Pasión por la química
Referentes históricos y actuales de la química recreativa e implicaciones en la enseñanza y la divulgación
Tras introducir algunas ideas generales sobre la química recreativa, se incluyen diversos referentes históricos desde el siglo XVIII a la actualidad, como las «veladas filosóficas», la creación de instituciones para la divulgación científica y la publicación de libros emblemáticos y revistas sobre el tema. Se comenta la actividad de algunos personajes destacados en la química recreativa y se analizan, en relación con esta área del saber, aspectos como formas de abordarla (juegos y ludificación, ferias científicas, programas en medios de comunicación e internet, etc.), características distintivas frente a otros campos de divulgación científica (prevención y seguridad, recomendaciones específicas para su implementación…) e implicaciones en la didáctica y la divulgación de las ciencias. Finalmente, se recogen las conclusiones del trabajo y algunas referencias bibliográficas para facilitar la profundización en el tema.
Palabras clave: didáctica de las ciencias, divulgación científica, química recreativa, química y vida cotidiana.
Introducción a la química recreativa
Se suele considerar como ciencia recreativa, en general, a la parte de la difusión y divulgación de la ciencia en la que, además de fines educativos y formativos, se promueve, de algún modo, la diversión, bien de la propia persona que realiza alguna actividad al respecto de forma individual o en pequeño grupo, bien (y muy especialmente) del público participante.
En este trabajo, se aborda una reflexión general sobre la ciencia recreativa, específicamente para el ámbito de la química, que, en muchos casos, se solapa (por tradición) con el de la física y otras ramas de la ciencia. Tras introducir referentes históricos, se describen algunas formas de abordar la química recreativa, ciertas características inherentes a las actividades involucradas –con casos concretos– y se analizan sus implicaciones en la difusión y divulgación de esta ciencia.
Referentes históricos de química recreativa en Europa
Como señala García-Molina (2011), en los siglos XVIII y XIX las exhibiciones científicas alcanzaron gran popularidad en demostraciones callejeras y ferias populares. Además, existían veladas científicas (inicialmente con el apelativo de filosóficas), de modo análogo a las literarias y musicales, en las que la burguesía se reunía para estar al día de las últimas novedades en todos los ámbitos. Los salones literarios y filosóficos nacieron durante el siglo XVII en Francia, pero pronto se propagaron por toda Europa (Kale, 2004). Muchas veces eran auspiciados por mujeres (salonnières), como Marie-Anne Pierrette Paulze (1758-1836), viuda de Antoine-Laurent de Lavoisier (1743-1794), uno de los fundadores de la química moderna.
A finales del siglo XVIII, el Siglo de las Luces, la química práctica gozaba de gran popularidad entre los ambientes ilustrados. Solo en París, se han identificado cerca de trescientos laboratorios en residencias particulares, y otros doscientos de farmacias, instituciones académicas e industrias (García Belmar, 2020). Durante el siglo XIX, las recreaciones científicas y matemáticas del siglo XVIII, que habían contribuido a la difusión de la ciencia, pasan a denominarse en muchos casos como ciencia divertida (science amusante, en francés), para «instruir divirtiendo» (Hache-Bissette, 2017).
La Royal Institution of Great Britain, abreviada como Royal Institution, se fundó en 1799 para difundir el conocimiento científico y experimentos curiosos (Berman, 1972). Actualmente, permanece aún en su edificio inicial de Londres en Albemarle Street y ha mantenido su compromiso con la ciencia mediante una actividad continua. Han trabajado allí personalidades de la talla de Humphry Davy (1778-1829), Michael Faraday (1791-1867) y William Lawrence Bragg (1890-1971), y, aparte de la divulgación, se ha desarrollado una importante labor científica que incluye el descubrimiento o aislamiento de diez elementos químicos. Entre otros muchos eventos allí realizados, destacan las Christmas Lectures, demostraciones orientadas a público infantil que se celebran desde 1825. Una de sus conferencias emblemáticas fue «The chemical history of a candle», en la que Faraday explicaba algunos principios de física y química mientras hacía observaciones sobre algo tan cotidiano entonces como la combustión de una vela. En el presente, el edificio (Figura 1) incluye un museo sobre este científico, donde se recrean algunas de sus investigaciones.
Clásicos de la química recreativa
Una asistente asidua a la Royal Institution fue Jane Marcet –de soltera Haldimand– (1769-1858) (Figura 2), muy popular en su tiempo como autora de libros de introducción a las ciencias y otros campos del saber, como la economía y la fisiología vegetal. Algunos de sus textos, pensados para mujeres jóvenes (entonces con menor formación académica que los varones), se plantean como conversaciones entre dos alumnas, Caroline (curiosa e incrédula) y Emily (más racional y diligente), y su profesora (la señora Bryan). Destaca su libro Conversations on chemistry, intended more especially for the female sex, que publicó de forma anónima en 1806, para explicar la química de forma familiar, ilustrándolo con experimentos (Crellin, 1979). Atenta a los nuevos descubrimientos, lo revisó en posteriores ediciones, si bien no apareció como autora hasta la duodécima (1832). Como señala Eva Armstrong (1938), la obra contribuyó en gran medida a la popularización del conocimiento y comprensión de la química en varios países e inspiró (como reconoció él mismo) tanto a un joven llamado Michael Faraday, que carecía de estudios formales, como a las potenciales lectoras a las que estaba dirigido el libro.
La obra de Jane Marcet no es un caso único; ya en 1666 se publicó el primer tratado conocido de química escrito por una mujer, Marie Meurdrac (ca. 1610-1680), específico para mujeres: La chymie charitable et facile en faveur des dames, en el que recoge el conocimiento de la época sobre química, junto a su experiencia en preparación de cosméticos, medicamentos y ungüentos, algunos de los cuales distribuía gratuitamente entre los pobres –de ahí el adjetivo caritativa.
En otro libro clásico, con multitud de ediciones y traducciones, de la segunda mitad del siglo XIX, donde se exponen experiencias de física y de química con materiales cotidianos, se especifica que la ciencia, aparte de aprovecharse para la satisfacción de las necesidades de la vida, «puede servir también de tema o asunto para procurarse diversos entretenimientos o pasatiempos sumamente agradables» (Tissandier, 1880/1884). Se trata de Les récréations scientifiques… (Figura 3) y su autor, el francés Gaston Tissandier (1843-1899), estuvo interesado en la aerostación y realizó decenas de ascensiones (incluso en su tumba hay grabado un globo aerostático). Apasionado de la popularización de la ciencia, escribió otros libros como La Tour Eiffel de 300 mètres, donde describe la construcción del monumento, y fundó la revista de divulgación científica La Nature (Figura 3) que se publicaría entre 1873 y 1896. Otros libros muy populares en el siglo XIX fueron el de Parkes (1819) y el de Richard (1856). En el primero, se indica: «Nada mejor para grabar a fuego datos químicos como una sesión de experimentos interesantes».
Respecto de algunos libros emblemáticos sobre química recreativa en épocas más actuales, se puede citar The golden book of chemistry experiments (Figura 4), publicado en 1960, y que solo una década después se cuestionó por muchas de las reacciones descritas, que producían productos tóxicos o corrosivos. Otro más contemporáneo es el del profesor libano-estadounidense Bassam Z. Shakhashiri (n. 1939) (Figura 5), quien ha desarrollado una importante tarea divulgadora en cientos de conferencias, escuelas, centros comerciales, televisión, etc., incluyendo un programa de demostraciones de «ciencia de Navidad», con cuatro décadas de vigencia, que rememora las de Faraday. Se trata de Chemical demonstrations: A handbook for teachers of chemistry, estructurado en cinco volúmenes y con continuas ediciones desde 1983. En la línea de Shakhashiri, cabe destacar a Martyn Poliakoff (n. 1947) (Figura 5), divulgador inglés contemporáneo, muy popular en las últimas dos décadas, entre otras cosas, por sus centenares de vídeos distendidos sobre elementos químicos y la tabla periódica (Haran y Poliakoff, 2011).
Referentes históricos de química recreativa en España
España no fue ajena al gusto por la ciencia recreativa. Por ejemplo, el francés Joseph Louis Proust (1754-1826), que estuvo varios años contratado como profesor de química en España, realizó también varias demostraciones de globos aerostáticos (una actividad desarrollada por químicos de la época, como aplicación de las propiedades de los gases). Otro ejemplo es la creación en Madrid, en 1816, del Gabinete de Física y Química de Palacio, que se dedicó a fines recreativos de la familia real y a impartir clases públicas (Puerto Sarmiento, 1994). Como curiosidad, en un anuncio aparecido en 1837 en el Diario de Madrid, se ofrece un «sirviente» para, entre otros cometidos, «enseñar a los niños mucha parte de química recreativa y curiosa» (Figura 6).
Como ejemplo de la utilidad de la «química divertida» para la «brillante educación de los jóvenes», Vélez de Paredes explica, en otro de los textos emblemáticos de mediados del siglo XIX, que «aún las personas acomodadas y opulentas encontrarán aquí un pasatiempo útil y divertido que amenizará sus largas horas de ocio, y los pondrá en disposición de poder figurar notablemente en los círculos científicos, artísticos e industriales» (Vélez de Paredes, 1860). Dicho autor señala en la misma obra que los hombres «sentimos comúnmente cierto desapego, y alguna vez antipatía, a los estudios laboriosos, serios y complicados» y, por ello, sugiere que, con su libro, se vencerá la pereza para el estudio de la química, al hacerlo «ameno y delicioso». En las algo más de cien páginas iniciales, ofrece «nociones generales para aprender química sin maestro» (entre otras, la tabla de los 64 cuerpos simples conocidos entonces y la organización de un laboratorio económico). En un segundo capítulo, con cerca de 200 páginas, expone «experimentos útiles y divertidos», en los que incluye múltiples reacciones químicas (como combustiones y precipitaciones) y las obtenciones de tintas «simpáticas» de colores (como las «invisibles»), pólvoras, piedras preciosas ficticias, etc. Cada experiencia se lleva a cabo con materiales «cotidianos» de la época (alcanfor, gas para alumbrarse…) y, lo más importante, introduce las causas de cada fenómeno, con lo que no se trata de describir meras curiosidades.
Décadas más tarde, en 1918, se editó Ciencia recreativa: Enigmas y problemas, observaciones y experimentos, trabajos de habilidades y paciencias, de José Estalella. Aparte de detallados experimentos de química, entre otras ciencias, destaca por la inclusión de referencias internacionales actualizadas (para la época).
Formas de abordar la química recreativa
Está asumido por muchos docentes e investigadores que la sociedad en general, y los alumnos de las diversas etapas educativas en particular, tienen una cierta imagen negativa de la química, ya que la consideran poco útil, peligrosa, que contamina, y con presencia solo en laboratorios e industria. El autor de este trabajo no es tan «pesimista»: hay resultados de encuestas que apuntan hacia un gran aprecio de la población sobre la ciencia en general y, por su percepción personal, la química (incluyendo la bioquímica) en particular. Pero es cierto que, con relación a otras ciencias, los colectivos involucrados en la química sí suelen preocuparse por compensar la imagen a veces distorsionada que se tiene de ella y, para ello, se llevan a cabo aproximaciones a la «química divertida» con gran variedad de iniciativas.
Así, aparte de libros (Pinto et al., 2006), artículos en publicaciones periódicas, conferencias y exhibiciones por parte de divulgadores, existen muchos formatos para promover la química recreativa, que citaremos y explicaremos brevemente a continuación.
En primer lugar, las ferias científicas. Cada vez más extendidas, las hay de ámbitos escolar, local, regional, nacional e internacional y con muchos formatos. Entre otras, bien asentadas, se pueden destacar Madrid es Ciencia, Ciència al Carrer (Lleida), Diverciencia (Algeciras, Cádiz) y el Encuentro de Ciencias Bezmiliana (Rincón de la Victoria, Málaga). A nivel nacional, destaca Ciencia en Acción, que se ha celebrado ininterrumpidamente de forma anual desde 2000, con cerca de veinte modalidades, entre las que se incluye demostraciones de química, así como su homóloga europea Science on Stage.
También encontramos concursos de alumnos, en diversos formatos. Citaremos el certamen MasterChem, organizado desde el curso 2018-2019 por la Universidad de Murcia, con un formato análogo al popular programa de cocina de televisión MasterChef, añadiendo un perfil lúdico a la rigurosidad, frente a otros concursos y campeonatos más convencionales, como las Olimpiadas de Química.
Por otra parte, están las actividades festivas, como el festival Pint of Science, organizado en 2012 por investigadores del Imperial College de Londres y extendido actualmente por muchos países, como España. El objetivo es ofrecer charlas interesantes y divertidas sobre las últimas investigaciones científicas, en un formato accesible al público en general; lo más original es que el escenario son los bares. Otra actividad de este tipo, originaria del Reino Unido, es el certamen de monólogos científicos FameLab: Talks of Science, en España conocido como Solo de Ciencia, actividad emblemática e inspiradora de otras análogas (como exposiciones de tesis en tres minutos). Además, cada vez son más frecuentes las celebraciones de eventos divulgativos distendidos en fechas emblemáticas (Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Semana de la Ciencia, etc.), donde siempre es un clásico algún «espectáculo» de química.
Como evento de divulgación científica destacado, en el que no faltan temas relacionados con la química, no debe dejar de mencionarse la Noche de la Investigación, promovida por la Comisión Europea dentro de las acciones Marie Sklodowska-Curie del programa «Horizonte Europa». Tiene lugar simultáneamente de forma anual, desde 2005, en ya casi medio millar de ciudades europeas (incluidas muchas españolas), el último viernes de septiembre.
Por supuesto, encontramos una gran variedad de juegos, como ingenios científicos (el pájaro bebedor, el pez adivino, el cristal de tormentas, la nieve artificial, etc.), naipes, juegos convencionales adaptados (los Barquitos, la Oca, el Pasapalabra, el Trivial, sopas de letras, puzles…), aplicaciones informáticas que se basan en esos juegos, etc. (Solbes Matarredona et al., 2008). Los juegos más clásicos, desde hace décadas, son los «laboratorios para niños» (Figura 7) –cajas con materiales para experimentar– que, por motivos de seguridad, cada vez contienen reactivos más simples. Son muy apreciados también por el público joven los juegos de escape, que se llevan a cabo tanto con fines comerciales como en centros escolares (Tajuelo y Pinto, 2021).
En cuanto a programas actuales de radio y televisión en España, entre los primeros destacan un par de ejemplos: A hombros de gigantes, dirigido por el científico Manuel Seara Valero (RNE), y que cuenta con Bernardo Herradón García como experto divulgador químico, y Longitud de onda (Radio Clásica de RNE), en el que Rafael García Molina introduce aspectos de física y de química relacionados con obras de música clásica. En televisión, destaca Órbita Laika, emitido durante varias temporadas por RTVE y dirigido por Eduardo Sáenz de Cabezón, en el que se busca aunar el divertimento con la aclaración de conceptos científicos, incluidos los de química (de la mano de la divulgadora química Deborah García Bello).
Por supuesto, están las exposiciones fijas, itinerantes o temporales en museos de ciencia. A veces se mantienen en páginas web, lo que multiplica la posibilidad de acceso. Un ejemplo es la exposición «Sciences pour tous, 1850-1900», que se presentó en 2017, pero se mantiene en línea.
Por último, aunque no se trata de una metodología común, cabe citar que algunos profesores de química en las distintas etapas educativas emplean, en ciertos momentos, alguno de estos recursos. Los objetivos suelen ser discutir propiedades de la materia e introducir conceptos, creando un ambiente más distendido en la clase y procurando la motivación de los alumnos.
Características de la química recreativa
Entre las «fortalezas y oportunidades» a destacar del ámbito de la química recreativa, se señala que permite visualizar y participar en experiencias prácticas no siempre fácilmente accesibles (uso de reactivos, necesidades de seguridad específicas y requerimiento de conocimientos para su manipulación, instrumentación compleja, etc.); el conocimiento de nuevos temas, impartidos por expertos; el acceso a todo tipo de públicos; la oportunidad de aprender sobre esta ciencia de forma distendida, así como motivar a profundizar y ampliar conocimientos.
Entre sus «debilidades y amenazas», se incluyen la posible pasividad de los participantes; un cierto riesgo de accidentes (mayor que en otras ramas del saber, por el uso de reactivos y equipamiento para demostraciones químicas); dificultades en el transporte de equipos y de reactivos necesarios; una probable saturación de información sobre ciencia recreativa en general, debido al auge de este tipo de actividades en medios de comunicación (televisión, redes sociales, YouTube…); la proyección de una imagen distorsionada de la ciencia y sus conceptos (especialmente si la persona que dirige la actividad recreativa no es experto en química), y la generación de un clima tan sumamente «recreativo» y lúdico que diluya los aspectos formativos.
Para aprovechar las fortalezas y oportunidades, y evitar o atenuar en lo posible las debilidades y amenazas, es fundamental la labor, en su caso, de los divulgadores, profesionales bien formados en las actividades a desarrollar. Suele tratarse de docentes de las diferentes etapas educativas, investigadores con especial interés en la difusión, alumnos universitarios con gusto por estas actividades y profesionales dedicados a la divulgación en exclusividad.
Normalmente, es una actividad «extra» para docentes e investigadores, que no encuentran más alicientes para ello –¡y no es poco!– que el gusto por la divulgación y por complementar su función docente con otro tipo de actividades (escribir un libro divulgativo, participar en una feria científica, etc.). Pero actualmente existe una tendencia a valorarse como una actividad más del quehacer de estos profesionales, a través de convocatorias de premios por esas tareas, obligación de incluirlas en los resultados de proyectos de investigación subvencionados, etc. En todo caso, y como ya se señaló hace dos décadas (Pinto, 2003), la divulgación debería considerarse un quehacer más de los profesores de ciencias.
En toda esta labor, existen algunas recomendaciones para profesionales que lleven a cabo actividades de química recreativa, muchas de ellas sugeridas por Peter Childs (2014), otro divulgador inglés muy relevante en el ámbito de la química actual. Entre otras, encontramos: elegir experimentos adecuados al conocimiento, habilidad y nivel de la audiencia, así como al tema mostrado; usar las demostraciones para promover el razonamiento, y no solo para dar una respuesta inmediata a un hecho particular; no presentar las actividades como mera «magia», e intentar fomentar la interacción con la audiencia y su implicación, favoreciendo que se hagan observaciones durante la demostración. Para ello, es importante otorgar un papel preeminente a las preguntas que se deberían hacer a los participantes. Por ejemplo, suelen ser muy efectivas las cuestiones del tipo «¿qué ocurriría si…?» para ampliar la demostración y, si es posible, proponer distintas hipótesis y ensayarlas experimentalmente. También suele ser adecuado estimular el pensamiento con planteamientos «discrepantes» (discrepant events). Por último, cabría evitar exagerar la vertiente «divertida» que promueva una imagen excéntrica de la ciencia.
Si bien en toda actividad de ciencia recreativa es importante mantener las medidas de seguridad convenientes, cuando concierne a la química, el esfuerzo normalmente debe ser mayor, especialmente cuando hay componentes prácticos experienciales. Algunas consideraciones al respecto se encuentran en Cesa et al. (1998).
Obviamente, aparte de todas las recomendaciones que se hallan en la literatura al respecto, siempre está la experiencia y la espontaneidad del divulgador. En una viñeta humorística publicada hace tiempo, aparecía un prestidigitador con un matraz en la mano. Tras hacer un golpe de «varita mágica» y no apreciarse nada en el recipiente, ponía cara de circunstancia y, finalmente, sonreía para decir: «¡Sin embargo, a nivel molecular, las transformaciones son sorprendentes!».
La química recreativa en la didáctica y la divulgación de las ciencias
La química recreativa, aparte de sus componentes lúdicos, puede (y debe) ser una importante palanca no solo para la divulgación, sino también para la educación científica, incluso en la enseñanza convencional. Por poner un ejemplo, un «truco de magia» que figura en el libro de Tissandier (1880/1884) sobre el supuesto paso de humo de tabaco a través del vidrio en una copa tapada (Figura 3D) ha sido recogido muy recientemente por el profesor Luis Moreno como una «situación de aprendizaje» de gran interés, para fomentar el aprendizaje basado en la indagación (Moreno Martínez, 2022). La conclusión final es que, tras la discusión pertinente, los alumnos deben interpretar que se produce una reacción química muy concreta dentro de la copa: NH3(g) + HCl(g) → NH4Cl(s), en la que las partículas sólidas de cloruro de amonio generado forman una mezcla coloidal de tipo humo con el aire, que nada tiene que ver con el del tabaco.
La imbricación de la química de la vida cotidiana en la enseñanza no es sencilla. Entre otros aspectos, los alumnos tienen cierta tendencia a considerar que, cuando se aborda en la clase, es un tiempo de «relax», y suelen fijarse más en la forma que en el fondo.
Por otra parte, siempre existe cierta controversia sobre el empleo de este tipo de actividades en la educación formal. Recientemente, De Azcárraga, en un trabajo en el que se cuestiona la formación por competencias, parafrasea la sentencia de Unamuno (¡formulada en 1913!) en la que expresa: «Parece que nos asusta enseñar a los niños todo lo duro, todo lo recio que es el trabajo. Y de ahí ha nacido el que aprendan jugando, que acaba siempre por jugar a aprender. Y el maestro que les enseña juega, juega a enseñar. Y ni él, en rigor, enseña, ni ellos, en rigor, aprenden nada que lo valga» (De Azcárraga, 2021).
Conclusiones
La química recreativa es un área de interés para la difusión, el aprendizaje y el fomento del aprecio de esta ciencia, al permitir a públicos muy diversos un acercamiento a sus contenidos de forma distendida y amigable. Para ello, es fundamental la formación adecuada de las personas que dirigen el proceso divulgador.
Cada vez está más profesionalizada la implementación de todo lo asociado con la divulgación, a través de ferias, publicaciones, blogs y otros medios que se han citado en este trabajo, pero también mediante instituciones, como la FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología), museos y unidades de divulgación científica de universidades, por citar algunos ejemplos.
Además, gracias a las tecnologías de la información y la comunicación, el acceso a este tipo de actividades se ha ampliado de forma sustancial. Aunque esto también facilita la propagación de explicaciones erróneas, es una puerta abierta, de par en par, para facilitar el conocimiento de experiencias divertidas que permitan el acercamiento a una ciencia, como la química, cuyos conceptos no son siempre fáciles de asimilar.
Es importante que el hecho festivo y lúdico no ensombrezca lo que se pretende transmitir (en este caso, conocimientos de química y razonamientos científicos). Se podría parafrasear a Childs (2014), quien sugiere que las demostraciones y actividades no deben ser un fin en sí mismas, sino un punto de partida para adentrarse en el campo de la química, y que deben ser convenientemente enfocadas.
Por último, cabe decir que lo que para unos es recreativo y divertido, no dejará de ser tedioso o indiferente para otros. En todo caso, lo importante es que una tarea bien asentada en la historia de la ciencia, como es el desarrollo de la química recreativa, siga su curso y abra nuevos cauces, como un elemento más para facilitar el acceso de la población a la apreciación y comprensión de la ciencia.
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Agradecimientos
Se agradece la ayuda de la Comunidad de Madrid, a través del Convenio Plurianual con la Universidad Politécnica de Madrid, dentro de la línea de actuación «Programa de Excelencia para el Profesorado Universitario», en el marco del V Plan Regional de Investigación Científica e Innovación Tecnológica, PRICIT.