El escándalo Wakefield

monstres invisibles

El valor en ciencia no es demostrar que tienes razón. Es la valentía de reconocer que estabas equivocado.
Brian Deer, periodista

En febrero de 1998, Andrew J. Wakefield, médico gastroenterólogo, y otros once colegas publicaron en la prestigiosa revista médica The Lancet el artículo «Hiperplasia nodular de linfoides ileales, colitis no específica y trastorno generalizado del desarrollo en niños». El estudio, con solo doce pacientes infantiles, describía un «nuevo» síndrome denominado enterocolitis autístico, provocado por la vacuna contra el sarampión, la rubéola y la parotiditis (la conocida como vacuna triple vírica, SRP o MMR, por sus siglas en inglés). Así, el artículo sugería una conexión aparente entre la administración de la vacuna triple vírica y la aparición de autismo, e invitaba a la comunidad científica a profundizar en esta línea de investigación.

En la rueda de prensa donde se hizo eco del estudio, Wakefield instaba a la prudencia a la hora de administrar la triple vírica y cuestionaba el uso de las vacunas combinadas para identificar cuál de las tres provocaba el síndrome. Había estallado una bomba informativa. El seguimiento de la noticia sobre la relación entre la vacuna y el autismo fue intenso, primero en Reino Unido y después en el resto del mundo. A raíz de esta publicación, la confianza en la vacuna triple vírica y otras decayó entre familias con niños y niñas vacunables y también entre algunos profesionales sanitarios. Un porcentaje nada despreciable de pediatras decidió no recomendar ciertas vacunaciones. A mediados de la década de los 2000, la cobertura vacunal contra estos tres virus (sarampión, rubéola y parotiditis) pasó del necesario 95 % al 80 % con la consiguiente emergencia de brotes virales.

Entre 2004 y 2007, el periodista de investigación Brian Deer publicó una serie de artículos en The Sunday Times donde desmontó el fraude de la polémica publicación. Wakefield era titular de una patente de una vacuna del sarampión alternativa y también de un sistema de diagnóstico del síndrome nuevo descrito. Los datos del artículo habían sido claramente manipulados. Por ejemplo, algunos niños del estudio ya sufrían algún tipo de trastorno neurológico antes de la administración de la vacuna, aunque se afirmaba que no lo presentaban. Algunos pacientes habían sido reclutados entre familias manifiestamente antivacunas y el estudio se financió con la perspectiva de poner en marcha un proceso legal contra la vacuna. Además, Wakefield no declaró sus conflictos de intereses durante su proceso de publicación. Las evidencias de fraude desveladas condujeron a una retractación cautelar del artículo en 2004 y a una retractación definitiva en 2010. El editor de The Lancet, Richard Horton, afirmó que nunca debería haberse publicado.

En enero de 2010, el Consejo Médico General del Reino Unido expulsó al doctor Wakefield de su colegio oficial por mala praxis médica y desde entonces no puede ejercer. Cabe destacar que más de 20.000 artículos, con una muestra acumulada de decenas de millones de pacientes infantiles, no han podido establecer relación causal alguna entre la vacuna triple vírica –de hecho, ninguna vacuna– y el autismo.

El escándalo Wakefield es probablemente uno de los sucesos más lesivos contra las vacunas, y contra la etiología del autismo, y también presenta otras muchas derivadas interesantes. Podéis encontrar los detalles en el libro The doctor who fooled the world, publicado por Brian Deer en 2020. Creo que debería traducirse. Es una biografía no autorizada sobre el doctor Wakefield escrita antes de la pandemia del coronavirus, que tanto nos ha preocupado en el mundo de las vacunas, sus virtudes y sus detractores. Esta historia emite una luz que se te queda dentro.

© Mètode 2023 - 119. #Storytelling - Volumen 4 (2023)
Profesora del Departamento de Genética de la Universitat de València.