Contra la sostenibilidad, d’Andreu Escrivà
Manual de autodefensa contra el greenwashing
Recientemente, se ha publicado el último informe de síntesis del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, que cierra un ciclo de evaluación de ciencia climática iniciado en 2015. Los expertos lanzan un ultimátum que pone los pelos de punta: se debe actuar de forma drástica y urgente porque de nuestras acciones durante esta década depende el rumbo de la vida en la Tierra, han concluido. La buena noticia es que la sociedad empieza a ser plenamente consciente de ello; la mala es que, paralelamente, el capitalismo muta, como siempre, para adaptarse y asegurarse la pervivencia.
Tropezamos a diario con estas mutaciones cuando empresas y organismos se suben al carro de la sostenibilidad en un intento chapucero de liberar sus prácticas, responsables directas de la crisis ecosocial, del escrutinio popular. Si cuela, cuela. Este lavado de imagen verde a la vez sirve de recurso fácil para que sus usuarios se laven la conciencia ecológica, lo cual añade más leña al fuego. En este contexto, Contra la sostenibilidad de Andreu Escrivà es un libro útil: una guía práctica con la que el lector puede enfrentarse a las técnicas de greenwashing que nos acosan a diario.
El tono del tercer libro del autor se desmarca de los anteriores ensayos por algunos ramalazos de rabia que quizás son un signo de esta época. Esto se aprecia principalmente en el segundo bloque, el más extenso de los tres que configuran la obra, en el que el título de cada capítulo comienza con la palabra contra. Aquí el autor embiste contra mantras que hay que derribar para avanzar cuando se habla de cambio climático. Hay un espíritu beligerante contra la autocomplacencia climática sin desatender a la vez los matices y aristas de cada debate particular.
En esta sección Escrivà explora la economía circular, el coche eléctrico como piedra angular de la movilidad del futuro, la neutralidad climática, la huella de carbono, el reciclaje, la superpoblación o los superricos. Cada capítulo es una reevaluación crítica del tema en cuestión, incluyendo las contradicciones. De todos ellos se extrae una conclusión común: las fórmulas mágicas no existen. La lógica del crecimiento indefinido en un planeta con recursos finitos es, paradójicamente, ilógica y fácticamente inalcanzable. Es decir, la sostenibilidad es estructuralmente insostenible.
Aunque en el primer bloque del libro el autor se reconoce como un antiguo defensor del concepto sostenibilidad, su tesis –ahora– es que esta idea ha ido pervirtiéndose hasta convertirse en una palabra falaz, una rémora en la acción climática. Por eso Escrivà propone dinamitar su uso hoy mismo. Sin embargo, el texto no confunde exasperación con impotencia. Así lo demuestra la tercera y última parte del libro, que consta de una serie de reflexiones propositivas que dan al libro un regusto final alentador.
En definitiva, el planteamiento de Escrivà se convierte en una poda argumental a la narrativa climática imperante: el autor encuentra el punto de corte preciso y elimina las partes inservibles de la retórica asociada a la cuestión climática para mejorar las acciones políticas individuales y colectivas al respecto. Así, la propuesta de este libro destila la idea, contraria a la nostalgia, de que en ciertos momentos de crisis a veces no hace falta más que saber dejar atrás lo que un día fue útil.