Entrevista a Esteban Morcillo
«La sociedad pide a los científicos que busquen la verdad»
Vicerrector de Investigación de la Universitat de València
El profesor Esteban Morcillo (Valencia, 1951) es catedrático de Farmacología de la Facultad de Medicina, y actualmente dirige el vicerrectorado de Investigación de la Universitat de València. Habla cuidadosamente, haciendo pausas y mirando fijamente al interlocutor, con una prudencia infinita. «He estudiado en los jesuitas», me dice riendo, para justificar la cautela con la que avanza por la conversación, pero añade en seguida «¡como Voltaire!». Quizá la escuela le ha dotado de ese rigor por el término exacto, ese deseo de ponderar y matizar, de evitar los arrebatos y las posturas fáciles. Se declara hombre de ideas progresistas, pero no es partidario de llevar la política a la vida académica: la universidad es un centro de sabiduría, no de intrigas políticas, ni de posturas partidarias. «Debo mantener siempre la independencia», añade con rotundidad.
Esteban Morcillo es un investigador brillante, formado en la Facultad de Medicina, y con estancias en importantes centros de investigación del extranjero, especialmente en la Universidad Johns Hopkins y en la Universidad de Glasgow. También fue merecedor de la prestigiosa beca Fulbright. Todo eso, junto a su ya dilatada experiencia como gestor, lo hace un gran conocedor de nuestra investigación y de las necesidades de la vida académica.
Usted es catedrático de Farmacología y fue decano de la Facultad de Medicina. Período durante el que se iniciaron importantes proyectos de modernización…
La Facultad de Medicina era el edificio de la Universitat de València más antiguo en uso. Porque el de la Nau se había reformado y también el del rectorado actual. Por lo tanto era del todo necesario rehabilitarlo, y aunque yo inicié las obras, ha sido el siguiente decano, Antonio Pellicer, quien ha conducido la mayor parte de la reforma. La verdad es que lo ha hecho muy bien: porque ser decano con un edificio en plena obra y donde al mismo tiempo continúa la vida académica, con todo el profesorado y alumnado dentro, y con tres servicios clínicos procedentes del Hospital Clínico, es un verdadero heroísmo. Quiero aprovechar también para reconocer la buena labor realizada por Francisco Dalmases, catedrático de Física Médica, que ha sido una persona muy valiosa y hábil para coordinar toda la rehabilitación del edificio. Incluso ha habido cartas felicitándolo, cosa nada frecuente…
¿La Facultad de Medicina no está un poco al margen de la vida académica de la Universitat de València?
No, no creo que eso sea así. Hace poco tuvimos un rector procedente de Medicina, Joaquín Colomer, y en casi todos los equipos rectorales ha habido vicerrectores de esta facultad. Tanto en el equipo de Ramon Lapiedra, de Pedro Ruiz o de Francisco Tomás… La Facultad de Medicina y Odontología siempre ha estado bien representada e implicada en el gobierno de la Universitat de València. Pero lo que quizá le pasa a nuestra facultad es un factor distanciador: es una facultad singular que se caracteriza por un numerus clausus bastante estricto de alumnos si lo comparamos con otros estudios, y eso origina una facultad con pocos estudiantes y mucho profesorado. Eso siempre ha dado lugar a rumores cordiales… Pero hay que considerar que la facultad cuenta con cuatro hospitales universitarios: el Clínico, el Doctor Peset, La Fe y el Hospital General… Todo eso impone una dispersión geográfica y unas necesidades para las clases clinicoprácticas que al final se convierte en una sobrecarga evidente.
¿Hasta qué punto está involucrada la Facultad de Medicina en la investigación valenciana?
La Facultad de Medicina es una de las pocas facultades que tiene tres premios Jaime I de medicina clínica. Los profesores Juan Luis Barcia, Rafael Carmena y Antonio Pellicer…. Eso no es fácil. El departamento de Historia de la Ciencia realizó hace poco un análisis bibliométrico de la producción científica en biomedicina donde aparecía la Facultad de Medicina como el principal centro de investigación de toda la Comunitat Valenciana… Y con una gran diferencia, compitiendo con La Fe y con el centro de investigación Príncipe Felipe. Precisamente, con este último centro mantenemos cinco unidades mixtas de investigación, con profesores de la Universidad. Yo diría que en la rama médica hay varios departamentos absolutamente excepcionales. Hace unos meses fue una gran satisfacción poder decir que desde esta universidad se habían publicado tres Nature: uno de ellos sobre evolución de peces teleósteos; otro, del Instituto de Materiales, y el tercero fue de la Facultad de Medicina, del profesor José Viña.
«La Facultat de Medicina se mantiene en una posición líder en la investigación valenciana»
Sin embargo, eso no es lo más usual… No es frecuente que los médicos tengan una actividad investigadora importante.
Quizá lo que pasa es que una persona con dedicación clínico-asistencial es muy difícil que pueda involucrarse excepto si abandona parcialmente su actividad clínica… Incluso el gobierno de la universidad, o el decanato, obliga a abandonar la investigación… Y los médicos son reacios a dejar de lado su actividad clínica. Sin embargo, en fin, a pesar de eso, quiero insistir en que la Facultad de Medicina se mantiene en una posición pionera en la investigación valenciana. Y que los médicos siempre nos hemos sentido parte de la universidad valenciana. Piense que la Facultad de Medicina es una de las creadoras de la Universitat de València, con más de cinco siglos de existencia: preexistía antes de ella, y proviene de una escuela de cirugía muy antigua. ¡Desde luego que nos sentimos implicados, y por supuesto que formamos parte de la vida de la Universitat!
¿Pero cree que eso lo percibe la sociedad valenciana? ¿Esta desvinculación no ha facilitado de alguna manera la creación de la Facultad de Medicina en la Universidad Católica?
La Universitat de València ha estado sola durante casi cinco siglos. La Politécnica, que es la siguiente en antigüedad, ha cumplido ahora cuarenta años… Las de Alicante, las de Castellón, son aún más recientes. Eso quiere decir que la Universitat de València debe hacer un esfuerzo constante para aceptar la competencia lícita de estos otros centros, así como el hecho de tener que compartir recursos con ellas. A nuestra Facultad de Medicina le ha surgido una en Alicante, después la de Miguel Hernández, y recientemente esta privada… Todo lo nuevo tiene una gran repercusión en los medios, y se habla mucho de estas nuevas facultades, y se olvida el enorme patrimonio que tenemos. Por ejemplo, Santiago Ramón y Cajal ha sido profesor en nuestra facultad…
¿Qué piensa de las declaraciones del arzobispo García-Gasco, cuando dijo públicamente que por fin Valencia tendría una facultad en la que se enseñaría a los médicos a curar y nunca a matar?
El rector contestó muy bien, y fue una réplica consensuada… Es un tema complicado: una universidad privada que existe legalmente tiene un derecho legítimo a tener una facultad de medicina, de eso no cabe duda. Incluso, espero que habrá una buena relación con todas las facultades de medicina de la Comunitat Valenciana. Es legítimo, pues. Lo que no es aceptable es aquella expresión del arzobispo, ahora cardenal… Yo, que he estudiado en los jesuitas, puedo decir que eso está muy lejos de lo que se denomina «la diplomacia vaticana». Pero creo que el rector contestó por todos, y lo hizo espléndidamente. ¿Que deberían haber replicado otras instituciones, como el ilustre Colegio de Médicos o el presidente de la Real Academia de Medicina? Quizá sí. Debería haber sido una queja, una protesta unánime… Por otra parte, ni el PSOE, ni Izquierda Unida, ni ningún otro partido político formuló ningún tipo de protesta. ¿Tiene que ser siempre la Universitat quien haga la oposición al Gobierno? Tengo dudas de que sea nuestra misión sustituir a los partidos políticos: éstos son los que realmente deberían haber protestado, los que deberían haber pedido explicaciones, y que las declaraciones del arzobispo hubieran tenido una respuesta contundente.
«A menudo se olvida el enorme patrimonio que tenemos. Por ejemplo, Santiago Ramón y Cajal ha sido profesor en nuestra facultad…»
¿No cree que la Universitat debería tener más capacidad de respuesta frente a situaciones como éstas? ¿No se encuentra un poco inerme?
Es un tema muy difícil… Porque el Gobierno valenciano tiene el derecho legal y legítimo de decidir. Opinar sobre la facultad Miguel Hernández está muy bien, pero al final es el Gobierno valenciano quien tiene la autoridad. Puede también decidir las necesidades presupuestarias, puede crear centros, facultades…
Por lo que respecta a la reciente crisis de la financiación, también sorprende el silencio del profesorado…
Los rectores no están insatisfechos con el presupuesto asignado, sino que el problema ha sido una falta de tesorería. Hay que decir que el presupuesto es razonable… Ha sido un problema financiero, no se han producido las transferencias de la manera que se deberían haber producido, y ha habido un grave problema de liquidez. ¿De qué modo se podría haber implicado más el profesorado? Mi impresión es que el profesorado ha sido bien informado… Al final se ha llegado a un documento consensuado, que solucionará esta situación tan compleja. Mientras hay diálogo, mientras hay negociaciones, hay que continuar hablando…
Pero durante todas estas negociaciones el Consell continuó impulsando la creación de la VIU (Valencian International University), con la contratación del arquitecto Frank Gehry…
Ciertamente, hubo declaraciones desafortunadas. Pero creo que la respuesta tiene que venir más de los medios periodísticos que del profesorado. Cuando quieren buscar las noticias, los periodistas no tienen problemas, no son pasivos: si hubieran querido tener informaciones y opiniones del profesorado las habrían tenido. Pero creo que no les interesaba. Pero hay que ser prudentes… Otro tema es si nuestra universidad, con el volumen de estudiantes, y los centros de que dispone, así como con el patrimonio que debe gestionar, está recibiendo la cantidad económica que realmente le corresponde. O si en cambio la presencia de otras universidades la ha conducido a un dilema de muy difícil solución: la solidaridad con las otras universidades hermanas/hijas o por el contrario una posición más beligerante, reclamando lo que realmente le corresponde. Tenemos un patrimonio histórico que necesita una conservación… La Universitat de València ha cedido un poco, y eso hay que reconocérselo. Por otra parte, también es bueno para la Universitat evitar la confrontación con el Gobierno valenciano, y que las relaciones sean fluidas, amables…
«La institución académica debe ser desde el punto de vista político absolutamente neutral»
Ojalá fuera así… Pero llevamos ocho años con Eduardo Zaplana y unos tantos con Francisco Camps…
Bien… [El profesor Esteban Morcillo sonríe y duda un momento antes de continuar.] Debemos reflexionar si nuestra universidad ha mantenido un papel neutro con el gobierno valenciano legítimamente establecido, o si por el contrario ha sido una actitud de ataque a las personas del gobierno, desde profesores revestidos con la toga de la universidad. Eso no me parece adecuado. Creo que la institución académica tiene que ser, desde el punto de vista político, absolutamente neutral. La Universitat no debe pedir el voto para ningún partido político. Nosotros como universidad también debemos entonar el mea culpa, no lo hemos hecho del todo bien… También es cierto que ser rector es muy difícil en esta universidad, se encuentra presionado por diferentes grupos, pero el rector debería ser totalmente independiente. No debe tener una línea ideológica de partido: evidentemente ha de ser una universidad democrática, participativa, transparente, progresista, está claro. Pero sin posicionarse políticamente. Eso lo puede hacer la Universidad Católica, ¡que sí que tiene una ideología! ¡O el CEU! ¿Pero nosotros? ¿Nosotros debemos tener una ideología política? No hablo de valores… Pero la Universitat de València es una universidad pública.
Usted es un médico intelectual, amante de la buena literatura y de la buena música. ¿Cómo ve la situación cultural valenciana?
¡Uf!… No sé qué decirte ahora. Mira, José María López Piñero fue uno de los profesores que más me influyó, y él siempre nos advertía de que hay que evitar hablar públicamente de tus aficiones. «Evitad hablar de las cosas de las que no sois profesionales» nos decía. Podemos disfrutar con la historia, con la música, con la filosofía, etc., pero no es bueno hablar de estas cosas en público, porque no tienes un dominio profesional. Soy buen lector, sobre todo de clásicos, y melómano recalcitrante, aunque, si te soy sincero, mi interés se agota con Wagner…
¿Cómo ve la divulgación de la ciencia?
Valoro mucho el mérito que tiene. Creo que es muy difícil de hacer, que hay que tener unas aptitudes especiales, y muy pocos son realmente capaces de ello. Cumple un papel muy importante, y se debería incentivar más; es la pieza a través de la que se accede a muchas cosas. No se valora bastante en nuestro expediente académico… Por eso los divulgadores que tienen poca calidad son un peligro, y es posible que esta sea la causa de que a veces tenga mala prensa. Yo mismo sé que como divulgador no serviría… Hay que profesionalizar la divulgación.
Me gustaría acabar con una frase de Diderot.
El bueno de Diderot [ríe]… Di, di la frase.
«Se me puede exigir que busque la verdad, no que la encuentre».
¡Muy buena frase!
¿Está de acuerdo? ¿La sociedad quiere saber la verdad?
Creo que vivimos en una sociedad actual que tiene una buena relación con la ciencia, y que realmente aspira a conocer la verdad. Aún sobrevive el cliché del siglo xix de la ciencia como un utensilio para cambiarlo todo, aún hay una gran confianza en su poder. Y aunque hoy la relación es más complicada, y hay más recelo, yo diría que la sociedad continúa creyendo en la ciencia como uno de los grandes valores, uno de los más incuestionables. La sociedad confía en la ciencia, y está convencida de que lo solucionará todo, desde el cambio climático hasta los más insospechados temas de salud… Pero en realidad no es tan sencillo. Pero sí: creo que la sociedad pide a los científicos que busquen la verdad. ¡Como quería Diderot!