Tiempo de patatas

Huerto de patatas

La modesta patata es un tubérculo de gran importancia alimentaria y por lo menos de vez en cuando hay que cultivarla en nuestro huerto. Si bien para cubrir las necesidades de una familia entera hará falta un buen trozo del huerto, de 30 a 50 metros cuadrados, también podemos dedicar una superficie menor a patatas tempranas. No alcanzaremos para todo, pero son más apreciadas en la cocina. Las patatas se pueden guisar y freír, y son buenas de cualquier forma: se pueden asar al rescoldo del fuego y ya tenéis cena, se pueden cocer con agua y sirven como desayuno. Piden poco aliño, algunos las aderezan con mantequilla, pero otros tienen suficiente con un chorrito de aceite y una pizca de sal. Tienen varias propiedades medicinales, es muy conocido el efecto sobre las quemaduras de aceite o de agua caliente: hay que aplicar sobre la parte quemada patata hervida o patata fresca partida por la mitad.

Foto: Josep Roselló

El cultivo de esta planta, americana de origen pero largamente cultivada en nuestras tierras, no es complicado. La patata es admirable, resiste la sequía, resiste la humedad y, sea como sea, prospera. Lo soporta casi todo, y, por poca maña que tengamos en tratarla, da con facilidad el quince por uno en rendimiento, aunque los buenos labradores obtienen veinte a uno, y más aún.

Pero la planta va mejor si le damos lo que necesita; prefiere climas suaves y con un poco de humedad; no quiere excesos de calor y es sensible a las heladas. La tierra tiene que estar bien trabajada y abonada, mejor si es tierra suelta, franca o ligera. La época de siembra es variable, hay varios ciclos posibles en función del clima local. Así tenemos la plantación extratemprana (diciembre), solo posible cerca del mar, que da las patatas nuevas; la temprana (primeros de enero), interesante pero en lugares protegidos del frío, y la plantación de estación (primeros de febrero). Hay una segunda siembra de patatas entre julio y agosto, normalmente con patatas de cultivo del mismo año. Hay que elegir las que tienen poco tamaño y estén muy sanas. El ciclo de cultivo completo durará alrededor de los cuatro meses.

La patata se siembra a partir de otros tubérculos. Si la patata de siembra es de gran tamaño, hay que trocearla: esta es una práctica en la que los labradores y labradoras son diestros, ya que hay que aprovechar los ojos del tubérculo para dejar en cada trozo un brote. El peso del trozo de patata y el marco de plantación deben estar relacionados, conviene cortar trozos grandes y hacer marco amplio, ya que en los pequeños nacen con dificultad. La víspera de la plantación se cortan en partes de 40 a 60 gramos y se esparcen para que se sequen bien las heridas.

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Patatas de la variedad «nadine». / Josep Roselló

Preparado el terreno, se hacen surcos. Si la variedad es temprana y esperamos una producción justa, la separación entre surcos será de 55-60 cm; si la variedad es tardía y esperamos una gran producción, la separación será de 65-70 cm. La separación entre plantas será entre 25 y 30 cm respectivamente. Si seguimos la luna, elegiremos para plantar día raíz y la luna en período descendente.

«La patata es admirable, resiste la sequía, resiste la humedad y, sea como sea, prospera»

Cuando las plantas han echado tallos y tienen un palmo, se escarda la tierra y se realza para cubrir bien los tubérculos, ya que si les da el sol se ponen de color verde por acumulación de solanina, alcaloide tóxico propio de la patata que las inutiliza para el consumo humano.

Durante el cultivo, las plantas de patata pueden asociarse favorablemente con judías, coles, habas y apio, pero no es muy frecuente. Hay que ser cuidadoso con la rotación para evitar la presen­cia en la tierra de nematodos, difíciles de eliminar una vez han entrado, y hongos como Rhizoctonia y Fusarium, también de difícil control; por este motivo se aconseja no repetir cultivo en dos o tres años. Como cultivo precedente interesa un abono verde o un cultivo de leguminosas. Cualquier cultivo que vaya tras la patata encontrará el suelo en buenas condiciones, pero agotado de nutrientes, ya que es bastante consumidora.

Flor de la patata./ Foto: Josep Roselló

La elección de la variedad para plantar es muy importante, ya que hay muchas. Tenemos que conocer las características deseadas para elegir bien, así podemos buscar precocidad, resistencias sanitarias, productividad, etc. Pero normalmente la elección se hace por caracteres conocidos, como color de la piel, color de la carne o aptitud para freír o hervir. En caso de duda es aconsejable probar con varias clases y elegir la que más nos interese. La semilla de patata tenemos que comprarla todos los años, y tiene que venir de lugares altos y fríos donde no hay posibilidad de que contraiga enfermedades víricas.

En el aspecto sanitario, tenemos que tener en cuenta que hay varios hongos que, si se dan las condiciones de clima adecuadas, pueden afectar a la planta. Así tenemos el mildiu, enfermedad muy grave que puede arruinar el cultivo. Hay que prevenirlo con preparados a base de sales de cobre. También es frecuente y conocido el escarabajo de la patata o escarabajo americano, ya que de allí vino. Tanto la larva como el adulto son muy voraces y provocan pérdidas muy importantes. En parcelas pequeñas se puede hacer la recogida manual; también va bien endurecer la planta con purín de ortiga, polvo de roca o algas. Como productos de control, destaca el neem, un extracto vegetal efectivo contra los insectos.

El día de la cosecha las sacaremos del suelo con la azada o la laya, las dejaremos unas horas secándose, para que se conserven mejor, y llenaremos el saco, de donde iremos llevándolas a la cocina. Ahora ya podemos cocinarlas a nuestro gusto y disfrutar de su particular sabor, que recuerda a la tierra.

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El tomate de colgar se puede conservar hasta la primavera. / Foto: Josep Roselló

Los mejores frutos

El tomate de colgar

El tomate de colgar es una auténtica obra de arte y de ingeniería genética realizada por los agricultores tradicionales. Diseñar un tomate de maduración agrupada, que no desprende el fruto ni pierde mucha agua, y de larga conservación era una necesidad en épocas pasadas, cuando no había refrigeradores, y la mejor manera de disfrutar de los apreciados tomates era haciéndolos adecuados para una larga conservación. Y eso hicieron; utilizando la diversidad genética de las variedades locales, seleccionaron las más resistentes y poco a poco crearon este tipo de tomate tan especial. Y aún hoy se hace esta necesaria selección, eligiendo para semilla de siembra la de los tomates que más han durado y tienen sabor más dulce, así se mantienen año tras año estas características.

También hay que ser cuidadoso con el cultivo, no debe tener excesos de nitrógeno ni de agua de riego, ya que estos factores reducen la capacidad de conservación. El pomo se cosecha cuando el color empieza a ser intenso y, después de extenderlos para elegir los más enteros, se forman colgantes cosiéndolos con hilo, que se cuelgan sin tocarse y en un lugar tranquilo. Así duran hasta la primavera siguiente.

Muy frecuente en el litoral mediterráneo y las Islas Baleares, allí recibe también los nombres de tomate de ferradura o de l’aranyeta, ya que es normal que la araña roja forme telas sobre los frutos.

El tomate de colgar es adecuado para el consumo en crudo; el uso tradicional es untándolo en pan, con un poco de aceite y sal. También es apropiado para salsas, por su abundancia en pulpa y agua, y sofrito o asado aporta un valor añadido a los platos. Es de sabor dulce intenso y con escasa acidez.

© Mètode 2013 - 76. Mujeres y ciencia - Invierno 2012/13
Técnico agrícola. Estación Experimental Agrícola de Carcaixent.