Reiniciando la huerta de Valencia

Propuestas que tratan de poner en valor un territorio descuidado

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recuperar-horta-portadaCabanyal Horta

«Cuando vivía en Valencia iba de vez en cuando a la playa con el tren eléctrico que salía de la estación del Pont de Fusta. Cruzaba toda la huerta, que en aquel momento ya empezaba a ser mordida por el cemento. Desde entonces, a la huerta de Valencia, destruida y resistente, pura en el recuerdo y corrompida por la especulación, la llevo como un paradigma mental, la última línea de combate». Destruida y resistente. La última línea de combate. Con esta contundencia describe el escritor y periodista Manuel Vicent la Huerta de Valencia. Lo hace en las páginas de Veus per l’Horta, un libro publicado en 2014 que retrata la situación de la huerta valenciana y plantea posibles soluciones a la degradación que ha sufrido durante décadas.

De momento, el combate continúa y la resistencia la conforman pequeñas asociaciones locales que surgen de la conciencia ciudadana de construir un nuevo modelo de ciudad, alejado de la especulación urbanística. La huerta tradicional de Valencia ocupaba hasta 20.000 hectáreas a principios de los años sesenta. En la actualidad sólo se preserva poco más de una cuarta parte. El paisaje, tan característico del País Valenciano, también se ha visto echado a perder debido a la destrucción otros elementos fundamentales cómo son las acequias, los caminos y los elementos arquitectónicos. Así lo contaban toda una serie de expertos de la Universitat de València, la Universidad Politécnica de Valencia y el CSIC en la publicación, ya mencionada, Veus per l’Horta.

Resistiendo y construyendo alternativas se encuentran organizaciones como Per l’Horta. Es un movimiento social, heredero de la primera Iniciativa Legislativa Popular por la protección de L’Horta de Valencia, que ya lleva más de una década en funcionamiento. La intención de los miembros de Per l’Horta es no ser sólo un movimiento de propuesta, sino también un grupo de acción.

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Implicación vecinal como antídoto a la destrucción del paisaje

Desde Per l’Horta quieren conseguir sus objetivos con la implicación ciudadana. Y por eso han creado el Observatori Ciutadà de l’Horta. Es una herramienta que investigará cuál es la situación de la huerta a través de la ciudadanía, de las asociaciones y del tejido social que hay en los municipios de L’Horta. Y lo hará de manera continua para ver como va evolucionando. Tendrá padrinos y supervisores. Los primeros serán los voluntarios que observarán la partida correspondiente del territorio, teniendo en cuenta diferentes ítems establecidos en unas fichas que se habrán elaborado específicamente para esta tarea. Posteriormente las subirán a la nube compartida con el resto de miembros de la asociación. Después de recoger los datos, los supervisores de cada zona comprobarán la validez de estas y las colgarán en la página web del Observatorio para el uso de toda la ciudadanía. El enlace a la herramienta de investigación está previsto para verano.

Los representantes de Per l’Horta afirman que la intención es la de «crear red social, que sea la gente de los pueblos quien esté implicada», así como «hacer un inventario de la huerta y servir de denuncia, también para elaborar informes para ver qué están haciendo los poderes públicos con la huerta y qué no.»

Les Espigolaores es un proyecto radicalmente distinto, pero igual de necesario para la huerta. Este colectivo femenino y feminista coincide en la finalidad última, que es la recuperación de una realidad rural, pero sus herramientas de actuación son muy diferentes. Su propuesta es un documental titulado, precisamente, Les Espigolaores. Quieren rescatar la memoria oral de las mujeres y su papel en la huerta de Campanar mediante el audiovisual. El trabajo invita a repensar el imaginario de la huerta y su complejidad, los casos concretos que se esconden detrás de esta forma de vida rural, los relatos de las mujeres que han vivido o viven todavía en la Partida de Arriba y en la desaparecida Partida del Pouet. Estas historias de vida, que a la vez conforman la cultura colectiva del territorio, se presentaron el 3 de junio a la Feria Alternativa de Valencia. Para ampliar información tienen el Artxiviu, un proyecto colectivo de la Universidad Politécnica de Valencis, el Laboratorio de Creaciones Intermedia (UPV), Les Espigolaores y la Fundación Assut donde ya recogen interesantes fragmentos de las vidas en la huerta.

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El barrio de El Cabanyal también tiene su propia vía de recuperación de la huerta. El principal protagonista de este movimiento vecinal es el solar del Clot, un espacio público que funcionaba como escombrera y que ahora será utilizado por las vecinas y vecinos de El Cabanyal. Desde Cabanyal Horta, la asociación que promueve la revitalización de este terreno, están desarrollando un proyecto de agroecología. Sus representantes nos cuentan que desde diciembre del 2015 trabajan «de forma incansable y voluntaria para recuperar la antigua configuración del Clot, rescatando la rojez de sus calles, tamizando palmo a palmo la tierra para separar los escombros y proyectar espacios de confluencia y convivencia vecinal». Entre sus próximas actividades podemos destacar el parque infantil construido por las vecinas y vecinos con materiales reciclados, mesas de cultivo para personas de movilidad reducida y la creación de una zona de bancos y mesas para asambleas y talleres.

La Asociación de Vecinos y Vecinas de Benimaclet también se presenta como «interesada en la revitalización y promoción del patrimonio histórico, cultural y social» de su barrio. El pasado 2 de junio se hizo público el convenio de colaboración entre esta asociación, el Ayuntamiento de Valencia y la Universidad Politécnica de Valencia para la realización de trabajos académicos y de investigación en casas y alquerías del patrimonio histórico y artístico del barrio.

recuperar-horta-dins3Cabanyal Horta

Estos son sólo unos ejemplos de la multiplicidad de iniciativas por la huerta que hay vigentes en las comarcas de Valencia y que cada vez reciben más atención. Sus propuestas y proyectos son necesarias para hacer un reinicio y cambiar el modelo de ciudad, alejarnos de aquel que promueve la especulación urbanística y destruye la huerta. También para poner en valor aquello rural y sacarle el máximo partido a lo que nos ha tocado por azar o por naturaleza. Las expectativas de futuro ante el nuevo Plan de Acción Territorial de Protección de la Huerta de Valencia, que según la Generalitat Valenciana «propone un modelo urbanístico sostenible y quiere poner fin a la degradación de la huerta al apostar por la protección y regeneración de este espacio único con gran valor ecológico, cultural, productivo y paisajístico» son más esperanzadoras que con el anterior gobierno. Sin embargo, desde Per l’Horta se muestran «cautelosos a la hora de ser optimistas», porque «la incultura del pelotazo –es decir, de la especulación– está muy extendida» y «la inercia es muy difícil de romper», aseguran.

Desde Cabanyal Horta también quieren romper con esta «incultura» y piden que se visibilize una forma alternativa de recuperar el espacio público y convertirlo en colectivo mediante el trabajo y la implicación vecinal. Sin costes relevantes para la administración. Además de recuperar este terreno, quieren también reciclar los materiales utilizados para «dar una segunda –o tercera– vida a las cosas», afirman desde la asociación. Y añaden que esta es la manera de enfrentarse «al modelo actual de consumo de comprar y tirar para volver a comprar».

Como decía en Veus per l’Horta el escritor y periodista Emili Piera, «en la huerta queda mucha huerta y, siguiendo la lógica común –la más valiosa de las lógicas– que dice que mientras hay vida, hay esperanza, está claro que tenemos el derecho a la esperanza. Y obligación de ser diligentes y acertados porque el esfuerzo inútil no ocasione más melancolía».

Marta Navarro. Estudiante de Periodismo de la Universitat de València.
© Mètode 2016.

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