El fenómeno de la migración

Aviones comunes

Hace unos días escuché aquel tsuit, tsuit, tsuit tan característico de esta época del año. Levanté la vista y, allí, observé unos pequeños pájaros que parecía que dibujaran en el cielo con sus colas bien horcadas. De repente, un individuo se paró en una rama. Su pequeño rostro salpicado de rojo, el pecho de un blanco cremoso y el dorso y la frente de un azul oscuro metálico. Y sonreí… Era una golondrina vulgar (Hirundo rustica) que, como cada año, nos recuerda que ya ha llegado la primavera. Quizá nunca nos hemos preguntado por qué nos resulta tan familiar ahora y en verano y, en cambio, no las vemos el resto del año. Eso se debe a lo que llamamos el fenómeno de las migraciones, desplazamientos de grandes grupos de seres vivos regulados por la dinámica, diaria o estacional, y encaminados a la búsqueda de alimentos.

Un acto cotidiano

Pensemos cómo se mueven las personas de una gran ciudad mediterránea a lo largo de un día. Vemos un flujo de gente que se desplaza a unas horas determinadas hacia lugares parecidos: de 8:00 a 9:00 horas (hacia los colegios), de 9:00 a 10:00 horas (entrada y salida de la gran ciudad), de 13:00 a 14:00 horas (salida del trabajo y comida), 15:00 horas (vuelta al trabajo), 17:00 horas (salida de los niños y niñas de la escuela), 18:00 horas (llegada a casa de la chiquillería), 20:00 horas (vuelta a casa de algunos adultos y cena), 21:00 horas (los niños van a dormir), 22:00 horas (descanso de los adultos).

En los océanos, uno de los factores que marca este ciclo día-noche es la luz: la salida y la puesta del sol. En sus aguas vive el plancton marino, pequeños organismos que son transportados por las corrientes. El zooplancton está compuesto por animales diminutos que realizan desplazamientos verticales dentro de estas masas de agua. Durante el día, se mantienen en las profundidades para no ser vistos por los peces, sus depredadores. Mientras que durante la noche suben hacia la superficie para poder alimentarse. Estas migraciones verticales diarias tienen lugar en aquello que llamamos capa fótica. Por debajo de la máxima extinción de luz, las migraciones responden a otros factores tales como las diferencias de temperatura, pero son mucho menos frecuentes.

aves migratorias

© C. Santana

Los grandes desplazamientos

Pero quizá son más conocidas por todos las migraciones animales estacionales. Ahora que estamos en primavera podemos observar varios pájaros que en cambio no vemos en invierno, como las golondrinas. La mayoría han llegado a Europa hacia el mes de abril en busca de mejores recursos alimenticios para poder reproducirse. Como son aves que se alimentan de insectos, en la época invernal no los encuentran. Por eso, cuando acaba el verano, migran hacia el sur, hacia el continente africano. Allí buscan humedales para guarecerse de sus depredadores entre los cañizales. Entonces, las zonas húmedas son ricas en insectos, su alimento.

cebras

Las cebras comunes (Equus burchelli) se desplazan desde las praderas secas de Tanzania y se dirigen hacia el norte, a Kenia, donde encuentran la hierba fresca que les permitirá alimentarse durante el verano. / © A. Masó

Por otro lado, si pensamos en los documentales televisivos nos acordamos del dramático paso de las grandes manadas de cebras y ñus a través del río Mara, en el centro-este de África. Estos mamíferos se desplazan desde las praderas secas de Tanzania y se dirigen hacia el norte, a Kenia, donde encuentran las praderas frescas que les permiten sobrevivir durante el verano africano. Esta es también la época de celo entre los ñus. En este traslado, tienen que atravesar lugares donde les están esperando sus depredadores: los cocodrilos y los leones. El gran paso del río Mara representa la baja de un gran número de individuos. A pesar de ello, la mayoría llega a la zona de Masai Mara, donde se quedan hasta que las lluvias vuelvan al Serengueti, a finales de enero. Es entonces cuando hay hierba fresca y nutritiva y coincide con el comienzo del nacimiento de las crías de los ñus, época que se extenderá hasta el mes de marzo.

Las migraciones, sin embargo, pueden comportar también algunos peligros: las plagas. En este fenómeno se produce una gran acumulación de individuos que se agrupan con el objetivo de encontrar un entorno mejor. El caso de la langosta migratoria africana (Schistocerca gregaria) es un ejemplo. Las langostas adultas de la fase gregaria forman enjambres enormes con miles de millones de individuos y a lo largo de su desplazamiento arrasan cualquier vegetal que encuentran, entre estos, las cosechas.

Pero no solo migran los insectos, las aves o los mamíferos. Los humanos también se han desplazado desde la antigüedad. Las primeras poblaciones de Homo sapiens empezaron su viaje, desde el corazón de África hacia el resto del mundo, hace unos 150.000 años. Hay varios desencadenantes para que se produzca una migración humana: sequías, falta de alimentos, guerras, desastres naturales. Se ha observado que las migraciones actuales están ligadas a cuestiones tales como la desigual distribución de los recursos: alimentación, energía, medicamentos y trabajo.

Esta integración de las especies con la naturaleza, que perdura desde hace miles de años, ha permitido un sistema sostenible. Con el modelo de sociedad actual dominante, no obstante, los humanos rompemos este equilibrio, acercando los recursos sin necesidad de movernos, una práctica que hace cada vez más insostenible nuestra relación con la naturaleza.

© Mètode 2012 - 57. Radiaciones - Contenido disponible solo en versión digital. Primavera 2008

Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), Barcelona.

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