«Confieso que he hablado, confieso que he vivido»

Cognición y uso lingüístico

“I have spoken, I have lived”. Linguistic cognition. Language can be accounted for in three different ways: as a product of social groups; as a special kind of knowledge speakers must possess in order to produce and understand linguistic texts; and as a normal every day activity. Each gives rise to a particular methodological approach. Firstly, language is a matter of culture, and linguistic units are conceived of as memes. Secondly, language belongs to the innate endorsement of the human species and its formal structure is stored in the genome. Thirdly, language is an activity that makes culture possible by means of a set of formal patterns. Thus, it belongs to both at the same time, as the traces of cultural features in linguistic paradigms clearly show.

«De hecho, el lenguaje se ha de entender, al menos, desde tres perspectivas complementarias: como sistema social, como sistema individual y como actividad individual»

La facultad del lenguaje, definitoria de los seres humanos, plantea numerosas incógnitas para los especialistas de diferentes disciplinas; en particular, la psicología, la lingüística, la antropología o la neurología. De hecho, el lenguaje se ha de entender, al menos, desde tres perspectivas complementarias: como sistema social, como sistema individual y como actividad individual. Es un sistema social en la medida en que las lenguas son medios de socialización y se desarrollan en entornos colectivos. Es un sistema individual porque cada persona tiene un conocimiento propio del sistema social que denominamos lengua. Es una actividad individual porque la lengua es, al fin y al cabo, una abstracción resultante de la integración de las actividades individuales de todos sus hablantes, que a su vez son inherentemente sociales, puesto que la comunicación humana presupone más de una persona. Esta triple perspectiva explica la interdisciplinariedad intrínseca al estudio del lenguaje.

Desde el campo de la lingüística, el estudio científico del lenguaje, o más precisamente de la gramática, ha sido llevado a cabo a través de diferentes modelos, como el estructuralismo, el generativismo y los modelos basados en el uso, entre los que podemos destacar la lingüística cognitiva. Dirk Geeraerts (2003), de la Universidad de Lovaina, ha explicado las diferencias entre estos modelos aplicando la triple distinción que hemos mencionado.

El modelo estructuralista de Ferdinand de Saussure (figura 1), que se considera en sentido estricto la primera aproximación científica a la lingüística, se basa en la dicotomía entre lengua y habla. La lengua es un conjunto de convenciones codificadas colectivamente (un sistema social), mientras que el habla corresponde al conjunto de combinaciones producidas de manera efectiva a través del código (es, por tanto, una actividad psicológica individual). Para los estructuralistas, la lingüística sólo puede ocuparse del sistema, de manera que obtenemos un modelo de gramática “dividida”, en que se separa el sistema de la actividad y se obvia el valor del sistema individual (el conocimiento individual del sistema social).


Figura 1. Modelo estructuralista de Ferdinand de Saussure.

Para los generativistas, con Chomsky a la cabeza (figura 2), la facultad del lenguaje se identifica con la competencia lingüística, es decir, la capacidad innata de un hablante-oyente de entender y producir un número (teóricamente) infinito de cadenas lingüísticas a partir de un número finito de elementos (las categorías gramaticales: nombre, verbo, adjetivo, etc.) y de reglas de combinación, a partir de las cuales se forman oraciones. La competencia, que corresponde al sistema individual, se opone a la actuación, la actualización de la potencialidad de la competencia en producciones lingüísticas concretas, que contienen errores y características no previstas en el sistema. Se entiende la mente como un ordenador que, entre otros módulos, tiene uno dedicado al lenguaje, el cual, combinando categorías a partir de unas reglas generativas de buena formación, da lugar a oraciones que logran materialidad física a través de reglas fonéticas y semánticas de carácter interpretativo. Esto lleva al aislamiento de la gramática, que se considera un módulo separado del resto de capacidades cognitivas y que se estudia en la vertiente individual y como sistema, dejando aparte la actividad lingüística (la actuación) como no sistematizable, y obviando también la vertiente social del lenguaje, la naturaleza inherentemente social que lo caracteriza.


Figura 2. Modelo generativista (Chomsky).

Tras la aparición del generativismo, a finales de los 50, surgen progresivamente disciplinas, no directamente lingüísticas, que se sitúan en los espacios que deja desocupado este modelo: el contexto social (sociolingüístico), el contexto situacional (uso lingüístico) y el contexto cognitivo (relación entre significado y experiencia). Emergen las bases de las teorías del uso lingüístico, que intentan “recontextualizar” la gramática y relacionarla con el entorno social en que se desarrolla y actualiza, con el mundo y la experiencia del mundo, con el uso lingüístico. Se incluyen los modelos funcionalistas, los estudios de pragmática y análisis del discurso, la lingüística variacionista y la lingüística cognitiva (figura 3), entre otros modelos.

Figura 3. Teorías del uso.

Un ejemplo muy gráfico de esta concepción es el que da nombre a uno de los libros fundacionales de la lingüística cognitiva: Women, Fire and Dangerous Things (Lakoff, 1987). Este sugerente título se refiere a la categorización lingüística de las entidades del mundo que realiza el dyirbal, una lengua indígena australiana. Lakoff parte de los estudios de Dixon, que constató que, en dyirbal, los sustantivos van precedidos por palabras que indican la clasificación de la entidad: bayi, balan, balam y bala.

Bayi designa a los humanos del género masculino y a la mayor parte de los animales.

Balan clasifica a las mujeres, el fuego, el agua y los objetos o animales peligrosos.

Balam precede a las plantas y las frutas comestibles, fundamentalmente.

Bala indica que el sustantivo siguiente no pertenece a ninguna de las clases anteriores; aparece junto a nombres como las partes del cuerpo, la mayoría de los árboles, las piedras, los ruidos, el lenguaje, etc.

Cuando se analizan los sustantivos que hay en cada clase, se observan las regularidades que condujeron a Dixon a proponer tres principios de asociación:

a) El principio de dominio experiencial: “Si hay un dominio experiencial básico relacionado con A, es natural que las entidades de este dominio estén en la misma categoría que A”. Así, por ejemplo, los peces pertenecen a la primera clase, como casi todos los animales, puesto que en dyirbal no se marca la distinción de género entre animales y se asimilan al género no marcado, el masculino. Por la acción de este principio, todos los instrumentos de pesca se encuentran también en la clase bayi. Del mismo modo, la luz y los cometas, por su relación con el fuego, se agrupan en la clase balan.

b) El principio de mito y creencias: “Si un sustantivo tiene la característica X (a partir de la cual se espera que se decida su pertenencia a una clase), pero, a través de una creencia o mito, se conecta con la característica Y, generalmente pertenecerá a la categoría correspondiente a Y y no a la correspondiente a X”. Por ejemplo, los pájaros, como animales, tendrán que pertenecer a la clase bayi, pero se cree que los pájaros son los espíritus de mujeres muertas y por eso se clasifican en la segunda clase. De manera parecida, la mitología dyirbal determina que la Luna y el Sol son hombre y mujer, respectivamente; por esto, la Luna es bayi y el Sol, balan.

c) El principio de propiedad importante: “Si un subgrupo de nombres tiene una propiedad particular importante que el resto del grupo no tiene, los miembros del subgrupo se asignarán a una clase diferente de la de los demás con objeto de marcar esta propiedad; la propiedad importante más usual es la peligrosidad”. Este tercer principio explica, entre otras cosas, que algunos peces que son peligrosos se clasifiquen en la clase presidida por las mujeres, y no en la de los hombres y animales.

Todo esto nos podría llevar a concluir, como apunta Lakoff en la introducción a su libro, que el dyirbal es una lengua muy machista, teniendo en cuenta que no puede inferirse nada bueno para las personas de sexo femenino de una coordinación de sintagmas nominales como mujeres, fuego y cosas peligrosas, en la que el único denominador común corresponde al último sintagma, “cosas” peligrosas.

Esta conclusión deriva de aplicar nuestra concepción occidental del mundo a otro sistema, lo que nos lleva indefectiblemente a considerarlo extraño y anómalo. En opinión de Lakoff (1987), los principios propuestos por Dixon explican asociaciones que, de otra manera, pueden parecer ilógicas, como que el fuego pertenezca a la misma categoría que las mujeres.

En efecto, las asociaciones que han cristalizado en la gramática del dyirbal siguen una lógica clara cuando no se miran con ojos occidentales. A través del principio de dominio relevante, el fuego se relaciona con el Sol, y el astro rey, a través del mito, con la mujer. El fuego es peligroso y, a partir del principio de propiedad importante, las cosas peligrosas se asocian con el fuego. También el agua, puesto que apaga el fuego, pertenece a su mismo dominio experiencial y, en consecuencia, recibe el mismo clasificador. El estudio de Dixon, y la reelaboración de Lakoff, muestran la existencia de una relación entre el lenguaje, el mundo y la cognición. La gramática fija aspectos relevantes del uso lingüístico de un grupo humano.

El caso del dyirbal ejemplifica el hecho de que la categorización, actividad básica del pensamiento y del lenguaje, responde a principios generales y no es azarosa ni un pozo lleno de excepciones, sino que sigue una lógica, aun cuando a veces los investigadores no somos capaces de descubrirla, a menudo porque partimos de nuestra propia concepción del mundo y de la lengua que hablamos. Esta lógica puede tener un reflejo concreto en la gramática (en este caso, en la morfología).

Las élites que gobiernan una sociedad tienden a aislarse y configurar un tipo de discurso que se transmite en centros especiales, como manifiesta La escuela de Atenas de Rafael. Esta comunidad de sabios ya no resuelve sus disputas por la fuerza, sino mediante la argumentación y el diálogo. La etapa superior de la evolución, la que caracteriza la especie humana, está ligada, por tanto, a una sociedad y una cultura que son las que de verdad la hacen posible. Pero esta relación entre grupo social y capacidad expresiva no sólo es propia del ser humano: se ha encontrado una relación matemática entre el volumen del cerebro de las diferentes especies de homínidos y las dimensiones de los grupos en que transcurría su vida.

Así pues, desde la perspectiva cognitiva, el uso lingüístico se convierte en un elemento central de análisis y estudio, y no es un epifenómeno no alcanzable científicamente, conjunto de casos que no responden a principios generales. En cambio, desde modelos que separan o aíslan la gramática del uso, es imposible, por ejemplo, explicar las asimetrías que muestran (1) y (2):

(1) _______ a) Tiene marido
_________ b) Tiene maridos
(2)_______ a) No tiene hijos
_________ b) No tiene hijo

Las oraciones de los ejemplos anteriores responden a todos los principios de buena formación; aun así, la oración “Tiene maridos” nos suena extraña, como también nos sorprende “No tiene hijo” o, cuando menos, nos obliga a una reinterpretación a partir de un contexto especial que le de sentido –pongamos por caso el de una pareja separada en referencia a que aquel día no se tiene que quedar con el niño y puede salir por la noche. Es nuestro conocimiento del mundo, nuestra concepción cultural –que no necesariamente tiene que coincidir con una realidad que cambia a gran velocidad– lo que explica la asimetría. En nuestra cultura, funciona un modelo cognitivo idealizado por el que las familias están formadas por un hombre, una mujer y más de un hijo (por más que la realidad nos muestre que no es así en muchos casos).

Podríamos multiplicar los ejemplos refiriéndonos a unidades fraseológicas (¿qué quiere decir “de pe a pa” o ser un san Pablo cuando resulta que el santo “alto” era san Cristóbal?) o ciertas metáforas recurrentes, como las que conceptualizan las relaciones amorosas o las confrontaciones deportivas en términos bélicos. Así, “A se rindió al amor de B”, “A conquistó el amor de B”, “se divorciaron a causa de un conflicto familiar grave”, etc., resultan del proceso de interpretar relaciones abstractas (el amor) en términos de otras más concretas (la guerra).

La cuestión es que hechos como los que hemos comentado no son extraños, aislados o asistemáticos, sino que responden a principios generales de pensamiento y de expresión, que toman forma concreta relativamente diferenciada en cada lengua.

La lingüística cognitiva y otros enfoques interdisciplinarios basados en el uso del lenguaje abren perspectivas de análisis más explicativas, más próximas a la realidad y con un potencial enorme desde el punto de vista de las aplicaciones de la lingüística a disciplinas como la enseñanza de lenguas o la traducción. Según hemos visto, esta perspectiva permite descubrir sistematicidad en lo que, desde fuera, parece el reino de la anarquía y el capricho. Nos permite, en fin, entender mejor lo que es el lenguaje, el pensamiento y el género humano.

BIBLIOGRAFÍA

Cuenca, M. J. y J. Hilferty, 1999. Introducción a la lingüística cognitiva. Ariel. Barcelona.

Dirven, R. y M. Verspoor, 1999. Cognitive Exploration of Language and Linguistics. John Benjamins. Amsterdam.

Geerarts, D., 2003. “How does Cognitive Linguistics fits in the develop, ment of Linguistics”, Language, Culture and Cognition. An International Conference on Cognitive Linguistics (Braga, 16-18 de julio, 2003).

Lakoff, G., 1987. Women, Fire and Dangerous Things. What Categories Reveal about the Mind. University of Chicago Press. Chicago.

Ungerer, F. y H. J. Schmid, 1996. An Introduction to Cognitive Linguistics. Longman. Londres/Nueva York.

© Mètode 2003 - 39. Del grito a la palabra - Disponible solo en versión digital. Otoño 2003

Vicerectora de Investigación y Política Científica, Uni­ver­sitat de València.
Actualmente Maria Josep Cuenca no ostenta este cargo.