Estos días se cumple el décimo cumpleaños de la catástrofe de Fukushima. Después del terremoto y el tsunami, la ciudadanía utilizó varios instrumentos para mesurar los niveles de radiación.
Lejos de ser un ecosistema fantasma, y contra todo pronóstico, la vida se ha abierto paso en Chernóbil tras el gran desastre nuclear. Nos lo explica Germán Orizaola en esta entrevista.
La madrugada del 26 de abril de 1986 los operadores de la central nuclear de Chernóbil se disponían a comprobar los sistemas de seguridad del reactor.
Una ciudad donde no hay nada. Donde la ausencia de personas, actividad y vida son las protagonistas. El recuerdo y las runas de lo que fue una civilización son prácticamente lo único que queda de Chernóbil.
El año 2011 fue proclamado por la Asamblea General de la ONU Año Internacional de la Química, conmemorándose también el centenario de la concesión del Premio Nobel de Química a Marie Curie.
Ciencia básica, ciencia aplicada y tecnología no están conectadas tan solo por una relación lineal. La historia de la radioactividad nos demuestra la rica e intrincada conexión que existe entre ellas.