Legados

Si la memoria no me falla, Italo Calvino estaba resignado a que su biblioteca privada acabara en las paradas de libros viejos de la orilla del Sena. Hay destinos menos dignos: no es extraño encontrar libros viejos junto a los contenedores. Y es una lástima, no solo por el valor intrínseco de los libros, sino porque una biblioteca adquirida a lo largo de la vida es un registro de la evolución de una persona. El conjunto tiene más valor que las partes porque explica una historia más allá de los textos.

¿Qué tenía en la biblioteca Lynn Margulis, que según decía trabajó cada sábado tarde de su vida? Sus papeles de trabajo se pueden consultar en el archivo de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, pero ¿había también novelas? ¿Poesía? ¿Alguien que dedicó tanto tiempo a Gaia se entretenía leyendo las aventuras de los griegos antiguos? ¿Mientras estuvieron casados, compartía biblioteca con Carl Sagan o cada cual tenía la suya? Los papeles de Sagan están digitalizados en la Biblioteca del Congreso e incluyen muchas curiosidades relacionadas con la astronomía. Teniendo en cuenta el alcance de sus trabajos de divulgación habría que esperar que los libros de historia y de arte también formaran parte del legado.

Darwin explica en su autobiografía que le gustaba escuchar novelas, a condición de que tuvieran un final feliz. Sin duda en casa de los Darwin había libros de Jane Austen, pero el catálogo de su biblioteca en la Universidad de Cambrigde incluye solo volúmenes científicos. ¿Dónde están sus ejemplares de Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio?

Como legado inclasificable, ninguno supera el del paleontólogo Stephen Jay Gould en la Universidad de Stanford. Además de libros de anticuario y libros modernos, hay especímenes recolectados durante décadas de trabajo en el campo. Alguien que incorporaba habitualmente a sus textos de divulgación científica referencias al béisbol y a las operetas de Gilbert y Sullivan a la fuerza debía tener una biblioteca representativa de una personalidad inmensa. Si pensamos en la ciencia como una actividad humanística, las novelas policíacas o de ciencia ficción también forman parte del sustrato que inspira los descubrimientos.