Joan Fontcuberta crea historias mediante la fotografía y otras fuentes documentales con las que emula objetos de estudio y metodologías propias de las ciencias naturales parodiando los mecanismos de legitimación del conocimiento científico.
Igual que hacemos fichas de libros, hay que hacerlas de los productos químicos que manejamos. La diferencia entre la bien escrita y otra mal es cuestión de vida o muerte.
La retractación son pocas, comparadas con la gran cantidad de literatura científica que se publica cada año, pero son importantes, reflexiona el autor.
¿De dónde viene la pervivencia de ideas medievales repletas de creencias y faltas de observaciones? ¿Cómo es que animales medievales inventados, como por ejemplo la salamandra o el uroborus, se consideraron durante tantos siglos seres reales?
El discurso sobre la pseudociencia viene acompañado del discurso de la ciencia. A pesar de los intentos por separar ambos dominios, las personas siguen confiando en remedios pseudocientíficos. La facilidad con que las creencias se contagian, la popularidad de determinados productos y la palabrería de sus vendedores suelen dejarnos en manos de supuestos expertos.
Robin Dunbar está considerado un gran divulgador y, en este sentido, siempre ha mostrado preocupación por temas como la percepción social de la ciencia y por la manera de enseñarla.
Las ciencias sociales y del comportamiento comparten muchas características con las ciencias «exactas» o «naturales», incluyendo el compromiso con el análisis sistemáticos de datos empíricos, ya sean cuantitativos o cualitativos. No obstante, el objeto de las ciencias sociales es a veces más impreciso, implica muchas entidades abstractas y sus métodos no siempre incluyen mediciones o experimentación.
La aplicación sistemática de la metáfora de la máquina en el estudio de la naturaleza hizo que las cosas funcionaran mejor. Los datos deben procesarse de manera objetiva, fría, desprovista de alma.