¿Existe el gen del espíritu humano?

Is there a gene for the human spirit? Genetic Engineering and the Science Fiction Movie. The article sets out to reflect the cinematographic vision of the progress made in Science and Genetic Engineering. Citing specific examples, the author highlights the general lack of scientific precision in the way Cinema deals with Science Fiction, but evaluates positively its ability to entertain and induce reflection and creative thought within its genre. Scientists generally do not come out looking too good.

     La producción cinematográfica es una de las industrias del entretenimiento. Por su parte la ciencia consolida un sistema de progreso del conocimiento basado en el mejor sistema que ha inventado el hombre para aprehender la realidad: el método científico. La ciencia y, sobre todo, sus aplicaciones reconfortan al hombre y al mismo tiempo generan incertidumbre, cuando no preocupación o temor sin ambages. El hombre se mueve entre la necesidad de saber y el miedo a saber. Estas expectativas y temores están anclados en el subconsciente cultural de nuestro entorno desde la expulsión de Adán y Eva del Paraíso por comer del Árbol del Bien y del Mal (Génesis 3, 1-6). El siglo XXI es el siglo de la ingeniería genética. Los avances en este campo, que algunos consideran la última caja de Pandora de la ciencia, apenas se vislumbran y, sin embargo, está claro que van a conmover nuestros principios y convicciones éticas más profundas. La posibilidad de manipular genéticamente los seres vivos de manera precisa y controlada abre paso a posibles cambios en el destino de la raza humana y nos sugiere nuevos aspectos de las preguntas básicas del hombre sobre la vida y los seres vivos: ¿Está cada individuo determinado genéticamente? y, si es así ¿podremos intervenir para cambiar su destino individual? ¿Es necesario que el individuo muera o podríamos plantearnos la inmortalidad como realidad? ¿Podremos prescindir de la reproducción sexual en el hombre como ya hacemos en los animales y en las plantas y dar paso a técnicas de clonación masiva? ¿La clonación terapéutica posibilitará la cura de las enfermedades? ¿Podremos generar especies «humanoides» nuevas enriquecidas en genes útiles mediante las técnicas de clonación reproductiva?

     Los guiones de películas y de libros de ficción surgen a menudo como relatos anticipados en el tiempo de lo que podrá ocurrir, basándose a menudo en planteamientos equivocados desde el punto de vista del conocimiento científico. Es un punto crucial: guionistas y directores deberían apoyarse en los hechos contrastados por la ciencia; entonces, la ciencia ficción podría gustar también a los científicos que con frecuencia llegan a despreciarla. De entre la producción cinematográfica en la que la ingeniería genética o la manipulación biotecnológica juega un papel central o lateral, he elegido algunas películas desarrolladas en momentos distintos para comentar aspectos tanto lúdicos como didácticos, aunque a veces se reflexione también sobre imposibilidades científicas.

La experimentación con humanos

     De siempre ha repugnado desde el punto de vista ético la conversión del hombre en animal de experimentación por el simple hecho de que pierde su libertad. En torno a ello no se debería obviar la visión de El hombre y el monstruo (Dr. Jekyll and Mr. Hyde, 1932), película de Rouben Mamoulian con Spencer Tracy, Ingrid Bergman y Lana Turner, y El extraño caso del Dr. Jekyll (Dr. Jekyll and Mr. Hyde, 1941) de Victor Fleming, ambas basadas en la novela de Robert Louis Stevenson, verdaderas obras maestras de su tiempo que planteaban ya la inquietud que nos produce hoy en día la experimentación con humanos. Por su parte, Ridley Scott, en Blade Runner (1982), reconduce magistralmente el tema cincuenta años después al proponer la creación de «replicantes», superiores en fuerza y agilidad e iguales en inteligencia a los ingenieros genéticos que los crearon. Carentes sin embargo de emociones, sirven como esclavos exploradores de otros mundos. Transcurre en Los Ángeles (EEUU), en 2019, donde los científicos son capaces de sintetizar animales completos e incluso repuestos de órganos. La trama se resuelve con un motín que provoca la orden de eliminar dichos seres, misión que se le encomienda a Blade Runner (Harrison Ford) que no puede evitar enamorase de una «replicante» con emociones, la encantadora Rachel (Sean Young). La tensión se palpa en las escenas que enfrentan a uno de ellos con su creador, el Dr. Tyrell, de Tyrell Corporation, que reconoce que «te hicimos lo mejor que pudimos, pero no para durar […] no sabemos revertir la muerte programada». El «replicante» asesina a su creador, que se pone en evidencia por utilizar técnicas de manipulación genética imperfectas y fuera de control.

     Michael Apted dirige en 1996 de una manera un tanto sobria Al cruzar el límite (Extreme measures), cuyo guión de Michael Palmer, acerca a la realidad lo que debería quedar en ciencia ficción. El coprotagonista es un médico interesado en comprender y controlar la regeneración del sistema nervioso. Su objetivo es el de curar parapléjicos. Hasta aquí todo muy loable. Sin embargo, se enfrenta a experimentos con humanos a los que daña los tejidos nerviosos para intentar después el tratamiento. Hombres y mujeres sanos son seleccionados y utilizados desconociendo su destino. Plantea de una manera efectista la cuestión de si el fin justifica o no los medios al tomar al protagonista (Hugh Grant) y simularle químicamente una tetraplejia. ¡Caso típico de científico-investigador jugando a ser Dios! La pregunta-trampa la hace el médico: «si para acabar con el cáncer hubieras de matar a una sola persona ¿lo harías?».

     Más recientemente, Ang Lee llevó a la pantalla el guión de James Schamus en Hulk (2003). El hilo narrativo introduce aspectos novedosos al tratar la auto-experimentación de un científico para conseguir la regeneración humana que permita la inmortalidad, una de las obsesiones más elementales del ser humano, consciente de su propia muerte, algo que no acepta. La película expone la transgresión del científico que no se detiene ante la prohibición de experimentar con humanos. Carente de cualquier base científica, presenta a un protagonista cuyo objetivo es adquirir el poder suficiente para «superar los límites que nos puso Dios». El científico consigue modificarse genéticamente con ADN extraído de estrellas de mar y transmitir la transformación a su hijo que se convierte en un superhéroe prácticamente inmortal. Relata el enfrentamiento entre padre-malo e hijo-bueno, ambos científicos, en un contexto militar donde el interés consiste en averiguar el secreto genético patentable de la inmortalidad.

     En el capítulo de los clásicos de ciencia ficción, merece especial atención La mosca (The Fly, 1958), de Kurt Neumann, basada en una historia de George Langelaar. El argumento obviamente concebido con anterioridad a la disponibilidad de técnicas de ingeniería genética para obtener transgénicos, se puede considerar precursor de la transgenia. El científico protagonista realiza con éxito experimentos de transporte de objetos mediante ondas electromagnéticas. Pronto se deja llevar por la curiosidad y la soberbia, («no estoy jugando a Dios, es Dios el que me ha dado la inteligencia para experimentar») e intenta el transporte de seres vivos, pasando a ser objeto de su propia experimentación. Una vez en el aparato desintegrador-integrador, no percibe la presencia de una mosca. Las moléculas de ambos se mezclan. El resultado es un ser transgénico con cuerpo humano y cabeza de mosca. Antes de acabar con la vida del monstruo que ha creado, concluye que «hay cosas con las que el hombre no debe de experimentar». Este final transmite el mensaje moral de la película, lejos de las creaciones de la ciencia ficción norteamericana que presentan «monstruos híbridos» entre animales y humanos con valores de superhéroes positivos (Superman, Batman o Spiderman).

La invasión desde otros mundos

     Entre las dos versiones de La guerra de los mundos (The War of the Worlds)la de 1953, dirigida por Byron Haskin, y la superproducción de 2005 de Steven Spielberg, en las que la única intervención biológica es la de los virus que acaban con los marcianos invasores, se sitúa la interesante La invasión de los ultracuerpos (Invasión of the Body Snatchers), dirigida por Philip Kaufman en 1978. El fundamento científico es delirante: la invasión se produce a través de plantas con flores de aroma muy atractivo. «Las flores se meten en nuestros cuerpos y cambian nuestros genes». Estaríamos hablando de una verdadera transgénesis, con un supuesto origen de la raza humana formada por hibridación de seres venidos del espacio con simios de nuestro planeta. Los nuevos seres no sienten, no odian, no tienen la necesidad de amar. De manera inquietante, la nueva especie se impone en la Tierra.

En La invasión de los ultracuerpos se plantea una verdadera transgénesis: se sugiere un supuesto origen de la raza humana formado por hibridación de seres venidos del espacio con simios de nuestro planeta.

La nueva reproducción en los humanos

     Código 46 (Code 46), dirigida por Michael Winterbottom en 2004, nos plantea con habilidad una interesante puesta en escena del caos creado por la generalización de las técnicas de fecundación in vitro, la inseminación artificial, la división e implantación de embriones y, finalmente, por la clonación, que haría necesario someter a los futuros progenitores a un análisis genético previo para saber si comparten porcentajes significativos de genes: en el 100%, 50% o 25%, las relaciones se considerarían incestuosas y tendrían que ser evitadas, interrumpiéndose todo embarazo producido. Ello se recoge en el Código 46 cuyo control lo realiza La Esfinge. Esta corporación lo sabe todo sobre la predisposición genética de los individuos para enfermar y vigila cualquier movimiento de las personas; clasificadas como aptos y no aptos. En la película es habitual la transgénesis humana mediante virus que proporcionan la capacidad de hablar idiomas o la empatía para intuir el pensamiento ajeno. El inspector de La Esfinge (Tim Robbins) encargado de investigar unas falsificaciones de permisos de viaje, se enamora de la propia falsificadora (Samantha Morton). El desenlace sobrecoge al describir un poder basado en tecnologías genéticas capaz del control más absoluto sobre las personas; control que llega a forzar la autodenuncia por haber violado el código 46, incluso a la eliminación de memoria humana específica.

La clonación humana

    El poder y la ingeniería genética también se alían en Minority Report (2002), producción de S. Spielberg sobre guión de Philip Dick. El argumento original nos sitúa en el año 2054 con un Tom Cruise dirigiendo una unidad de prevención del crimen que puede anticiparse a la comisión de delitos, deteniendo eficazmente y condenando a los criminales antes de que los lleven a cabo. Para ello disponen de unos humanoides denominados «precog» responsables de visualizar los crímenes futuros y sus autores. Lo que oculta la autoridad es que los videntes a veces discrepan y producen informes minoritarios sobre los crímenes que van a suceder. Estos se destruyen para evitar dudas sobre la fiabilidad del sistema. La película muestra una vez más la corrupción de un poder que traspasa los límites de la dignidad humana tanto en sus métodos como en los fines. Y todo ello basado en las técnicas genéticas emergentes.

     Rodada con características de superproducción y con graves lagunas en sus planteamientos científicos aparece La isla (The Island, 2005) de Michael Bay, protagonizada por Ewan Mc Gregor y Scarlett Johansson. Temáticamente, se ha relacionado con un clásico de la ciencia ficción: La fuga de Logan (Logan’s Run, Michael Anderson, 1976). La historia narrada recoge aspectos como la hipervigilancia de Gran Hermano (George Orwell, 1984), la prohibición del sexo de THX1138 (Georges Lucas, 1971), los invernaderos de cuerpos humanos de Coma (Michael Crichton, 1978), la burocracia futurista de Gattaca (Andrew Niccol, 1997), la obsesión por la seguridad de Minority Report (Steven Spielberg, 2002) y los ambientes y trama de Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Los protagonistas son dos clones, seres inocentes que resultan ser mucho más humanos que los humanos de los que son copia. En ella se muestra una corporación de negocios biotecnológicos que dispone de la tecnología para clonar humanos en forma de agnates o productos clónicos que nacen adultos para proporcionar órganos de reserva cuando sus propietarios enferman. Los agnates desconocen su realidad y su destino. Por supuesto, el coste de un agnate es de varios millones de dólares y la película bucea en un tema tan sensible como las posibilidades que ofrecería el capitalismo puro y duro para unos pocos basado en el trabajo de unos científicos dispuestos a jugar a ser Dios. La película cuenta con los espectaculares efectos especiales de las películas de Michael Bay: La Roca (The Rock, 1996), Armageddon (1998) o Pearl Harbour (2001).

El enriquecimiento genético

     Gattaca es quizás la película que se desarrolla sobre unos fundamentos científicos más sólidos. Escrita y dirigida por Andrew Niccol en 1997, refleja cómo el análisis genético en el nacimiento informa a la sociedad sobre las perspectivas de vida y muerte del neonato. Con un riesgo de muerte durante la juventud no se obtiene un seguro de vida de las aseguradoras. Así se escoge o se descarta a las personas para determinadas funciones. El protagonista, llamado intencionadamente Vincent Freeman, es genéticamente imperfecto y desea ser astronauta. Y lo consigue oponiéndose a su destino genético. Resulta criticable, por la eventual confusión en el público, la posibilidad planteada de traducir en genes concretos cualquier rasgo complejo del hombre. Basándose en el descubrimiento de genes concretos para caracteres monogénicos, deja abierta la puerta al sucesivo enriquecimiento genético en genes deseables para dar lugar a los génicos. La cinta induce a la reflexión y entronca con obras literarias y científico-divulgativas de calidad como Un mundo feliz, de Aldoux Husley, o Vuelta al Edén, de Lee M. Silver. Se trata del hombre y su destino. ¿Qué está determinado en los genes y qué lo está en el espíritu? Contempla la obra de Dios: ¿quién puede enderezar lo que Él torció? No existe el gen del espíritu humano ¿O sí? ¿Qué nos hace ser humanos?

     No quisiera acabar sin hacer una llamada a los científicos, especialmente a los biólogos y muy especialmente a los biotecnólogos sobre la conveniencia de ver este cine de ficción aunque sólo sea por abrir la mente a la reflexión sobre las consecuencias sociales del progreso en nuestro campo científico. ¡Y también para divertirse!

Bibliografía
Silver, L. M. (1998): Vuelta al Edén. Más allá de la clonación e un mundo feliz. Editorial Taurus.
Matt, R. (2000): Genoma. La autobiografía de una especie en 23 capítulos. Editorial Taurus.
—— (2004): Qué nos hace ser humanos. Editorial Taurus.
Rees, M. (2003): Our final century. Arrow Books, Londres.

Filmografía
Anderson, M. (1976): La fuga de Logan (Logan’s Run), EUA, 120’, color. Basada en la novel·la de William F. Nolan.
Apted, M. (1996): Al cruzar el límite (Extreme measures), EUA, 118’, color. Basada en el llibre de Michael Palmer.
Bay, M. (1996): La Roca (The Rock), EUA, 136’, color.
—— (1998): Armageddon, EUA, 150’, color. Basada en el la història de Robert Roy Pool i Jonathan Hensleigh.
—— (2001): Pearl Harbour, EUA, 183’, color.
—— (2005): La Isla ( The Island), EUA, 136’, color.
Fleming, V. (1941): El extraño caso del Dr. Jekyll (Dr. Jekyll and Mr. Hyde), EUA, 113’, b/n. Basada en la novel·la de Robert Louis Stevenson.
Kaufman, P. (1978): La invasió dels ultracossos (Invasion of the body snatchers), EUA, 115’, color. Basada en el fulletó de Jack Finney.
Lee, A. (2003): Hulk, EUA, 138’, color.
Lucas, G. (1971): THX1138, EUA, 86’, color.
Mamooulian, R. (1932): El hombre y el monstruo (Dr. Jekyll and Mr. Hyde), EUA, 98’, b/n. Basada en la novel·la de Robert Louis Stevenson.
Neumann, K. (1958): La mosca (The Fly), EUA, 94’, color. Basada en la història de George Langelaan.
Niccol, A. (1997): Gattaca, EUA, 101’, color.
Scott,  R. (1982): Blade Runner, EUA, 117’, color.
Spielberg , S. (2002): Minority Report, EUA, 145’, color. Basada en el relat curt de Philip K. Dick.
—— (2005): La guerra dels mons (War of the Worlds), EUA, 116’, color.
Winterbottom, M. (2003): Código 46 (Code 46), Regne Unit, 92’, color.

José Pío Beltrán Porter. Institut de Biologia Molecular i Cel·lular de Plantes, Universitat Politècnica de València – CSIC.
© Mètode 48, Invierno 2005/06.

La experimentación con humanos es un tema recurrente en el género de la ciencia ficción. La novela de Robert Louis Stevenson El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde ha dado lugar a varias adaptaciones cinematográficas (arriba). La imagen corresponde a la versión que hizo el director Rouben Mamoulian en 1932 (abajo).

«Guionistas y directores deberían apoyarse en los hechos contrastados por la ciencia. Entonces, la ciencia ficción gustaría también a los científicos»

 

Ridley Scott, en Blade Runner (1982) reconduce magistralmente el tema cincuenta años después, cuando propone la creación de «replicantes», superiores en fuerza y agilidad e iguales en inteligencia a los ingenieros genéticos que los crearon. Sin embargo carecen de emociones, sirven como esclavos exploradores de otros mundos.

 

«El argumento de “La mosca”, concebido con anterioridad a la disponibilidad de técnicas de ingeniería genética para obtener transgénicos, se puede considerar precursor de la transgenia»

 

Código 46, dirigida por Michael Winterbottom en 2004, nos plantea con habilidad una interesante puesta en escena del caos creado por la generalización de las técnicas de fecundación in vitro, la inseminación artificial, la división e implantación de embriones y, finalmente, por la clonación.

 

«Las técnicas genéticas emergentes, en “Minority Report” permiten la corrupción de un poder que traspasa los límites de la dignidad humana tanto en los métodos como en los fines»

 

Los protagonistas de La fuga de Logan son dos clones, seres inocentes que resultan ser mucho más humanos que los humanos de los que son copia.

 

Gattaca resulta criticable por la eventual confusión que plantea en el público la posibilidad de traducir en genes concretos cualquier rasgo complejo del hombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© Mètode 2014 - 48. Fotogramas de ciencia - Disponible solo en versión digital. Invierno 2005/06
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Profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV) de Valencia (España). Director del Laboratorio de Biología y Biotecnología del Desarrollo Reproductivo. Fundador de la Casa de la Ciència de Valencia. Ha sido Presidente de la European Plant Science Organization y de la European Federation of Plant Biology Societies.