«El gusto por la belleza» de Michael J. Ryan
La belleza desde el cerebro del receptor
Michael J. Ryan pasó cuarenta años estudiando el comportamiento sexual de una pequeña rana de la selva de Panamá, integrando estudios del cerebro, comportamentales y evolutivos. Esta transversalidad convirtió la rana túngara en un organismo modelo en estudios de selección y comunicación sexual. Hoy el doctor Ryan es catedrático de Zoología en la Universidad de Texas, investigador sénior en el Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales y uno de los expertos más reconocidos en selección sexual y comportamiento animal. Desde esta muy merecida autoridad, el doctor Ryan revisa los conocimientos actuales sobre cómo los animales perciben y responden a la belleza, y nos explica cómo él y otros científicos transformaron nuestra comprensión de la selección sexual.
Este libro está dedicado a comprender la inmensa variedad de estéticas sexuales y comportamientos de festejo en el reino animal, cómo aparecen y para qué. Pero lo hace con un cambio de perspectiva. Según Ryan, para entender la evolución de la belleza hay que buscar en el cerebro de quien tiene que valorarla. Esta búsqueda propicia un cambio de paradigma: el cerebro como precursor de la evolución de la belleza. Las peculiaridades en el cerebro de un animal generan sus gustos sexuales, los cuales condicionan la evolución de la percepción de la belleza dentro de su especie. Por lo tanto, el vínculo entre belleza y éxito evolutivo se basa fundamentalmente en el cerebro de las hembras, como «titiriteros biológicos» que impulsan el desarrollo de rasgos bellos en los machos, y sus limitaciones y eventualidades dan lugar a una diversidad estremecedora de gustos sexuales dentro del conjunto de todo el reino animal, incluidos los humanos.
La obra nos guía de la mano de expertos de diferentes campos a través de nuevos descubrimientos e ideas sobre cómo los cerebros han evolucionado para anhelar la belleza y cómo los rasgos que la perciben a través de la vista, el oído y el olfato aparecieron por influencia del entorno, a veces para responder a necesidades distintas a las del sexo. Nos acerca a los últimos adelantos en neurociencia y biología evolutiva, pero también explica con exquisito cuidado experimentos clásicos definitivos de comportamiento animal. Como buen científico, no esconde las dudas y las limitaciones y muestra un profundo respeto por los conceptos que trata de explicar con claridad y sencillez. Utiliza experimentos de campo y de laboratorio sobre un centenar de especies, cada una de ellas con una fascinante descripción de su historia natural o de los lugares remotos donde viven.
El estilo de Ryan es fresco e ingenioso. Sus explicaciones científicas están llenas de analogías con nuestra cultura, y utiliza muchas referencias del mundo de la música, el cine, la literatura, la pintura o el teatro, ya sean clásicos o populares, profundos o infantiles. Por sus reflexiones sobre el desarrollo de la belleza sexual se pasean filósofos, políticos, modelos y adiestradores de perros. Especialmente divertido es el relato de su llegada a la falsamente apacible isla de Barro Colorado, la explicación sobre las preferencias variables con la letra de una canción country, o la descripción de lo disfuncional que sería la muñeca Barbie si fuera humana.
Sobre todo, es un libro que demuestra que ser una autoridad científica no está reñido con la buena divulgación de proximidad. A mí me ha gustado; aun así, es mi cerebro quien opina.