Siempre sopla el viento en nuestras canciones
La naturaleza como protagonista de la ‘Cançó’
Ens ho ha de dir la veu tremolosa
i trista d’un campanar.
Un cop de llum i el crit d’una garsa
que ha despertat amb fam i busca
per entre blats i civades
qualsevol cosa per omplir el pap.
Joan Manuel Serrat, Cançó de matinada, 1967
Cuando en la primavera de 1967 Joan Manuel Serrat saltó a las listas de éxitos con Cançó de matinada, además de la novedad de ver un tema en catalán en las primeras posiciones de los hit-parade, la composición aportaba un ingrediente que, si no totalmente innovador, al menos sí que era poco frecuente en la música pop de la época: la llamada naturalista ahora como protagonista destacada del cancionero popular. En unos momentos en que la sociedad española descubría los brazos seductores de la sociedad de consumo, el cantante fijaba su mirada en un mundo rural, alejado y ajeno del nuevo paraíso electrodomesticado que proyectaba una rampante televisión en blanco y negro. Serrat hacía una vibrante defensa y proclama de arraigo en el paisaje catalán y mediterráneo, del que ya había dado primicias a propósito de aquel «mar tan nuestro que viene a besarme el rostro» que enunciaba en la canción Ara que tinc vint anys, su primer manifiesto biológico.
«Como expresión lírica, la Cançó sigue puntualmente los temas que han pasado previamente por las páginas de la poesía y sus artífices, los poetas»
A lo largo de su obra literaria y musical, junto a temáticas como las amorosas o de carácter social, sobresaldrá en la lírica serratiana la naturaleza experimentada desde diferentes miradores y contenidos. Desde la observación reflexiva a la alerta ecológica, desde el paisaje botánico –con una lista abundante de diferentes especies arbóreas, como olivos, robles, encinas, pinos, palmeras, etc.– al observatorio ornitológico poblado por gaviotas, vencejos, palomas, pájaros o halcones, entre otras especies; o el canto a bichos más domesticados como el gallo carneriano o el perro, trotamundos y libertario. Todo un decálogo de intenciones expresivas con la naturaleza como protagonista que acabará erigiéndose como uno de los leitmotivs más persistentes en la obra de Serrat y distinguiéndola estilísticamente de otros cancioneros de autor.
«A lo largo de la obra literaria y musical de Serrat, junto a temáticas como las amorosas o de carácter social, sobresaldrá en su lírica la naturaleza experimentada desde diferentes miradores y contenidos»
Pero como expresión lírica, la Cançó sigue puntualmente los temas que han pasado previamente por las páginas de la poesía y sus artífices, los poetas. Gracias a la Cançó, muchos de estos poemas han llegado al gran público ahora transformados en tonadillas populares. Entre las diferentes expresiones musicales, la canción francesa ha sido –y lo continúa siendo–, una de las que más se ha acercado a la hora de traducir y acompañar con música esta intensidad lírica y expresiva oriunda de la poesía. Su ejemplo literario, como vehículo comunicativo, será imitado por los hombres y mujeres de la temprana Nova Cançó a la hora de hacer una canción con cara y ojos. Cantantes-creadores como Charles Trenet, Georges Brassens, Jacques Brel o Léo Ferré o, en una vertiente más popular y comercial, Gilbert Bécaud, Charles Aznavour o Adamo, traducirán a sus textos esta intensidad y emociones variadas que despierta la naturaleza, el paisaje o la geografía física, junto a otros argumentos y preocupaciones. Así, Trenet construye una pieza como La mer destinada a convertirse en un clásico y obra de referencia para toda la canción popular del siglo xx:
La mer
qu’on voit danser le long des golfes clairs
a des reflets d’argent
la mer
des reflets changeants
sous la pluie.
Charles Trenet, La mer, 1943
Por su parte, Brassens, cuando deja la observación tierna o sarcástica de sus coetáneos, fija esclarecidamente sus versos en el marco natural. Mediterráneo como Trenet, dejará su huella y el paisaje de su Lenguadoc en una canción como Supplique pour être enterré à la plage de Séte. Mediterráneo de Serrat y Les meues vacances de Ovidi Montllor tienen su origen en este tema brasseniano, un vibrante y jubiloso testamento musical a orillas del Mare Nostrum:
Juste au bord de la mer à deux pas des flots bleus,
creusez si c’est possible un petit trou moelleux,
une bonne petite niche.
Auprès de mes amis d’enfance, les dauphins,
le long de cette grève où le sable est si fin,
sur la plage de la corniche.
Georges Brassens, Supplique pour être enterré à la plage de Séte, 1966
Próxima y contemporánea, la canción italiana, desde la más literaria y de autor a la canción popular y de consumo, tampoco se privará de la influencia de la chanson como referencia musical y estética, y sabrá traducir a las palabras y tiempos de la canción la emoción ante el paisaje, los colores de la naturaleza y sus vistosos elementos. Autores e intérpretes como Gino Paoli, Fabrizio de André, Luigi Tenco, Lucio Battisti, Sergio Endrigo, Lucio Dalla y otros sumarán a sus canciones esta cultura naturalista. Un territorio físico visto, ya sea desde la exaltación emocional a la manera de los románticos o como marco sensual del sentimiento amoroso.
Sapore di sale
sapore di mare.
Che hai sulla pelle
che hai sulle labbra.
Quando esci dall’acqua
e ti vieni a sdraiare
vicino a me, vicino a me.
Gino Paoli, Sapore di sale, 1963
«Junto a temáticas de carácter cívico o amoroso, la obra de Raimon siempre ha tenido un fuerte arraigo en el paisaje y la naturaleza mediterránea, reforzada con el apoyo de poetas como Salvador Espriu y Ausiàs March»
DEl viento raimoniano al mar amigo de Lluís Llach
En su primera canción, Raimon invocaba el viento para proferir su grito existencial y juvenil. Paralelamente, y en otro punto del planeta, un joven músico llamado Bob Dylan también recurría al viento para lanzar una serie de interrogaciones incisivas en medio de un tiempo tumultuoso y oscilante. Junto a temáticas de carácter cívico o amoroso, por citar dos de las principales líneas que recorren su espinazo musical, la obra raimoniana siempre ha tenido un fuerte arraigo en el paisaje y la naturaleza mediterránea reforzado con el apoyo de poetas como Salvador Espriu y Ausiàs March. Otros intérpretes como Serrat, Lluís Llach, Maria del Mar Bonet o Ovidi Montllor encontrarán esta comunión entre poesía, naturaleza y música en autores como Salvat-Papasseit, Josep Carner, J. V. Foix, Roselló-Pòrcel o Costa i Llobera, por citar algunos de los escogidos para la melodía adhesiva.
Quan la llum pujada des del fons del mar
a llevant comença just a tremolar,
he mirat aquesta terra,
he mirat aquesta terra.
Quan per la muntanya que tanca el ponent
el falcó s’enduia la claror del cel,
he mirat aquesta terra,
he mirat aquesta terra.
Raimon, He mirat aquesta terra, 1980
Letra: Salvador Espriu
La contemplación del paisaje, del orden natural, de la belleza de la naturaleza, a menudo empuja a Raimon a lanzar una reflexión más profunda y transversal, ya sea de carácter personal, amoroso o colectivo. En uno de los temas de su primera época, El País Basc, se sirve de los diferentes elementos de la naturaleza como bandera victoriosa de la identidad escamoteada al pueblo vasco. La fuerza del paisaje euskaldun actúa de proyector de la identidad prohibida:
Tots els colors del verd
sota un cel de plom
que el sol vol trencar.
Tots els colors del verd
en aquell mes de maig.
Portava el vent la força
d’un poble que ha sofert tant.
Portava la força el vent
d’un poble que ens han amagat.
Raimon, El País Basc, 1967
En una de las últimas canciones de Raimon, Si miraves l’aigua, una vez más, el mar aparece como referente geográfico y vital, y vuelve a hacer acto de aparición a través de la fuerza mutante y cromática del agua.
Blanca, blanca, blanca
Bat contra la roca
L’aigua, l’aigua, l’aigua.
Malva, malva, malva
A la llum de l’alba
L’aigua, l’aigua, l’aigua.
Verda, verda, verda
Al matí es desperta
L’aigua, l’aigua, l’aigua.
Raimon, Si miraves l’aigua, 2006
Maria del Mar Bonet y Lluís Llach fueron unos de los últimos jutges en incorporarse al movimiento de la Nova Cançó. Tanto la intérprete mallorquina como el cantante ampurdanés han continuado esta relación de complicidades entre la naturaleza y la canción, entre la estrofa y el universo físico. En el caso de Maria del Mar Bonet esta relación está íntimamente ligada a un paisaje, a la geografía de las Baleares –los versos de Estellés le servirán para componer una de sus canciones más exitosas– y, por extensión, al Mediterráneo, como referente existencial, estético y musical. Un paisaje que en muchas ocasiones acaba destilando en sus canciones una fuerte carga de sensualidad y erotismo.
El cel prepara secrets
murmuris de mandarina.
I les riberes del vent
esgarrien taronjades.
Maria del Mar Bonet, Sóller, 1974
Letra: Bartomeu Rosselló-Pòrcel
Por lo que respecta a Llach, como en otros intérpretes de la Cançó, el diálogo con la naturaleza trasciende el propio marco o paisaje, para convertirse en metáfora, como en Com un arbre nu, o servir de puente para otros argumentos. En Un núvol blanc, una de sus canciones más intensas, Llach se sirve de este elemento atmosférico para reflexionar sobre la vida y la muerte, y, en suma, sobre el inevitable paso del tiempo. Por su parte, Maria del Mar Bonet, en una de sus primeras canciones, Cançó del bon amor, utiliza los diferentes elementos de la cartografía física –el viento, los árboles, la luna– como contrapunto a su frustrante y no correspondida declaración amorosa:
Sa lluna encara no és posta,
si alç es cap la veuré.
Jo cant as mig des carrer
bon amor, davant ca vostra.
Davant ca vostra hi ha
bon amor, dos garrovers
m’agradaria ser arbre
ventura em veuries més.
Maria del Mar Bonet, Cançó del bon amor, 1968
Pero si hay un elemento común en Lluís Llach y Maria del Mar Bonet, y en el que han incidido más frecuentemente, este sin duda es el mar. El mar como metáfora liberadora o paisaje físico está presente en muchas de sus canciones como protagonista absoluto o secundario. Llach le dedicará título y álbum discográfico, El meu amic el mar (1978), como reposo del guerrero tras el combate antifranquista. También se dirigirá al mar en forma de plegaria, transformándolo en diosa e invocación espiritual:
Maremar, feu-vos present
a l’altar del meu paisatge.
Lluís Llach, Maremar, 1985
Y unos años después, ahora con el apoyo literario de Miquel Martí i Pol, construirá «un puente de mar azul» como elemento de unión y mestizaje entre las diferentes culturas del Mediterráneo.
Un pont de mar blava per sentir-nos frec a frec.
Un pont que agermani pells i vides diferents.
Lluís Llach, Et deixo un pont de mar blava, 1993.
Letra: Miquel Martí y Pol i Lluís Llach
Este elemento físico, el mar, se convierte una vez más en recurso expresivo para Maria del Mar Bonet:
No trobaràs la mar,
la mar fa temps que va fugir:
un dia se’n va anar
i em va deixar aquí.
Maria del Mar Bonet, No trobaràs la mar, 1970
«El mar como metáfora liberadora o paisaje físico está presente en muchas de las canciones de Lluís Llach y Maria del Mar Bonet como protagonista absoluto o secundario»
La llegada de otras voces y sensibilidades, con el rock como bandera musical, proyectará sobre la canción y esta relación continuada con la naturaleza otros puntos de vista y estéticas. Creadores como Pau Riba y Jaume Sisa, grupos como la Companyia Elèctrica Dharma, hasta llegar a las nuevas generaciones, con nombres como Roger Mas, Manel, El Petit de Cal Eril o los Antònia Font, introducen otras miradas, unas veces filtradas por el ojo surrealista o transgresor, otras por el descubrimiento o experiencia iniciática a la hora de proyectar y condensar la naturaleza en sus canciones.
Pionero y heterodoxo, Pau Riba vertebra un álbum como Jo, la donya i el gripau, a partir del propio contacto y experiencia con la naturaleza, aquí en el marco de la isla de Formentera, para ofrecer una confluencia jubilosa entre canción, música y universo. Un retorno a la Arcadia feliz desde el paraíso lisérgico:
Jo sóc el cel
I la donya és la terra
El cel i la terra del gripau.
Pau Riba, Jo, la donya i el gripau, 1971
«La llegada de otras voces y sensibilidades, con el rock como bandera musical, proyectará sobre la Cançó y esta relación continuada con la naturaleza otros puntos de vista y estéticas»
Por su parte, Jaume Sisa, el otro elemento galáctico de la Cançó, hará a menudo de la naturaleza y sus componentes un recurso literario, ya como elemento sorprendente y exótico o un mirador privilegiado desde donde contemplar la cotidianidad. Cantor de la vida urbana –desde sus ángulos más surrealistas e insólitos–, la naturaleza en Jaume Sisa siempre es un campo de ficción, estimulante y artificioso.
Pero de las últimas voces, quizá es la de Roger Mas la que mejor ha sabido captar en la canción la energía del elemento natural, entre lo salvaje y lo cultivado, aportando un tono misterioso y fascinante. Un retorno melódico al bosque mágico y encantado:
Pinta’m deltes embruixats,
camps de claror,
per entre cors d’arbres antics.
Pinta’m nervis de fulles blaves,
túnels de bogor,
per entre llums de teixits d’argent.
Dóna’m claus i oxidades puntes,
vèrtex d’energia,
per entre nits furgar la vida.
Roger Mas, Foc a l’obaga!, 2010
«En la comunión entre canción y naturaleza, tarde o temprano el factor ecológico tenía que hacer acto de presencia. Le corresponde a Serrat haber sido uno de los primeros en dar la alerta ecológica»
Canción y ecología, convergencia y unión
En esta comunión entre canción y naturaleza, tarde o temprano el factor ecológico tenía que hacer acto de presencia. Le corresponde a Serrat haber sido uno de los primeros en dar la alerta ecológica con su canción Pare, una composición donde el cantante introduce de manera emotiva y pedagógica la denuncia ecológica:
Pare, si no hi ha pins
no es fan pinyons
ni cucs ni ocells.
Pare, on no hi ha flors
no es fan abelles,
cera ni mel.
Joan Manuel Serrat, Pare, 1973
Serrat reincidirá en otras canciones en esta alerta ecológica –Plany al mar, El agua– aunque sin el acierto, ni la respuesta popular, que obtuvo en aquella primera canción. En Vigila el mar, Maria del Mar Bonet también se adelantaba a la denuncia ecológica. Un compromiso que ha continuado presente en su obra posterior:
Vigila el mar,
que la pluja no és teva
i el sol enlluerna a poc a poc.
Vigila el mar,
que la boira t’esbulla
i el vent plora el record.
Vigila el mar,
que l’ocell ja no canta
i els terrats s’han cobert de brutor.
Maria del Mar Bonet, Vigila el mar, 1977
Por último, un tercer ejemplo, en este caso de Raimon, que utiliza un fenómeno como los desastres naturales, la sequía, para reflexionar posteriormente sobre temas colectivos:
Al meu país la pluja no sap ploure
o plou poc o plou massa;
si plou poc és la sequera,
si plou massa és la catàstrofe.
Qui portarà la pluja a escola?
Qui li dirà com s’ha de ploure?
Al meu país la pluja no sap ploure.
Raimon, Al meu país la pluja, 1983
Dice Maria del Mar Bonet en una de sus composiciones que «sempre hi ha vent a les nostres cançons», unas palabras que resumen esta relación continuada entre canción y naturaleza. Seguramente porque la naturaleza, como la música, siempre tendrá el poder de cautivar nuestra mirada, de excitar nuestros sentidos.