– No me había dado cuenta de que aquí tenéis un cielo.
– Es el mismo que tenéis en Nueva York.
– Oh, no hay cielo en Nueva York. Las luces brillantes han acabado con él.
En Pesadilla (1945), film de Robert Siodmak, la elegante y recién llegada Deborah Brown (Ella Raines) se sorprende del cielo nocturno del pequeño pueblo de Corinth y se lo comenta a su compañero Harry Quincy (George Sanders).
En el siglo XX se generalizó el alumbrado público incluso en las poblaciones más pequeñas. En estas, las luces instaladas eran solo una sencilla bombilla en el cruce de las calles. Así que, como se señala en la película, a diferencia de las grandes ciudades, todavía se podía disfrutar de la visión del cielo estrellado.
«Todavía tenemos cielos muy oscuros cerca de casa, pero disfrutar de estos cielos inmaculados puede tener los días contados»
Hoy los pueblos también han adoptado el tipo de alumbrado abusivo, agresivo y contaminante de las grandes ciudades y el cielo nocturno va desvaneciéndose a cada mejora tecnológica. Pero al salir de los pueblos al medio rural de las comarcas de interior, todavía tenemos esa sensación de darnos cuenta de repente de que el cielo es realmente muy diferente del de la ciudad, más negro, más profundo y lleno de estrellas. Es por eso que muchos consideramos que este cielo de calidad debe preservarse no solo como bien cultural, sino también como recurso medioambiental, científico e incluso turístico. Las certificaciones de Reserva Starlight y Destino Turístico Starlight de la comarca aragonesa de Gúdar-Javalambre y de algunos municipios valencianos de la Serranía son el resultado de años de trabajo para preservar el territorio y el paisaje nocturno. Visitad Ares de los Olmos y disfrutaréis de la omnipresencia de la Vía Láctea. Otras comarcas de interior tratan ahora también de conservar su cielo y de promover el astroturismo.
Las estrellas, sin embargo, se van apagando poco a poco en el mundo entero. Cada año la superficie alumbrada del planeta aumenta un 2 %. La «maravillosa» tecnología led lo ha hecho posible. Un claro ejemplo de la paradoja de Jevons: a medida que el perfeccionamiento tecnológico aumenta la eficiencia con la que se utiliza un recurso, es más probable un aumento del consumo de este.
Ahora todavía tenemos cielos muy oscuros cerca de casa, como en el Rincón de Ademuz, en la Serranía, en la isla de Menorca, en la Tinença de Benifassà, en el Montsec, en el Pirineo… zonas ahora preservadas o todavía no demasiado expuestas a la influencia lumínica antrópica. Pero el disfrute de estos cielos inmaculados puede tener los días contados, puesto que una nueva amenaza, quizás definitiva, podría acabar de golpe con todos los cielos nocturnos de calidad del planeta. Elon Musk, director general de SpaceX y de Tesla Motors, con el propósito de hacer llegar internet a cualquier rincón del mundo, hace tres años que envía regularmente al espacio decenas de satélites de comunicaciones para formar la constelación Starlink con unos 12.000 satélites. Con el visto bueno únicamente de la Comisión Federal de Comunicaciones norteamericana, el firmamento, un bien público perteneciente a la humanidad, quedará maculado para siempre por trazas brillantes de miles de naves privadas. La Unión Astronómica Internacional ha empezado a hacer estudios de su impacto, pero de momento no ha ido más allá. Y eso que se están construyendo grandes telescopios en Chile, cuyas capacidades quedarán malogradas.
En Déjales hablar (2020), de Steven Soderbergh, Susan (Dianne Wiest) recrimina a Alice (Meryl Streep) sus insignificantes disputas cuando «Elon Musk ha lanzado muchos satélites al cielo que parecen iguales que las estrellas y ahora, cuando los humanos miramos el cielo por la noche, no sabremos si estamos viendo una estrella o una máquina. Y nosotros somos los últimos del mundo que han visto el auténtico cielo nocturno. Hemos visto estrellas, solo estrellas.»
Pepe Chambó, cazador de cometas, nos muestra el cometa C/2020 S3 Erasmus atravesado por varios satélites Starlink. El mundo quizás estará más conectado en un futuro, pero será más feo. Vamos de mal en peor.