Hay muchos motivos para leer un libro y uno es que el título no nos deje indiferentes. Es el caso de la obra de Fernando Arnáiz, ¿Se tiran pedos las mariposas?, con un subtítulo (Cómo poner en aprietos a un guía en el Museo Nacional de Ciencias Naturales) que sin duda nos hará sonreír. Así, empezaremos a leer esperando encontrar anécdotas sorprendentes con las que pasar un rato divertido leyendo, pero este libro es mucho más que eso.
Si alguien ha pensado alguna vez que visitar museos es algo esnob, aburrido, o solo para gente muy instruida, es que no ha estado en un museo de ciencias naturales con un grupo de niños. Les aseguro que puede ser cualquier cosa menos aburrido.
Los primeros museos de ciencias naturales (también llamados «de historia natural») aparecieron en el siglo xix como respuesta al afán de coleccionismo y conservación de ciertos elementos naturales. En ese momento, también eran considerados como almacenes de información, destinada principalmente a un público erudito y entendido en la materia. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo xx comienza a cobrar relevancia el papel de los museos en la difusión de las ciencias. Los museos nos ofrecen la posibilidad de un aprendizaje tanto individual como colaborativo, en función de si lo visitamos por nuestra cuenta o en grupo: este sería el caso de las excursiones escolares, con las que la didáctica se ha ido incorporando progresivamente en el contenido habitual de estos espacios. Los museos fomentan que los visitantes tengan un papel activo en su propio aprendizaje y actúan como vehículos del saber.
«¿Le ha llamado la atención el título de este libro?». Así empieza Arnáiz, consciente de esa provocación que este suscita, como si fuésemos un grupo de niños de siete años que acabamos de entrar en el Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MNCM) y él fuera nuestro guía, encargado de orientarnos por sus salas durante el tiempo de la visita. A través de los capítulos recorremos los escenarios del Museo de la mano de las mejores anécdotas de los ejemplares allí conservados, de su historia y avatares, y la chispa desconcertante y fresca de la pregunta de un niño que sirve de hilo conductor para este relato científico, a la vez riguroso y ameno, que nos motiva a continuar hacia adelante, a querer explorar una nueva sala.
El libro se construye sobre una recopilación de vivencias aportadas por los voluntarios y educadores del MNCM en sus sesiones con los visitantes, fundamentalmente niños, con preguntas que solo se les ocurren a ellos, y para cuya respuesta se necesita recurrir a veces a estudios científicos muy específicos. ¿Cuál sería su respuesta si, tras hacer una explicación sobre la mariposa más bella de Europa, la duda que le ha surgido a una de las niñas del grupo es «si se tiran pedos las mariposas»? Pues el tema de las ventosidades no es ninguna tontería.
Fernando Arnáiz es un bilbaíno licenciado en Químicas que ha dedicado más de treinta años de su vida laboral al comercio internacional del petróleo y al estudio de modelos económicos predictivos. Tras su jubilación, decide hacerse guía voluntario en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, y recuerda entonces que fue precisamente durante sus estudios de licenciatura cuando tuvo ocasión de comprobar la diferencia entre recitar una lección (por muy erudito que uno sea en la materia) y explicarla didácticamente para que se entienda. Como él mismo dice, «quizá ese descubrimiento de que es más importante el cómo que el qué» le lleva a convertirse en voluntario cultural, un fantástico grupo de personas (alrededor de 1.440 en toda España), que de forma desinteresada y vocacional participan en muy diversos actos destinados a divulgar la cultura, a hacerla accesible. Pero, además, muchos de estos voluntarios pertenecen a la Confederación Española de Aulas de la Tercera Edad, un colectivo de personas con edades comprendidas entre cincuenta y noventa años, jubilados o no, que desean seguir aprendiendo, ser activos, participativos y útiles a su familia y a la sociedad. Sin rivalizar con los educadores y guías profesionales, estos voluntarios se convierten durante hora y media en el abuelo o la abuela que sabe las historias más increíbles que han ocurrido en el Museo.
Con un lenguaje directo y claro, a veces incluso mordaz en algunas anécdotas, Fernando Arnáiz consigue que sus relatos se escuchen más que se lean. Es capaz de abordar temas complicados como las explicaciones de los animales taxidermizados y su relación con la caza haciendo gala de un gran conocimiento en historia y contextualizando los hechos, los personajes y sus relaciones personales. Como, por ejemplo, la disputa entre el marqués de Villaviciosa y su primo allá por 1915, tras donar la piel de un oso cazado por «los dos» al Museo y que acabó con la eliminación del nombre de ambos como donantes por decreto real.
La elección de las fotografías y las ilustraciones, unas veces ejemplares del propio Museo y otras veces sacadas de insospechadas fuentes, pero todas ellas acordes con el relato, consiguen captar aún más nuestra atención y lograr que deseemos llegar al desenlace de cada historia.
Con este compendio de relatos, Fernando Arnáiz ha elaborado una de las guías de ciencia más divertidas y didácticas escritas sobre un museo. No podría expresarlo mejor el director del MNCN Santiago Merino, en el prólogo de la obra: «Después de leerlo, estoy convencido de que querrán volver a visitarnos».