Entrevista a Francisca Abad García
«El open-access es el 15M de la ciencia»
Catedrática de Biblioteconomía y Documentación de la Universitat de València
Francisca Abad García es catedrática de Biblioteconomía y Documentación y profesora del departamento de Historia de la Ciencia y Documentación de la Facultad de Medicina en la Universidad de Valencia. Tras licenciarse en Medicina, y realizar su tesis doctoral, sus líneas de investigación se centraron en los sistemas de información científica. Fue la encargada de coordinar el equipo que puso en marcha RODERIC, el repositorio institucional de la universidad. Actualmente colabora en diversos proyectos de acceso abierto a la producción científica española así como en el estudio de la visibilidad internacional de las publicaciones científicas de la Universitat de València.
¿Por qué el artículo científico se ha convertido en el elemento de más valor en la evaluación académica?
Porque realmente es el vehículo que tenemos para comunicar los resultados de la investigación, es lo que les da visibilidad. La investigación no está finalizada hasta que no está publicada. Normalmente, sobre todo en ciencia, medicina y tecnología, suele tener el formato de artículo científico porque es un vehículo más inmediato que una monografía o un libro, que es más propio de las ciencias sociales o las humanidades. Es más rápido y, además, centra la atención en una cuestión esencial. Desde que se crearon las primeras revistas científicas, en 1665, estas empiezan a ser el vehículo de comunicación de la ciencia, en contraste con lo que son textos para comunicar un saber ya consolidado.
¿En qué ha cambiado el perfil del investigador en los últimos años?
Es mucho más competitivo, también más formado, sabe a lo que va, tiene su carrera investigadora en el punto de mira desde el principio…. Es gente muy joven y cada vez mejor preparada.
«El open-access ha revolucionado completamente todo lo que es el ciclo vital de la información»
La presión que existe por publicar, ¿qué consecuencias tiene?
Tiene una consecuencia doble. Por una parte, es una presión positiva, tiene un efecto de «no te puedes dormir» y es una medida de tu rendimiento. Te están pagando y tienes que ofrecer resultados. No puedes no investigar, dando solamente docencia. Te exigen un perfil investigador también. Pero esto tiene una consecuencia negativa y es la de las malas prácticas: perseguir el factor de impacto y no la calidad de la investigación, utilizar «atajos» como las publicaciones redundantes, las publicaciones «salami» [aquellas que ofrecen los resultados troceados en diversos artículos sin justificación]… El que no aguanta la presión va más por la cantidad que por la calidad. Entonces se produce mucho, pero no todo bueno.
¿Se puede llegar al punto de valorar más dónde se publica que la calidad de la investigación?
No se puede llegar al punto: se está haciendo eso, que es una de las críticas feroces que podemos ver al sistema de evaluación. No se prima la novedad, la investigación bien hecha, de calidad, sino la cantidad. Tanto es así que ves el currículo de algunos investigadores, te das cuenta, si haces investigación, de que no se pueden publicar veinte o treinta artículos en un año. ¿En cuántos no ha participado y solo ha puesto el nombre? También se ven equipos de investigación que comparten firmas y ya no sabes al final quién hace la investigación; investigaciones que se hacen como churros, aplicando una metodología simplemente con la finalidad de sacar un artículo y no de obtener unos resultados; o trabajos que no tienen una aplicación, un beneficio social más allá de la generación del propio currículo…
Esa presión por publicar ¿puede tener también otras consecuencias como, por ejemplo, el abandono de la divulgación?
Sí. Hace que la gente se lo piense a la hora de publicar artículos bonitos, de divulgación científica. O por ejemplo, que abandone la calidad en la docencia y la generación de materiales docentes de calidad para mejorar el aprendizaje porque eso no está valorado en la carrera de un investigador. Tú publicas un buen artículo de divulgación, precioso, y aunque tenga mucho impacto, nadie lo va a valorar en tu currículo.
El sistema de evaluación por publicación en revistas de impacto, ¿está para quedarse?
Creo que está para quedarse, para nuestra desgracia, porque no veo ningún atisbo de que esto se complemente con una evaluación cualitativa por parte de expertos.
Una vez publicado el artículo, existe otra presión que es la de conseguir que este sea citado.
Puedes elegir la revista por su factor de impacto pero la cita ya no depende de ti. Bueno, depende de algunos factores como se está haciendo ahora con un pequeño marketing de los artículos dentro de redes sociales de tipo académico para darle mayor visibilidad pero, excepto los «clubs de citas» donde los amigos te citan, los amigos de los amigos, etc., realmente ya depende de que sea bueno. Hay muchos artículos publicados en revistas con altísimo factor de impacto que reciben cero citas.
Publicaciones en acceso abierto
¿Por qué surge el acceso abierto [Open Access] y en qué consiste?
Surge porque se dan diversas condiciones. Primero, de tipo tecnológico: Internet cambia el modo de comunicar de los científicos. Y es difícil de entender que en un modo cada vez más abierto de comunicación y de compartir los resultados para trabajar en red y para divulgar la ciencia, estén cerrados unos canales por las suscripciones a las revistas. Segundo, es una reacción también a los precios abusivos de las revistas y de las condiciones de las editoriales. Esa expectativa de la comunidad científica de que Internet permite una comunicación más libre ha llevado no solo a que surja el movimiento, sino a que se consolide. Eso junto a una toma de conciencia del dinero público agravada con la crisis. Las instituciones ven que están pagando dos y tres veces por el mismo producto. Si no hubiera sido por el apoyo institucional, esto se hubiera quedado en una iniciativa mucho más difícil de consolidar y está aquí para quedarse porque está transformando el mundo de la comunicación. Ahora estamos en pleno tránsito.
Hace poco le escuché decir que el Open Access es el 15M de la ciencia.
Sí [rie], y lo digo: para mí el Open Access es el 15M de la ciencia. La primera vez que empecé a interesarme en esto fue por rabia porque era directora de una biblioteca virtual donde las editoriales se negaban a vender las revistas que pedíamos al detall y se jactaban de elegir a los clientes. A la vez, veías que aparecían revistas gratuitas. Cuando leí la declaración de Open Access me pareció que era una utopía, como cuando se pedía lo del 15M. Para mí era una revolución. Ha revolucionado completamente todo lo que es el ciclo vital de la información.
¿Quién está detrás de los grandes grupos editoriales? ¿Por qué se llega a esa concentración de muchas revistas en pocos grupos?
Está la industria editorial. No estamos hablando de pequeños grupos editoriales. Son lobbies, empresas que tienen mucho poder económico detrás. Hablamos de editoriales que mueven 2.000 revistas o más, con una tirada internacional. Todas las universidades, centros de investigación españoles, franceses, portugueses… están pagando por el mismo producto que previamente se ha dado de forma gratuita. Es cierto que han hecho una labor de transformación, de adquisición de nueva tecnología para hacer los materiales más accesibles pero eso no justifica los precios que han puesto ni las restricciones.
¿Contribuye el acceso abierto a una mayor transparencia de la investigación?
A lo que contribuye es a que sea mucho más visible. Hay una accesibilidad a lo que están publicando otros y evitar así, por ejemplo, más plagios porque puedes acceder a lo que se ha copiado. Pero más transparencia [duda]… Bueno, siempre que hay más visibilidad puede hablarse de más transparencia, sí.
El Open Access también tiene sus detractores ¿cuáles son los peligros de este sistema de publicación?
El primer peligro es no entender qué es el Open Access y pensar que es publicar libremente en Internet, sea cual sea su calidad. Cuando hablamos de una revista Open Access es con los mismos criterios de calidad editorial que cualquier revista tradicional y solo cambia el modo de gestionar los derechos de reproducción y, por tanto, la accesibilidad al documento y su reutilización. Pensar que es publicar sin revisión por pares, lo hacen aquellos que están en contra porque ven amenazado su modelo de negocio. Y también está el desconocimiento. Aquel que no sabe que una revista va a funcionar igual que lo hacía en el modelo tradicional tiene temor a que su artículo sea menospreciado porque sea de acceso abierto. Hay gente que piensa que lo que es gratuito no es tan bueno como aquello por lo que ha tenido que pagar.
«Quien no aguanta la presión va más a por la cantidad que a por la calidad. Entonces se produce mucho, pero no todo bueno»
Pero el hecho de que el autor tenga que pagar por publicar puede suponer una tentación para las revistas.
Claro, hecha la ley, hecha la trampa. Al calor del modelo del pago por autor, han nacido muchas editoriales que son falsas o que funcionan sobre todo para obtener una ganancia económica. Este tipo de editoriales engañan muchas veces a la gente que va a hacer la revisión y también a los autores.
Todo eso genera desconfianza hacia el sistema de pagar por publicar…
Es cierto que la amenaza de las revistas depredadoras está ahí y solo se puede combatir con conocimiento, con sensatez. Y divulgar el Open Access como lo que es, con sus limitaciones. No venderlo ni como la panacea, ni tampoco como el demonio.
¿Hasta qué punto perjudica ese modelo de negocio al Open Access?
El modelo de pago por autor de las editoriales fraudulentas está haciendo mucho daño porque está dando una baza a aquellos detractores del Open Access que dicen: «míralo, esto realmente está mal». Pero si hablamos de pago por autor en revistas de criterio editorial elevado estamos hablando de un modelo donde se paga una vez y luego es gratis siempre. Este modelo sobre todo es más viable en las áreas de ciencia, tecnología y medicina, que tienen mayor financiación pública y donde se consigue que los costes de publicación científica estén incluidos entre los gastos de la investigación.
¿Y qué ocurre con los grupos pequeños, que no tienen financiación?
Ese tipo de modelo no es viable en ciencias sociales y en humanidades porque sería el propio autor el que tendría que pagarlo y eso no está concebido así. Hay algunas veces en las que las universidades, mediante las bibliotecas, lo que hacen es pagar un canon a determinadas editoriales para que la publicación de pago por autor sea viable. De todas formas, en esas disciplinas hay pocas revistas que utilicen ese modelo de financiación.
Después de licenciarse en Medicina y hacer la tesis doctoral, sus líneas de investigación se centraron en los sistemas de información científica. Entrevista a Francisca Abad, catedrática de Biblioteconomía y Documentación de la Universitat de València.