANA, Sales Tomàs augura un futuro complicado para estos bosques de ribera. «Lamentablemente, los indicadores hidromorfológicos son lentos. Para un árbol necesitas entre veinte y treinta años para que llegue a un estado maduro y por lo tanto tener un índice hidromorfológico elevado», explica la responsable de la Fundación Limne. «Vamos a tardar mucho tiempo en recuperar la imagen del río Turia que teníamos antes de la DANA», sentencia.
Otro de los puntos que se vieron afectados fueron las costas de la provincia de Valencia, que recibieron una gran cantidad de residuos provenientes del Turia, el Magro y la Albufera. Cañas, restos de infraestructuras o componentes nocivos como lejía y combustibles llegaron hasta el mar Mediterráneo dejando un escenario desolador. El daño ha sido tan severo que todavía se tiene que hacer una evaluación completa de los daños que ha podido provocar la DANA en muchas de las zonas de playa, tanto en la superficie como en el mar.
El cambio climático en el foco
Ante esta situación de extrema fragilidad en el que se encuentran los espacios naturales de la provincia, es necesaria la actuación eficaz y temprana para aplacar las consecuencias de las inundaciones. «Hay que acabar con la tendencia a minimizar el problema», insiste Javi Jiménez. «Las instituciones están sobrevalorando sus capacidades individuales y no estamos a la altura de lo que estamos viviendo».
Todo indica que el cambio climático nos traerá más fenómenos meteorológicos de este tipo en los próximos años. Un estudio elaborado por ClimaMeter señala que las DANAs que suelen suceder en esta zona del Mediterráneo durante esta época son un 15% más húmedas. Esto es provocado por un aumento notable de las temperaturas medias y por tanto de la temperatura del mar que se evapora y que, al entrar en contacto con el aire frío, provoca precipitaciones más agresivas y, en última estancia, en un mayor riesgo de inundaciones como las que tuvieron lugar hace casi un mes. «Todo esto que se está viviendo es un drama humano derivado de ignorar el cambio climático», concluye el biólogo.
Actualizado 28/11/2024, 07:44