La ciencia intenta describir con precisión los fenómenos naturales, como primer paso para entenderlos y explicarlos. Pero la realidad no siempre se deja encajar dentro del lenguaje, ni siquiera las formas más abstractas de las fórmulas matemáticas y físicas. A veces hay margen para la creatividad, para buscar el matiz. Otras veces el objetivo es la objetividad más cruda, la descripción de un producto de la forma más completa y aséptica posible. Hay que hacer una ficha.
Igual que hacemos fichas de libros, hay que hacer fichas de los productos químicos que manejamos. Si la ficha es para un inventario, comparable con el catálogo de una biblioteca, basta con el nombre, la cantidad y el lugar donde encontrarlo. Estas fichas no pueden considerarse literatura, ni científica ni de ningún otro tipo.
Por otro lado, las fichas pueden ser muy complicadas, y su elaboración puede requerir un talento y un esfuerzo que merecen tomarlas en consideración. El resultado es árido y nada emocionante, pero la diferencia entre una ficha bien escrita y una ficha mal escrita puede ser cuestión de vida o muerte, literalmente.
Por ejemplo, existe una categoría de fichas que se denominan «fichas de seguridad de materiales», o MSDS en sus siglas en inglés. Cualquiera de los productos que se encuentran en los laboratorios tiene una MSDS, pero también la tienen muchos productos de consumo doméstico o industrial como las pinturas, los disolventes o los herbicidas. Una MSDS incluye información sobre la composición, la toxicidad, las instrucciones de manipulación y destrucción de un producto, con un nivel de detalle extremo. Por ejemplo, la vacuna de Pfizer-BioNTech para la COVID-19 tiene una MSDS de doce páginas. Incluye instrucciones de primeros auxilios en caso de que alguien experimente síntomas por inhalación, pero también indica que no es peligrosa y que, en caso de que una vacuna se prenda hay que apagarla con CO2 o con espuma, no con agua.
Muchas de estas indicaciones son innecesarias, pero la ficha tiene un formato y hay que rellenar todas las secciones. Poca gente presta atención a las MSDS, a menos que necesiten hacerlo por motivo de trabajo. En cambio, todo el mundo está familiarizado con una versión no profesional de las MSDS: el prospecto de los medicamentos. El de la vacuna de Pfizer-BioNTech por COVID-19 tiene 25 páginas (y una ficha técnica de más de cien). La importancia de redactar los prospectos de forma entendible obliga a un equilibrio muy difícil entre dar detalles (es decir, priorizar la precisión) y asegurar que una persona no experta en química o farmacia pueda entender lo que puede esperar del medicamento, especialmente en cuanto a la pauta de tratamiento y los posibles efectos adversos. Los prospectos bien escritos no reciben premios literarios, pero tienen un impacto real sobre la vida de las personas.
Referencias
Pfizer-BioNTech. (2021). Pfizer-BioNTech COVID-19 vaccine. Safety data sheet. https://safetydatasheets.pfizer.com/Results#
Pfizer-BioNTech. (2021). Prospecto de Comirnaty. Pfizer-BioNTech. https://cima.aemps.es/cima/pdfs/ft/1201528004/FT_1201528004.pdf