«El cultivo del arroz plantea actualmente un grave problema y es que va acompañado de la presencia de una gran cantidad de material sobrante»
Con la recogida del grano del arroz durante el mes de septiembre y su posterior comercialización para convertirse en el ingrediente principal de los platos más típicos de nuestra tierra, acaba el ciclo de cultivo de este cereal. A primera vista parece que todo sean beneficios, pero el cultivo del arroz plantea actualmente un grave problema, y es que va acompañado de la presencia de una gran cantidad de material sobrante: la paja del arroz. Una vez aprovechado el grano, el resto de la planta no tiene (ahora mismo) ningún beneficio económico y supone un gran rompecabezas, ya que, mientras que por una parte se necesita retirarlo del suelo, por otra parte no se conoce, de momento, ninguna manera de hacerlo que no afecte al ecosistema donde se encuentra, el Parque Natural de la Albufera de Valencia.
Un camino para buscar una solución surgió el pasado mes de enero, cuando la Conselleria d’Agricultura, Medi Ambient, Canvi Climàtic i Desenvolupament Rural creó la Comisión Técnica para el Estudio de Alternativas a la Quema de la Paja del Arroz en la Albufera. Con esta nueva idea se pretende encontrar alternativas vinculadas a la retirada de la paja para después llevar a cabo algunas de las ideas sobre las que ya se están trabajando. Durante su primera reunión, también en enero, se analizaron los resultados de la contaminación de octubre pasado y se reconoció que el reto logístico más grande del proyecto es la retirada del material vegetal.
Y es que el pasado mes de octubre, la Generalitat Valenciana dio, por primera vez desde 2011, permiso para quemar esta materia sobrante con unas condiciones muy restrictivas, ya que la situación en el campo era límite. Aun así, las ciudades vecinas recibieron en algún momento el humo contaminante resultado de las quemas. A pesar de que esta solución hace mucho más visible la liberación masiva de CO2 i CH4, gases responsables del efecto invernadero y del calentamiento global, también es cierto que hay otras opciones que son peor en este aspecto concreto. Pero, ¿qué se hacía en la agricultura tradicional para evitar este problema?
Cómo deshacerse de la paja
«La modernización de la agricultura y la caída del precio del cereal hizo aumentar la proporción de paja que se quemaba»
Históricamente, aunque también se producía esta materia sobrante, se quemaba solo una parte, mientras que la otra se reutilizaba en ganadería, como abono, como combustible, etc. Pero la modernización de la agricultura y la caída del precio del cereal hizo aumentar la proporción de paja que se quemaba. También se llevaba, y se lleva, a cabo otra solución, el fangueig, que consiste en mezclar la paja con la tierra húmeda. El problema de este sistema es que genera problemas asociados que han aumentado a causa de la disminución del flujo del agua. Esta técnica, además de liberar gases de efecto invernadero en mayor medida, produce una putrefacción de las aguas donde se volverá a plantar arroz al año siguiente.
Esta concentración diferencial de contaminantes fue analizada en 2011 en un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), junto a la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO). El trabajo tenía como objetivo «comparar diversas técnicas de retirada del arroz y observar únicamente cuáles eran las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera» explica Salvador Calvet Sanz, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Animal de la UPV. Para hacerlo analizaron, en el campo y en laboratorio, las emisiones de elementos como el metano o el dióxido de carbono de los tres tratamientos más habituales: retirada, quema y fangueig. «Concluimos que lo que menos contaminaba era la retirada de la paja, aunque este es un estudio donde solo hemos observado una variable; en el campo hay muchas más» apunta el profesor Calvet. Además, se dieron cuenta que «en algunos casos se liberaban gases que provocan un aumento de enfermedades respiratorias, aunque su concentración depende del grado de humedad de la paja y de la velocidad a la que se quema».
Unas fallas menos contaminantes
«En la Universitat Politècnica de València se está trabajando con el objectivo de conseguir nuevos materiales más sostenibles y menos contaminantes para construir los monumentos falleros»
Algunas asociaciones ecologistas, como Acció Ecologista Agró, se han comenzado a movilizar para solucionar el problema de la paja del arroz, y han intentado buscar diferentes vías como la creación de bancos de paja destinados a agricultores o bioconstructores. No obstante, no son las únicas soluciones sobre las que se trabaja. Hay diversas organizaciones que también buscan salidas a la paja que se pueda extraer para darle una segunda vida. Entre ellas podemos ver algunas ideas originales, como la de la empresa Contrerina, que propone fabricar envases biodegradables a partir de la paja, o ECORICE, que tiene diversos proyectos pilotos para construir una planta de producción de biogás a partir de este material.
Entre estas ideas innovadoras, encontramos una que se está investigando y estudiando en la UPV y que ha recibido el apoyo del Ayuntamiento de Valencia. «Estamos intentando buscar un material que sustituya el polietileno actual de las fallas», explica Rubén Tortosa, profesor del Departamento de Dibujo y subdirector de Investigación y Posgrado de Bellas Artes de la UPV. Una de estas posibilidades es la de mezclar la paja del arroz con serraduras mediante un producto químico. El objetivo es el de conseguir nuevos materiales más sostenibles y menos contaminantes para construir los monumentos falleros, además de darle un nuevo uso a un material que resultaría económico. No obstante, el uso de pesticidas durante el cultivo del arroz puede suponer un problema en este sentido. «Actualmente, estamos viendo la posible toxicidad de quemar la mezcla, ya que la planta del arroz puede liberar pesticidas al aire» puntualiza Rubén Tortosa.
El problema que hemos tratado se presenta allí donde hay una agricultura dedicada al arroz. También en otras partes del mundo se producen casos graves de contaminación y se buscan soluciones, con más o menos intensidad en función del país. Quizás entre todos encontremos una segunda vida para la paja del arroz.