Presencia y palabra, de Carlos Hernández Sacristán

Decir requiere interlocución

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Presencia y palabra
Una antropología del decir
Carlos Hernández Sacristán
Tirant Humanidades, 2022. 207 páginas.

La lectura del libro de Carlos Hernández, catedrático de Lingüística General de la Universitat de València, invita a decir. A decir hacia adentro y a decir hacia afuera. A hacer la ruminatio del texto, pero también a escribir estas líneas para hacer partícipes a cuantos más mejor. El objeto del libro es el lenguaje, pero también una determinada orientación a la hora de tratarlo, que rompe con la dicotomía expresada por Snow en 1959 sobre las antítesis entre el pensamiento científico y el humanista. Este es un libro imposible sin los avances de la neurociencia, la sociobiología o la etología. Pero se expresa a través de iluminaciones benjaminianas y de tropos antropológicos, traductológicos y filosóficos.

La iluminación primera es la siguiente: en el penúltimo tramo de la pandemia de covid-19, el lingüista reflexiona sobre el incremento de las actividades comunicativas no presenciales. Que las encuentre útiles o, incluso, insustituibles en un momento de excepción, no quiere decir que le parezcan ni agradables ni prolongables. Y sabe por qué: «Toda comunicación requiere siempre al menos de un simulacro propio de una interacción frente a frente». Necesitamos al otro para comunicar. El autor lo explica en 200 páginas, estructuradas en tres partes. La primera se ocupa de las bases biológicas, psicológicas y sociológicas del lenguaje, pero también de la capacidad de este para alterarlas. Como expresó en su día el genetista Luigi Cavalli-Sforza, la cultura humana es imposible sin el lenguaje, que no tiene más de 150.000 años y que se corresponde a una productiva alteración genética de la especie Homo; a su vez, la cultura ha permitido a la especie emanciparse parcialmente de los procesos de selección natural; genética y evolución cultural se recombinan. La segunda parte indaga sobre cómo el lenguaje interacciona con las vivencias del ser humano y pone especial énfasis en la naturaleza somática de esa interacción. Imposible aquí pasar por alto la aportación de los estudiosos de las neuronas espejo. En la década de 1970, el gran etnólogo y antropólogo André Leroi-Gourhan nos habló del vínculo entre el gesto y la palabra; y a través de investigaciones neurobiológicas, Iacobini y otros, en las primeras décadas del siglo XXI, nos han demostrado que la gestualidad no es un complemento, sino una matriz del lenguaje. El tercer bloque aborda la importancia del lenguaje en la condición gregaria de los seres humanos.

Carlos Hernández no solo nos muestra la dialéctica entre decir y callar, entre expresar e inhibir, entre lenguaje audible e interior, entre evolución biológica y cultura lingüísticamente fundada, entre cuerpo y lenguaje, entre emociones y dicciones o entre variantes lingüísticas y traducciones, sino que es capaz de separarse de esa soberbia posmoderna –que el autor, discretamente, llama «mitología del espacio comunicativo puro»–, según la cual el lenguaje, el mundo y la existencia del sujeto son lo mismo. La capacidad de Hernández para apreciar las interacciones de los tres elementos en su complejidad es la que le permite no confundir el enorme poder que supone la designación de las cosas con las cosas mismas.

El lector agradece la ductilidad del texto, su capacidad para el matiz y, en mi opinión, acaba persuadido de que la corporeidad del lenguaje, pero también su incapacidad para sustituir al mundo, es lo que hace que necesitemos al otro y, si cabe, mirándolo a los ojos para terminar una comunicación plena. O, al menos, la única manera de no deteriorar el aura que nos acompaña y que tanto ayuda a construir nuestra forma de decir.

© Mètode 2023 - 117. El legado de los dinosaurios - Volumen 2 (2023)
Catedrático de Periodismo (UV).