Frankenstein y la esencia de la vida

Antonio Lazcano inaugura el ciclo de actividades «Los jueves de Frankenstein»

Frankenstein Antonio Lazcano

Cada ser vivo, por el hecho de estar vivo y de estar en la Tierra, fue durante mucho tiempo interpretado como prueba incontestable de la existencia de Dios y de su intencionalidad: se trataba del milagro de la vida. Parecía indiscutible que en los seres vivos, a diferencia de lo que pasaba con el resto de la materia inerte, las interacciones físicas y químicas no podían explicarlo todo, debía haber algún hilo conductor que diera coherencia al fenómeno de la vida, algo como una fuerza vital. Pero, ¿estaba Dios detrás de esta fuerza vital?

«La conferencia de Antonio Lazcano es la primera de una serie de actividades con motivo del 200 aniversario de Frankenstein»

En la búsqueda para saber que podía esconderse tras este impulso, emergieron explicaciones materialistas, alternativas a la teológica, que simbolizaban la progresiva secularización de la biología que estaba a punto de darse. Antonio Lazcano, prestigioso científico experto en biología evolutiva y divulgación científica, catedrático de la Universidad Autónoma de México y recientemente doctor honoris causa por la Universitat de València, comenzaba con esta idea su conferencia: «De Golem a Frankenstein: la secularización de la Biología», la cual tuvo lugar el pasado 14 de junio en el Octubre Centre de Cultura Contemporània. Con esta conferencia se inaugura el ciclo de actividades «Los jueves de Frankenstein» que el Espaio Ciència, programa de actividades organizado por la Universitat de València, ofrecerá en homenaje a Mary Shelley y el doctor Frankenstein con motivo del doscientos aniversario de la publicación de la novela.

Antonio Lazcano en un momento de la conferencia refiriéndose a los peces eléctricos y a como desde la antigüedad se encuentran indicios de que la vida podía tener carácter eléctrico. / Foto: Prats i Camps

Prueba de esta progresiva secularización de las ciencias biológicas la encuentra el catedrático Antonio Lazcano en la manera en la cual el monstruo creado por el doctor Frankenstein toma vida a través de una descarga eléctrica. «Detrás de esta manera ficticia de crear vida pensada por Mary Shelley al escribir este libro, hay toda una época de gran libertad intelectual, aún sin fronteras claras entre el ámbito filosófico y el ámbito científico», explicó.

El experto resaltó dos hechos para que en la explicación del fenómeno de la vida pudieran surgir alternativas a la idea de que es Dios el que la genera. «En primer lugar, la aceptación de una perspectiva temporal de la biología en la que los seres vivos podían evolucionar sin intervención divina, propiciado esto por la primera teoría evolucionista, o la última transformista, de Jean-Baptiste Lamarck. Y por otro lado, la disolución de la frontera que solía separar nítidamente los procesos físicos de los biológicos», comentó Lazcano. Explicó cómo con la aparición de las primeras propuestas mecanicistas de los procesos biológicos, por ejemplo L’homme machine de Julien Offray, se contribuía a la creación de una visión materialista de la vida, entendiéndola como reducible a los movimientos corporales. Así, la pregunta que surgía a continuación no podría ser otra: Si el hombre es una máquina, ¿Cuál es la energía que anima a la máquina humana?

Diferentes experimentos se llevaron a cabo para tratar de dilucidar la relación entre la electricidad y la vida; con el de este ilustración Luigi Galvani se proponía estudiar el efecto de las descargas eléctricas atmosféricas en patas de rana disecadas.

De acuerdo con Lazcano, el hecho de que sea la energía eléctrica la que da vida al monstruo imaginado por Mary Shelley no es casual. Es el resultado de un contexto en el que se realizaron muchos experimentos, como los llevados a cabo por Luigi Galvani y después por su sobrino Giovanni Aldani, que mediante electricidad, generaban movimiento en músculos animales. Aunque la energía eléctrica no se demostró capaz de resucitar ninguno de los seres vivos que se sometieron a electrificaciones después de muertos, la idea de que la vida y la energía eléctrica podían ir de la mano perduró en el imaginario colectivo. Así, Antonio Lazcano destacó como la diferencia entre un monstruo que toma vida gracias a la energía eléctrica como el creado por el doctor Frankenstein y un monstruo que toma vida gracias al gravado de la palabra Dios en su frente como representa el mito judío del Golem es profundamente filosófica. En su opinión, el mito de Frankenstein representa la fuerza con la que la ciencia comenzaba a secularizarse: para explicar el fenómeno de la vida ya no se necesitaba a Dios, la ciencia podía hacerlo.

© Mètode 2018
Graduada en Biología por la Universitat de València y actualmente cursando el máster en Filosofía Analítica de la Universidad de Barcelona.