¿Es posible una vacuna contra el VIH?

VIH

No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible. Píndaro (517-437 a. C.), poeta lírico griego

A principios de 2023 se dio por fracasado el estudio Mosaico de desarrollo de una vacuna candidata contra el VIH, que se encontraba en fase III, en la que se despliega un estudio multicéntrico para evaluar su eficacia preventiva, principalmente. La vacuna había llegado al estado avanzado de los ensayos clínicos, después de haber superado la fase II de evaluación de su seguridad y capacidad inmunógena. Así, el proyecto no se detuvo porque provocara reacciones adversas o perjudiciales en los participantes del estudio. Se decidió interrumpirlo porque no se halló una diferencia significativa entre la eficacia preventiva de la vacuna contra la infección por VIH, administrada a un grupo de pacientes, y el placebo administrado al otro grupo.

Para no caer en el pesimismo, deberíamos enfocar la derrota desde un ángulo constructivo. Desde finales de los años ochenta se han probado unas cuantas estrategias de vacuna contra el VIH que no han funcionado y que han quedado descartadas. La investigación debe continuar y, de hecho, continúa. Actualmente, están en marcha otros estudios de prototipos de vacunas contra el VIH en fase I, que es la fase donde se comprueba su seguridad en un pequeño grupo de voluntarios.

Pero, ¿por qué no se ha obtenido todavía una eficaz vacuna contra el VIH? En 1989 se pronosticó que las fases de su desarrollo no tardarían más de cinco años. Y nada. A lo largo de treinta años de investigación intensa, y bien financiada, no se ha podido conseguir una eficaz vacuna preventiva. ¿Qué ocurre con el VIH? ¿Por qué con otros virus ha sido posible y con el VIH no hacemos más que tropezar?

De entrada, no conviene comparar los virus entre sí. Muchos intentos de conseguir una vacuna contra otros virus también han fracasado. Los virus son demasiado diversos entre sí en sus estructuras y propiedades. El término virus, usado en genérico, simplifica excesivamente los subsiguientes razonamientos. Los casos de éxito parecen difíciles de extrapolar.

Las razones tentativas de las dificultades con el VIH son diversas. Primero, el objetivo celular del VIH es el propio sistema inmune, donde se instala y se esconde. En segundo lugar, la variabilidad del VIH, tanto entre los diferentes linajes como la que se desarrolla dentro del individuo infectado, es inmensa. El diseño de vacunas necesita partes virales expuestas conservadas, no variables. En tercer lugar, la falta de una reacción inmune eficaz, tanto natural como de anticuerpos, contra la infección. Solo un tipo de pacientes, los «controladores de élite», es capaz de mantener el VIH bajo cierta contención, pero sin llegar a eliminarlo. Finalmente –aunque la lista de dificultades no acaba aquí–, no se dispone de un organismo modelo animal adecuado para realizar ensayos que pudieran extrapolarse a humanos. No me extenderé más.

El escritor Albert Camus inicia su ensayo filosófico El mito de Sísifo (1942) citando al poeta Píndaro. Sísifo es un personaje de la mitología griega de destacada inteligencia y picardía. Zeus le envió al inframundo y le castigó a empujar una roca pesada cuesta arriba por la ladera de una montaña. Antes de que la piedra llegase a la cima, esta rodaba cuesta abajo y Sísifo tenía que empezar de nuevo y desde el principio a subir la pesada carga. El mismo esfuerzo ingente y, de momento, sin final feliz de la búsqueda de la vacuna preventiva contra el VIH.

Según los últimos datos facilitados por ONUSIDA (año 2021), cada minuto en el mundo se producen tres nuevas infecciones por VIH y una muerte prematura por enfermedad asociada al sida. Unos cuarenta millones de personas fallecidas por el VIH hasta el presente. Seguro que ha conocido alguna de cerca. «Date prisa, ciencia mía, por una vacuna contra el VIH; agota el ámbito de lo posible».

© Mètode 2023 - 117. El legado de los dinosaurios - Volumen 2 (2023)
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Profesora del Departamento de Genética de la Universitat de València.