VICENT BAYDAL y ALBERT MASÓ responden:
«Según constata Lorenzo Galíndez de Carvajal, un jurista y consejero real muy cercano a Fernando el Católico, que viajaba constantemente con él, en la época hubo quien dijo que la causa de su muerte estaba vinculada a unas hierbas o potaje que le suministraban dos cortesanas a través de la reina Germana de Foix para aumentar su potencia sexual y que ella pudiera quedarse embarazada. Así lo cuenta en su Memorial o registro breve de los Reyes Católicos: “A la verdad su enfermedad era hidropesía con mal de corazón, aunque algunos quisieron decir que habían sido yerbas, porque se le cayó parte de una quijada; pero de esto ninguna cosa de cierto se puede saber mas de cuanto muchos creyeron que de un potaje que le fue dado en Carrioncillo, cerca de Medina, para ejercitar su potencia, le había venido aquel mal; porque luego en llegando a Medina en viernes se sintió mal dispuesto, en lo cual afirman haber sido Doña María de Velasco, mujer de Juan Velasco, Contador Mayor, y Doña Isabel Cabra, Camarera de la Reina, con sabiduría de la Reina Germana su segunda muger, porque deseaba mucho parir del Rey por haber sucesión de los reinos de Aragón”», explica Vicent Baydal.
«La cuestión es que Isabel la Católica murió en noviembre de 1504 y apenas un año después Fernando, con 53 años, se casó con Germana de Foix, de 17 años y sobrina del rey de Francia. Si hubieran tenido descendencia, su heredero habría accedido al trono de la Corona de Aragón y del Reino de Nápoles, por lo que la unión entre Aragón y Castilla habría sido simplemente provisional. Por eso la reina Germana intentó por todos los medios tener hijos con Fernando durante los diez años y poco que duró su matrimonio, hasta la muerte del rey en enero de 1516. Pero no lo consiguió y la Corona de Aragón, como la de Castilla, pasó al nieto de los Reyes Católicos, Carlos I, mientras que ella, Germana, acabó ejerciendo como virreina de Valencia a partir de 1523, después de la revuelta de las Germanías. Es muy probable, tanto por la diferencia de edad como por la voluntad de los dos monarcas de procurarse descendencia propia y común, que Fernando el Católico tomara vigorizantes durante el período en que estuvo casado con Germana de Foix, como apuntan los testimonios coetáneos. Y, en relación con esto, uno de los más conocidos y utilizados en la época era, en efecto, la cantárida, que no era una hierba –aunque se podía tomar mezclado con ellas–, sino un escarabajo molido, cuyo veneno, vasodilatador, puede producir erecciones espontáneas, además de varios efectos secundarios, como los problemas renales que causan edemas como los que tenía Fernando el Católico (hidropesía). En definitiva, es probable que el monarca consumiera polvo de cantárida como vigorizante y algunas personas de su entorno atribuyeron a aquellos preparados su muerte, pero no tenemos ninguna evidencia firme, más allá del rumor, de aquella relación causa-efecto. Por otra parte, hay que tener presente que el rey Fernando murió con cerca de 64 años, una edad relativamente avanzada para la época», concluye el historiador.
Y, desde el punto de vista biológico, ¿es posible que Fernando el Católico muriera por la ingestión de estos preparados? Lo contesta Albert Masó: «Si Fernando el Católico tomó vigorizantes durante una década o parte de ella, lo que casi se puede asegurar por la imperativa “razón de estado” de tener un heredero, es muy probable que probara la cantárida, muy utilizada en el siglo XVI con esta finalidad. ¿Y qué es? Todo viene de la spanish fly (la mosca española), científicamente denominada Lytta vesicatoria y vulgarmente cantárida. ¡Pero no es ninguna mosca ni tampoco española! Es un insecto coleóptero de la familia Meliodae. O sea, un escarabajo pequeño de brillantes colores –verde y dorado– premonitorios de su toxicidad. Posee cantaridina, una sustancia que otros coleópteros utilizan como feromona. Sin embargo, nuestro protagonista lo utiliza como medio de defensa: si un depredador lo ingiere se intoxicará. De ahí su coloración llamativa (aposemática), para advertir claramente de su peligrosidad y así ahorrarse el ataque de los que ya han recibido el aviso».
El biólogo explica que «en la Edad Media se desecaban unos cuantos escarabajos y después se pulverizaban, obteniendo una “materia mágica” con supuestas cualidades afrodisíacas; sería la «Viagra medieval». La explicación es que uno de los efectos de este veneno es la vasodilatación, que provoca un incremento de la entrada de sangre en el cuerpo cavernoso del pene, con la consiguiente erección espontánea y prolongada. Ahora bien, esto no significa que sea afrodisíaco ni que la compañera que se beneficia aumente la probabilidad de quedar embarazada. Pero el problema más grave no es lo que no hace, sino los efectos secundarios. Aparte de las erupciones que provoca si se aplica sobre la piel, cuando se ingiere causa edemas (acumulación de líquido), dolor abdominal, irritaciones en el aparato urinario (con presencia de sangre en la orina) y, según la dosis, alteraciones graves de la mucosa gastrointestinal y daños renales permanentes. Hay que tener en cuenta que la LD50 (dosis letal para el 50% de la población) es de 0,5 mg / kg. Si una persona de 80 kg toma 4 centésimas de gramo de cantaridina tiene un 50% de probabilidades de morir. No es necesario llegar –ni acercarse– a un gramo para garantizar un desenlace fatal».
Vicent Baydal. Doctor en Historia e investigador contratado de la Universidad Pompeu Fabra.
Albert Masó. Biólogo, profesor, escritor y fotógrafo de naturaleza (Barcelona).