La palabra fotografía es una palabra que procede del griego phos (“luz”) y graf (“escribir” o “dibujar”); es decir, significa “escribir con luz”. Por tanto, para hacer fotografías lo habitual es buscar luz, y cuanta más, mejor. Entonces, ¿por qué algunos insensatos se empeñan en captar imágenes de noche, que es cuando hay menos luz? La respuesta hay que buscarla en uno de los rasgos más característicos del ser humano: la curiosidad, indagar nuevos caminos, probar, aplicar el método de ensayo y error.
No me gusta hacer la pelota a los autores diciendo que las fotos son extraordinarias y que la obra es maravillosa… Prefiero simplemente decir que me gusta, lo que es una obviedad, ya que en caso contrario no hubiese colaborado en ella ni la difundiría con esta reseña. Por otro lado, este libro resulta especial para mí y no puedo evitar sentir un poco de envidia, porque siempre he querido hacer algo así, pero las obligaciones profesionales me han llevado por otros caminos. Me hace evocar cuando de pequeño pasaba largos ratos, guía de campo en mano, bajo la bóveda del cielo, intentando interpretar lo que veía. Siempre he aprovechado mis viajes para captar «otros cielos» y recuerdo la emoción que sentí en 1992 cuando, en mi primera visita a Suráfrica, pude contemplar y fotografiar mi anhelada Cruz del Sur. Es la más diminuta de todas las constelaciones, pero para mí la más entrañable desde que de pequeño leí Los hijos del capitán Grant, de Julio Verne, donde los protagonistas, después de recorrer todo el mundo, acaban contemplando la pequeña Cruz del Sur.
Sideral no es solo un libro de fotos: a parte de los comentarios de cada una, la introducción es un buen resumen de la historia de la fotografía nocturna e incluso de la astronomía. Me resulta especialmente simpático que se aparte de la costumbre académica de tratar un microtema con una técnica concreta. Más bien al contrario, nos deleita con imágenes muy diversas: desde las instantáneas de la Luna hasta las circumpolares que necesitan horas de exposición, pasando por aquellas en las que la autora, Marta Bretó, «pinta con luz» los elementos terrestres, así como algunos seductores experimentos fotográficos, impresionantes auroras boreales e incluso imágenes no exentas de romanticismo.
Siempre he encontrado fascinante ver fotos hechas con la luz que nos llega de estrellas desaparecidas, es decir, que son tan lejanas que muchas de ellas ahora ya no existen. Asimismo, me encanta que aborde de manera desenfadada la noche, que tantas connotaciones negativas –incluso demoníacas– ha tenido en todas las culturas. Con Sideral harás un viaje a las tinieblas más sugestivas y, cuando lo finalices, no solo tendrás ganas de tomar fotos sin luz, sino que tu mirada al firmamento habrá cambiado. ¡Buen viaje!