Desigualdad, de Carles Lalueza-Fox
La paleogenómica y las desigualdades pasadas y presentes
El autor Carles Lalueza-Fox es un investigador ampliamente reconocido en el ámbito de la biología evolutiva. Es un referente en la interpretación de la historia y la prehistoria de la especie humana y sus parientes más cercanos, con una perspectiva integradora original. Actualmente, compatibiliza la dirección del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona y la investigación en el campo de la paleogenómica en el Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona.
Según relata el autor en el prefacio, el leitmotiv del texto surge de un comentario de su esposa sobre la forma de enfocar su trabajo. Concretamente, le señaló que mostraba una perspectiva masculina en su mirada al pasado. Esta apreciación familiar de ausencia de perspectiva de género, tan atávica como común en el mundo académico –y en todas partes–, generó, según el propio autor, el hilo conductor de la obra, con una fuerte motivación de proyectar los estudios de paleogenética y paleogenómica sobre la desigualdad. Más bien, sobre los distintos tipos de desigualdades a lo largo de los tiempos pasados y presentes, como las desigualdades en los ingresos económicos; las desigualdades en diversas estructuras familiares y sociales; las desigualdades en los patrones migratorios, incluida la interacción y difusión de lenguas ancestrales; las desigualdades derivadas de los distintos roles de los hombres y de las mujeres, y obviamente las desigualdades inherentes al campo de la evolución, donde las especies fluyen y se transforman eligiendo o evitando variantes con mecanismos diversos, entre los que se encuentra la reproducción diferencial (o desigual).
Desigualdad es un término ciertamente inspirador más allá de su definición formal y presenta muchas derivadas que el autor combina con genes y genomas en un equilibrio difícil, a veces arriesgado. Con maestría utiliza los recursos de conocimiento y erudición que tiene a su alcance y que domina. Las obras de divulgación científica de Carles Lalueza-Fox tienen en común una documentación esmerada, abundante, adecuada y actualizada de los resultados que presenta.
El advenimiento de las nuevas técnicas de secuenciación masiva de ADN a mediados de la primera década de los 2000 ha hecho resurgir un interés renovado por revisar el pasado. La potencia de contar con datos genómicos de muestras humanas de períodos extraordinariamente antiguos como el Mesolítico y el Neolítico ha abierto una nueva mirada en la antropología y la genética de poblaciones humanas. Actualmente, si se cuenta con la muestra pertinente, se pueden descifrar las relaciones genómicas de los restos humanos y sus patógenos, en comparación con otras muestras de relieve. Es el campo naciente de la genómica comparada de muestras antiguas.
Las técnicas moleculares de secuenciación anteriores mantenían la paleogenética restringida a pocos genes, como los determinantes de los grupos sanguíneos o fragmentos de ADN relativamente pequeños, con mucha información en cuestiones de sexo, como son el genoma mitocondrial, de transmisión exclusivamente materna, y parte del cromosoma Y, de transmisión exclusivamente paterna. Esta información valiosa previa puede complementarse actualmente con datos del resto del genoma de los individuos. La robustez que aporta la reconstrucción del pasado con datos genéticos y su contraste con los datos proporcionados por la arqueología permite la revalidación de hipótesis o paradigmas anteriores o la elaboración de nuevas propuestas. Además, la obra también incorpora los isótopos como fuente de datos independiente en el estudio de las muestras. Actualmente, se cuenta con datos de isótopos de las muestras humanas y de las muestras ambientales del sitio arqueológico. El nivel de precisión de esta técnica isotópica aplicada a la arqueología permite diferenciar si los restos humanos pertenecían a individuos emigrantes o locales o, incluso, puede confirmar si un individuo en concreto migró durante su trayectoria vital de niño a adulto.
El ámbito geográfico de las desigualdades estudiadas en el libro abarca todos los continentes, pero la obra se concentra en los períodos de mayor interés por ser puntos de inflexión importantes, como las diversas migraciones masivas prehistóricas, intracontinentales e intercontinentales, o migraciones históricas, más recientes, como el tráfico de personas esclavas. El libro examina con especial cuidado la transición del Mesolítico al Neolítico, marcada por el reemplazo de poblaciones cazadoras cosechadoras nómadas por poblaciones agrícolas y ganaderas de carácter sedentario.
Los estudios con muestras biológicas antiguas dependen, en buena medida, del estado de conservación de estas y de la suerte de encontrarlas. El posible sesgo de la distribución de las muestras biológicas y arqueológicas estudiadas es una restricción que invita a la prudencia en las conclusiones. Los genomas no mienten. Sus genes pueden ser actores o testigos del pasado. El reto de los investigadores e investigadoras es saber interpretarlos correctamente y derivar ese nuevo conocimiento dentro del contexto de otras disciplinas.
El presente libro tiene una dimensión francamente ambiciosa, no exenta de provocar discusión o discrepancia, que le da cierto carácter ecléctico, manteniendo a lo largo de los capítulos el rigor científico y robustez en las conclusiones. El libro también despliega un amplio anecdotario de información genética asociada –como no podía faltar– a las genealogías de monarquías y clanes. E incluso presenta información genética de la genealogía del autor.
Muchas lunas han pasado desde ese libro de bolsillo Razas, racismo y diversidad (2002), VII Premio Europeo de Divulgación Científica publicado por Algar Editorial y Publicacions de la Universitat de València. Fue el primer libro de Carles Lalueza, entonces sin apellido compuesto, que compré y leí. Con interés, confieso.