Exploración de las mediciones de radiación después de Fukushima

Cuando la ecología de los medios se une a la ciencia ciudadana

https://doi.org/10.7203/metode.12.17642

Mientras que diversos académicos han investigado el papel de la ciudadanía en la generación de datos científicos tras la catástrofe nuclear de la central Fukushima Daiichi desde el prisma de la ciencia y la detección ciudadana, este artículo toma conceptos de la ecología de los medios y explora su potencial teórico para mejorar nuestro conocimiento de las prácticas de ciencia ciudadana post-Fukushima. Basándose en la perspectiva de Marshall McLuhan de la tecnología como medio, crea un marco teórico para poner en primer plano el papel de los dispositivos de medición (del nivel de radiación, en el caso que nos ocupa) como extensión del cuerpo y la mente del usuario. De esta forma, pretende contribuir a los estudios de medios y a los estudios de ciencia, tecnología y sociedad (CTS).

Palabras clave: ciencia ciudadana, ecología de los medios, Marshall McLuhan, Fukushima, medición de la radiación.

El 11 de marzo de 2011 un devastador terremoto y el tsunami que este provocó golpearon el noreste de Japón. La central nuclear Fukushima Daiichi sufrió un accidente y liberó una gran cantidad de material radiactivo a la atmósfera. Como tantos otros riesgos contemporáneos, la contaminación radiactiva es esencialmente imperceptible a nuestros cinco sentidos y, por lo tanto, su detección está necesariamente mediada por la tecnología (Beck, 1992). Mientras al gobierno japonés le resultó difícil utilizar los puestos institucionales de monitorización de la radiación inmediatamente después del accidente, la ciudadanía utilizó varios dispositivos de medición de forma táctica para dotar de sentido a su entorno a través de los datos.

Los académicos del área de ciencia, tecnología y sociedad (CTS) se han centrado, con una amplia variedad de enfoques, en examinar el papel de la ciudadanía en la generación de datos científicos, la información y el conocimiento alternativos bajo la etiqueta de ciencia ciudadana (Abe, 2015; Berti-Suman, 2020; Kuchinskaya, 2019; Sternsdorff-Cisterna, 2019). Estos estudios han documentado las diferentes prácticas utilizadas por las personas y organizaciones que se implicaron con el accidente de Fukushima (Kenens et al., 2020). Mientras que gran parte de la ciencia ciudadana se ha centrado en la producción de datos y en las prácticas de detección ciudadana (Gabrys, 2019; Goodchild, 2007), este documento explora el papel de los dispositivos de medición como medio, basándose en la perspectiva de ecología de los medios de Marshall McLuhan (1911-1980).

La ecología de los medios es una disciplina bien asentada (Scolari, 2012; Strate, 2004) que se ha ocupado principalmente de la forma en que:

Los medios de comunicación afectan a la percepción, comprensión, los sentimientos y valores humanos; y cómo nuestra interacción con ellos facilita u obstaculiza nuestras propias posibilidades de supervivencia. La palabra ecología implica el estudio de los ambientes: su estructura, contenido e impacto en las personas. (Postman, 1970, p. 161)

«Inmediatamente después del terremoto y el tsunami de 2011, en Japón surgieron muchos instrumentos de medición de la radiación»

El objeto de estudio de la ecología de los medios se centra, por lo tanto, en los efectos que estos tienen en las percepciones humanas. Entre muchos otros, se ha considerado a McLuhan como uno de los teóricos fundadores de esta disciplina (Strate, 2004; 2008). Su perspectiva sobre el medio (y sobre la ecología de los medios) es bastante controvertida, pero aun así ha sido muy influyente entre los académicos de varias disciplinas (Strate y Wachtel, 2005). En Understanding media: The extensions of man (“Comprender los medios: Las extensiones del hombre”), McLuhan (1964) examinó el habla, los textos, la vestimenta, los relojes, la prensa, la televisión y las armas como medios, centrándose en cómo cada uno amplía nuestro cuerpo y mente creando un ambiente o entorno único que, aunque invisible, facilita el desarrollo de una forma particular de percibir el mundo. De esta forma, reinventó los medios como «una parte de nuestro entorno, a menudo disimulada en segundo plano, invisible a todos los efectos, pero que nos influye y nos conforma de formas muy significativas» (Strate y Wachtel, 2005, p. 3). En el libro coescrito por McLuhan y Fiore (1967) El medio es el masaje, los autores apuntaban:

Todos los medios nos vapulean minuciosamente. Son tan penetrantes en sus consecuencias personales, políticas, económicas, estéticas, psicológicas, morales, éticas y sociales que no dejan parte alguna de nuestra persona intacta, inalterada, sin modificar. El medio es el masaje. Ninguna comprensión de un cambio social y cultural es posible cuando no se conoce la manera en que los medios funcionan de ambientes. Todos los medios son prolongaciones de alguna facultad humana, psíquica o física. (McLuhan y Fiore, 1967, p. 26)

Después del terremoto y el tsunami, la central nuclear Fukushima Daiichi sufrió un accidente y liberó una gran cantidad de material radiaoctivo a la atmósfera. Imagen de los reactores de Fukushima antes del accidente. / Foto: National Land Image Information, Ministry of Land, Infrastructure, Transport and Tourism

De esta forma, el estudio de la ecología de los medios de McLuhan se centra en visibilizar los ambientes invisibles, más que en examinar el contenido de los medios de comunicación. Al parecer, su visión de los medios es problemática porque se basa en la falacia del determinismo tecnológico, como muchos expertos han señalado (Williams, 2003). Por lo tanto, seguir su enfoque nos puede llevar a separar la tecnología de detección de la propia práctica de la ciencia ciudadana, que implica necesariamente y de formas complejas tanto agencias humanas como no humanas, y a considerar determinante el papel de estos dispositivos en la observación ciudadana.

Sin duda, la escala y alcance de la ciencia ciudadana no están determinados de forma directa y en exclusiva por la tecnología, pero imaginemos a la ciencia ciudadana sin instrumentos científicos; en muchos proyectos, si no fuera por la tecnología, la gente no podría recopilar los datos necesarios. Por tanto, entre los diferentes enfoques de algunos teóricos de la ecología de los medios (Strate, 2004), la visión determinista de McLuhan puede resultar un recurso útil para reflexionar sobre el papel que pueden desempeñar los dispositivos en la configuración de las prácticas de ciencia ciudadana después del desastre de Fukushima.

Pese a estas limitaciones esenciales de la ecología de los medios, este estudio pone en primer plano los efectos del dispositivo de medición de radiación en sí mismo, para arrojar luz sobre el concepto convencional (y más o menos centrado en el factor humano) de la ciencia ciudadana. Al igual que muchas investigaciones en ecología de los medios, este documento no se basa en pruebas empíricas; por el contrario, trae a colación deliberadamente la ecología de los medios y explora su potencial teórico para mejorar nuestra comprensión de la ciencia ciudadana post-Fukushima.

Mediciones de la radiación tras el accidente de Fukushima

Inmediatamente después del terremoto y el tsunami, en Japón surgieron muchos instrumentos de medición de la radiación. Inicialmente, al gobierno japonés le resultó difícil dar información sobre los materiales radiactivos mediante sus equipos institucionales de medición (puestos de monitorización), en parte porque algunos se habían estropeado por el desastre, pero poco a poco fueron surgiendo muchos dispositivos diferentes desarrollados con la ayuda de los medios digitales. Sin embargo, entre los diferentes instrumentos de medición disponibles, al principio muchos adeptos de la ciencia ciudadana se fijaron en uno en concreto: el contador Geiger-Müller (de aquí en adelante, Geiger). Este contador era relativamente más asequible que otros dispositivos, por lo que estaba al alcance de mucha más gente.

Este artículo, por tanto, examina cómo puede influir el contador Geiger –entendido como medio – en las percepciones y valores de sus usuarios. En general, entendemos el contador Geiger como un medio diseñado para calcular la cantidad de radiación ionizante. El dispositivo representa los materiales radiactivos imperceptibles con una unidad específica (por ejemplo, cuentas por minuto, cpm). Lo más significativo, no obstante, es que técnicamente el contador Geiger no está diseñado para medir los niveles ambientales de radiación con precisión; de hecho, esta tecnología está concebida para medir la contaminación radiactiva en un laboratorio, no la radiación ambiental (Maruko, 2012). Por lo tanto, el contador Geiger como medio no transmite de manera precisa los efectos en la salud de los materiales radiactivos invisibles.

Safecast es una red comunitaria global de personas que realizan mediciones. Crearon su propio contador Geiger, llamado bGeigie, recopilaron una enorme cantidad de datos sobre los niveles de radiación en el aire y las mostraron en un mapa disponible en su web. / Foto: Nokton–Safecast

Desde la perspectiva de McLuhan, el contador Geiger se puede redefinir como un medio que funciona como ambiente invisible, dando forma a la mente y al cuerpo de su usuario. Específicamente, se puede entender como un medio de extensión del ojo y el oído humano, que permite al usuario «ver» y «oír» los niveles de radiación en forma de cpm. Esta consecuencia de considerar el dispositivo como medio implica la extensión de la visión y la audición. Además, el contador Geiger también se puede entender como medio que extiende la mente del usuario al animarle a interactuar con la radiación ionizante de una forma determinada y disuadirle de hacerlo de otras. Concretamente, podemos entender el contador Geiger como un medio que anima al usuario a adoptar «datos de calidad aceptable» (Gabrys, Pritchard y Barrat, 2016, p. 2) mientras que lo disuade de atenerse a los instrumentos institucionales. 

Como se ha señalado, el desastre de Fukushima precipitó el surgimiento de una amplia gama de contadores Geiger, incluyendo algunos de fabricación muy cuestionable. Esto los convirtió en la forma dominante de comunicación en términos de cantidad, pero no de calidad. De hecho, el libro titulado Última guía sobre contadores Geiger (Nihon Hōshasen Kanshitai, 2011) introduce y reseña hasta 35 tipos de contadores Geiger, como Air Counter (Japón), DoseRAE2 (Estados Unidos), SOEKS-01M (Rusia), PM1208M (Bielorrusia) y BS2000 (China), entre otros. Desde el punto de vista de McLuhan, cada contador Geiger actuaba como un entorno particular que modificaba la percepción de los sentidos de sus usuarios de una forma determinada; mientras, el gobierno japonés recuperó poco a poco su infraestructura informativa de medición y comenzó a utilizar el equipamiento institucional, diseñado para medir con precisión niveles de radiación bajos, lo cual permitía a los usuarios entender mejor los efectos de la radiación ionizante.

«El gobierno japonés advirtió de que se estaban utilizando instrumentos de medición de mala calidad. De esta manera, puso el foco sobre ellos»

Es importante señalar que los momentos posteriores al accidente de Fukushima no fueron la primera vez que la sociedad japonesa vio emerger nuevas prácticas de detección. De hecho, tras la catástrofe nuclear de Chernóbil, muchos ciudadanos construyeron su propio contador Geiger, el modelo conocido como R-DAN (RaDiation Alert Network), y se implicaron colectivamente en labores de detección (Abe, 2020). Tal vez lo más sorprendente es que la red comunitaria mantuvo esta actividad de monitorización durante más de treinta años utilizando esos dispositivos. Sin embargo, el punto diferencial después de Fukushima fue el papel de los medios digitales; las comunidades de usuarios de contadores Geiger crearon bases de datos online con información sobre los niveles de radiación (Abe, 2015; Wynn, 2017). Safecast, por ejemplo, es una red comunitaria global de personas que realizan mediciones. Crearon su propio contador Geiger, llamado bGeigie, recopilaron una enorme cantidad de datos sobre los niveles de radiación en el aire y los mostraron en un mapa. De igual manera, Hakatte Geiger, o “¿Nos ayudas a medir [la radiación nuclear] con un contador Geiger?” proporcionó una base de datos participativa online a la que los usuarios contribuían con sus propias mediciones (Abe, 2015). Hakatte Geiger utilizó Twitter con éxito como recurso para el control de calidad de sus datos y permitió que los usuarios de esta red social moderaran los datos que llegaban de todo tipo de contadores Geiger. Con los medios digitales, el contador Geiger funcionó de manera efectiva como un entorno alternativo a los dispositivos estatales del país. Como indicaban McLuhan y Fiore:

Los ambientes no constituyen envolturas pasivas sino, más bien, procesos activos invisibles. Las reglas fundamentales, la estructura penetrante y los patrones generales de los ambientes eluden la percepción fácil. Los antiambientes, o las contrasituaciones creadas por artistas, proporcionan recursos de atención directa y nos permiten ver y comprender con mayor claridad. La interacción entre los ambientes nuevos y viejos crea muchos problemas y confusiones. El obstáculo principal para comprender con claridad los efectos de los nuevos medios es nuestro hábito, profundamente arraigado, de observar todos los fenómenos desde un punto de vista fijo. (McLuhan y Fiore, 1967, p. 68)

Contador bGeigie. / Foto: Safecast web

Así, después de Fukushima, podemos comparar a los aficionados a la ciencia ciudadana con lo que ellos llamaron «antiambientalistas», precisamente porque una gran cantidad de usuarios de contadores Geiger permitieron «ver y comprender» un entorno más antiguo (creado por el dispositivo institucional del gobierno japonés) que determinaba nuestros sentidos de manera imperceptible antes del desastre.

Como predijeron McLuhan y Fiore, el nuevo entorno causó controversia en lo relativo a los instrumentos de medición (Abe, 2015). En septiembre de 2011, por ejemplo, el gobierno japonés advirtió en un comunicado de que se estaban utilizando instrumentos de medición de mala calidad. De esta manera, el Estado contribuyó a controlar los dispositivos y puso el foco sobre ellos, en lugar de ponerlo sobre los contenidos. Tomando prestada la famosa frase de McLuhan, el medio se convirtió oficialmente en el mensaje: el significado de una medición podía cambiar dependiendo de si la lectura se realizaba con un dispositivo «bueno» o con uno «malo». Mientras que el instrumento estatal de medición era un entorno invisible antes de la catástrofe, una gran cantidad de ciudadanos con sus dispositivos personales proporcionaron «recursos de atención directa» sobre el entorno anterior. Múltiples dispositivos distintos, incluyendo el contador Geiger, empezaron a volverse gradualmente ambientales (y, por tanto, invisibles) en comparación con su contenido (sus mediciones expresadas en cpm). Muchas personas buscaron datos desesperadamente con lo que tenían a mano, lo cual llevó a un resurgir del equipo de medición institucional como dispositivo «bueno». Dicho de otro modo, estos múltiples instrumentos se convirtieron en los medios que visibilizaron un «buen» dispositivo, precisamente debido a su contenido.

Aunque los niveles de radiación han ido disminuyendo durante los últimos diez años, la catástrofe de Fukushima todavía no ha llegado a su fin. Más allá de centrarse exclusivamente en los niveles de radiación, sigue siendo importante fijarse en los dispositivos de medición de esta, que podrían actuar como extensión de nuestro cuerpo y mente y podrían permitirnos reflexionar sobre las relaciones cambiantes entre el medio y su contenido. De esta manera, el enfoque de ecología de los medios de McLuhan nos permite contemplar una visión de la ciencia ciudadana post-Fukushima centrada en los medios.

Conclusiones

Naturalmente, la perspectiva de McLuhan no ofrece una imagen completa de la ciencia ciudadana después del accidente de Fukushima. Como bien han señalado algunos estudiosos de la comunicación, su visión de los medios se basa en el determinismo tecnológico y presta una atención inadecuada tanto a la economía política de los medios como al papel de sus usuarios (Carey, 2008). En otras palabras, sus ideas, incluyendo su visión de los medios, son considerablemente especulativas, lo que posiblemente haya alejado a la mayoría de investigadores del ámbito de ciencia, tecnología y sociedad. No obstante, su perspectiva puede contribuir a nuestra comprensión alternativa de aspectos a menudo no tan evidentes de la práctica de la ciencia ciudadana. Enfocar la ciencia ciudadana en base a la ecología de los medios de McLuhan tiene al menos dos implicaciones importantes.

Primero, como señala este artículo, pone en primer plano el papel de un dispositivo de medición como entorno que anima a sus usuarios a desarrollar sus propias percepciones sobre el peligro de la radiación y, al mismo tiempo, les disuade de adoptar percepciones alternativas. Mientras que los niveles de radiación como contenido tienden a monopolizar nuestra atención, he querido destacar que el dispositivo como medio funciona a modo de entorno que estructura nuestros sentidos. Por tanto, este documento sugiere que la perspectiva de McLuhan allana el camino para estudios de ciencia ciudadana post-Fukushima, más centrados en los medios. Si esta idea es correcta, su visión de la ecología de los medios también permitiría que los practicantes de ciencia ciudadana reflexionen sobre el modo en que su dispositivo puede haberse constituido como una extensión de sus cuerpos y mentes durante los últimos diez años. Utilizando el dispositivo, los usuarios podrían, al mismo tiempo, ser utilizados por este; es decir, en los últimos años, sus sentidos podrían haberse visto ampliados por este instrumento, lo cual sugiere que es importante que los practicantes de ciencia ciudadana reflexionen críticamente sobre el dispositivo de detección que utilizan.

En segundo lugar, este artículo también explora el estudio de la ciencia ciudadana después de Fukushima en relación con la visibilidad o invisibilidad de los dispositivos. La perspectiva de McLuhan nos permite comprobar cómo el dispositivo gubernamental de medición japonés (así como otros muchos dispositivos) se vuelve visible o invisible dependiendo de su contenido. Centrarnos en visibilizar el entorno creado por los dispositivos también nos permite reflexionar sobre el papel de la ecología de los medios para dar forma a las prácticas de detección ciudadana post-Fukushima. Conectar la ecología de medios con la ciencia ciudadana podría, por tanto, suscitar varias preguntas críticas: ¿Cómo pueden resultarnos tan invisibles los dispositivos tan solo diez años después del accidente? ¿En qué términos debe desarrollar la ciencia ciudadana su estrategia de comunicación para los próximos años en relación con sus dispositivos?

Construir un modelo adecuado de detección ciudadana basado en la perspectiva de McLuhan no resulta fácil, pero este artículo indica que al menos nos permite contemplar su visión de la ecología de los medios no solo en relación con la ciencia ciudadana post-Fukushima, sino también más allá. 

Referencias

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COMO CITAR ESTE ARTÍCULO:

Abe, Y. (2021). Exploring radiation measurement after Fukushima: When media ecology meets citizen science. Mètode Science Studies Journal, 12. http://dx.doi.org/10.7203/metode.12.17642

© Mètode 2021 - 108. Ciencia ciudadana - Volumen 1 (2021)
Profesor titular en la Facultad de Estudios de Medios Globales de la Universidad de Komazawa (Japón). Su investigación se centra en la ciencia ciudadana tras el desastre nuclear de Fukushima Daiichi en 2011.