Entrevista a Fernando Valladares
«Las teorías conspirativas proliferan siempre en momentos de incertidumbre»
Científico en el CSIC y divulgador científico sobre la crisis ambiental y climática
Desde la DANA de València, han sido muchos los científicos y expertos en el cambio climático que han alertado sobre los peligros de fenómenos extremos cada vez más frecuentes como el del 29 de octubre al País Valenciano. Además de explicar los aspectos científicos de esta crisis climática, han tenido que enfrentarse al trabajo de desmentir la proliferación de desinformación y teorías conspirativas que niegan la influencia humana en el clima. A pesar de los esfuerzos para informar y educar, muchos de los expertos han sido el blanco de un acoso creciente en redes sociales, incluidas amenazas y ataques de grupos que promueven el escepticismo climático.
Uno de ellos ha sido el científico del CSIC, profesor de Ecología en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y divulgador científico sobre la crisis ambiental y climática, Fernando Valladares, quien ha recibido amenazas de linchamiento de personas que desean, de forma literal, verlo colgado. Valladares es uno de los miembros de Rebelión Científica, imputados para tirar en abril de 2022 pintura que simulaba sangre –elaborada con agua teñida de remolacha– a la fachada del Congreso de los Diputados como protesta por la inacción climática de las responsabilidades políticas. Hace unas semanas escribió una tribuna en El País donde explicaba cómo los científicos como él, que alertan sobre el cambio climático, se han convertido en un objetivo de odio de los negacionistas y como es de importante no ceder ante el acoso en redes sociales. Ahora, desde Mètode hemos podido conversar con él sobro esta indómita situación que ha sufrido durante las semanas posteriores a la DANA.
¿Qué siente cuando ve que, a pesar de la creciente evidencia científica, ciertos líderes y medios continúan ignorando o negando la realidad del cambio climático?
Los sentimientos ante la negación o la ignorancia frente a la realidad del cambio climático son muy intensos, muy variados y van pasante de los unos a los otros. Por un lado, es impotencia porque ya no sabemos que más hacer los científicos. Nosotros trabajamos con fondos públicos y se supone que somos el brazo informado de la política. Cuando los líderes y algunos medios de comunicación no nos escuchan sentimos impotencia y, incluso, cierto bloqueo, lo cual mujer lugar a cierta rabia que es como un intento de canalizar esa frustración en acciones distintas: desobediencia, rebeldía, actos alternativos o buscar maneras de comunicar a través del arte, las obras de teatro, la poesía, etc. Sobre todo es importante vernos en escenarios distintos porque como los medios habituales nos tienen clasificados como científicos que se expresan únicamente a través de artículos científicos o comunicados de prensa en los medios tradicionales, por lo tanto, tenemos que cambiar la forma y el lugar. De este modo, también exploramos redes sociales con un lenguaje más alternativo, videos, podcasts, etc. En definitiva, es una montaña rusa de sentimientos que acaban generando bastante pena y preocupación.
En unas declaraciones posteriores a la DANA decía que se jugaba el sueldo al hecho que habría otro acontecimiento climático extremo antes del invierno. ¿A que se refería? Y, ¿por qué cree que desató tanta crispación esa declaración?
La expresión: »Me jugaba el sueldo al hecho que habría otro acontecimiento climático extremo antes del invierno» fue un comentario que le hice a una periodista mientras me estaba haciendo una entrevista y ella encontró oportuno ponerla en el título. Tengo que reconocer que al principio me chocó y, incluso, me molestó, pero tengo que admitir que consiguió el efecto que se buscaba que era llamar la atención gracias a ese titular traducido en: «Un científico del CSIC se juega el sueldo al hecho que ocurrirá otro acontecimiento extremo antes del invierno».
Estuvo dando vueltas por todos los lados y aunque generó crispación, un poco de enojo y aumentó un poco el odio en las redes cumplió una función. El que quería decir es exactamente el que dije el que pasa que la expresión es coloquial. Las probabilidades que se diera otro acontecimiento similar eran altísimas teniendo el mar Mediterráneo tan caliente y teniendo la corriente en chorro tan desdibujado que permite el paso de aire frío que puede entrar en contacto tarde o temprano con un aire cálido y húmedo procedente del mar Mediterráneo. Así que las probabilidades eran muy altas, y por eso decía que me jugaba el sueldo. Se hicieron muchas bromas de aquello como que si me jugaba el sueldo de un mes o de todo un año… Pero no hizo falta esperar mucho porque en la semana siguiente tuvimos la DANA de Málaga, una de las DANAS más importantes que ha sufrido Málaga en este siglo. Por suerte sin lamentar, como sabemos, ninguna víctima y con medidas más adecuadas de prevención. Así que en una semana, por desgracia, el cálculo de probabilidades me acabó salvando el sueldo.
En el artículo que escribió en El País explica que algunos grupos acusan los científicos de estar involucrados en la manipulación del clima como parte de un supuesto ‘Nuevo Orden Mundial’. ¿Por qué cree que cada vez proliferan más estas teorías conspirativas, sobre todo, en redes sociales?
Las teorías conspirativas han proliferado siempre en momentos de crispación, nervios, ansiedad, incertidumbre, etcétera. La sociedad cuando van mal las cosas, cuando piensa que pueden ir incluso peor, cuando se pone en amenaza su bienestar o cuando se cuestiona el modus operandi de cómo se hacía siempre todo, empieza a dejar volar la imaginación pensante quien hay detrás de todo esto. El que ocurre es que actualmente tenemos los ordenadores, que pueden amplificar todo estos sentimientos, pueden simular condiciones, pueden generar circunstancias, pueden enviar mensajes, pueden contribuir con la desinformación, y mucho más a través de las redes sociales, a amplificar las pequeñas ideas de conspiración detrás del que ocurre.
Y con este tema de la Nueva Orden Mundial y la Agenda 2030 hay una serie de clásicos en estos últimos años que en momentos agudos como es una DANA, una cumbre del clima o cuando la derecha pierde las elecciones, se acentúan. Hay también una financiación explícita porque las personas que incitan a todas estas cosas puedan amplificar la desinformación. También hay muchos oportunistas en las redes sociales que, incluso, monetizan todas estas respuestas de mucha gente con miedo, ansiedad y preocupación y van generando bucles estériles desde el punto de vista informativo, pero muy ventajoso desde el punto de vista de estrategia de desmontar políticas y hacer daño. Siempre han sido habituales, y cada vez lo serán más porque aumenta el nivel de intensidad, de profesionalidad y de contribuir a estas teorías conspirativas.
A pesar del odio, dice que no cierra sus cuentas ni bloquea a quienes te odian. ¿Qué le motiva a mantenerse accesible a estas personas?
No estoy seguro que mi estrategia de no bloquear a quienes me odian sea la mejor estrategia. De hecho, estoy dispuesto a revisarla y como científico seré lo primero a obrar en consecuencia después de la evidencia.
Pero mis objetivos de no bloquear a quién me odian son varios. En primer lugar, porque quiero dejar abierta algún cauce de comunicación con estas personas, siempre que no me agredan físicamente o que no se saltan determinados límites obvios. Por otro lado, me gustaría saber quién son, tener constancia que me odian e intentar entender por qué me odian y esto solo lo puedo hacer sabiendo que existen y estante en un poco de contacto si no siempre será muy indirecto. Así que si me quieren dejar algo en mis cuentas que lo dejan y, a veces, si tengo tiempos y el lenguaje empleado no es sumamente violento intento contestar. De entrada yo no odio a nadie ni tampoco entiendo bien esto del odio. Pero sí que creo que mucha gente piensa que el antídoto contra el odio es la humanidad, la empatía, la comunicación y la transparencia, en definitiva, cosas que me nacen mucho más que el odio. Y por eso mismo, de momento no bloquearé a quién me odia.
Y finalmente, ¿cómo gestiona el impacto emocional de recibir amenazas de linchamiento y descalificaciones tan agresivas por parte de negacionistas del cambio climático?
La gestión emocional más difícil de todas es la de la crisis de la civilización. He escrito un libro que se denomina La recivilización dónde he estado años pensante en cómo poder reorganizar una civilización que tiene los días contados y que se está pegando tiros en el pie con el cambio climático, pero también con las pandemias y la degradación ambiental en general que va desencadenante, a su vez, tensiones geopolíticas y todo tipo de problemas, injusticias, inestabilidades e incertidumbres. Hace muchos años que aprendo con dificultad, pero aprendiz, a gestionar emociones muy duras. Entonces, cuando te llegan estos momentos puntuales de odio me sirve todo el que he aprendido con la gestión de esa gran preocupación para, por ejemplo, relativizarlo. Al fin y al cabo, soy una persona de 8000 millones de personas que se están comprometiendo en su futuro, su bienestar y, incluso, en su supervivencia; entonces poniéndome a mí frente a todas esas personas ya se relativiza muchísimo la situación y se quita bastante hierro al asunto.
A mí el que me sirve es saber, revisar constantemente y comprobar que estoy haciendo el que toca hacer como científico que comprende el que pasa, sabe cuáles son las causas últimas y que es necesario buscar una manera de cambiar profundamente el modelo de civilización. El que hago me da mucho de sentido, estabilidad y me permite gestionar el miedo, la preocupación, la rabia y la pena que generan estas amenazas de linchamiento, insultos y descalificaciones. Indudablemente, soy humano y hay momentos en que estos linchamientos e insultos te generan el que van buscando que es hacerte pequeño, hacerte dudar, que piensas y consideras dejar de hacer el que haces para no tener estas respuestas, etc. Pero es una sensación que dura relativamente poco y que da en esa satisfacción de saber que estoy haciendo el que toca.
Y después cuando he recibido el increíble apoyo de más de 850 organizaciones y sociedades en España, primeras llanuras de un montón de periódicos apoyándome, cuando voy a una conferencia, a una clase o me encuentro con gente que da ánimos y me da un abrazo sin conocerme… Esto a mí, en primer lugar, me emociona, en segundo lugar, me anima y, en tercer lugar, me muestra que hay una densa y espesa red de buenas personas que es con el que me quedo. Y si en algún momento me llevo una bofetada, lo doy por bono cuando toda esa gente que me soporta en momentos de vulnerabilidad y debilidad piensa que estoy haciendo el que hay que hacer.