¿Es posible narrar toda una línea de hechos históricos siendo el hilo conductor un cetáceo? La respuesta es sí. A lo largo de las páginas, el autor de este ensayo, científico y a la vez histórico, explica cómo el ser humano ha estado ligado a los cetáceos desde la antigüedad para obtener carne, aceite, huesos, barbas, etc. para aprovechar todo el animal. Eso sí, creando para ello un ritual de cacería con una crueldad despiadada y una industria de transformación de la materia prima que comenzaba en el mismo lugar de la matanza. Las explicaciones de las diferentes relaciones humanas con la ballena están documentadas e ilustradas de tal modo que es imposible que el lector no sienta curiosidad por aprender y conocer por qué la comunidad científica está luchando por intentar salvar muchas especies de cetáceos de la extinción. El libro cuenta anécdotas curiosas, como el mal presagio con el que se interpretó la entrada de una ballena en el Támesis el día anterior a la muerte de Oliver Cromwell, Lord Protector, o el uso que dio Isabel I de Inglaterra a un regalo de Sir Martin Frobisher valorado en diez mil libras de la época: ¡un diente de narval! o por qué era Londres la ciudad mejor iluminada a mediados del siglo xviii. También cuenta cómo los productos derivados de la ballena se han utilizado para fines muy diversos: comida para mascotas, fabricación de guantes, velas, corsés para señoras, …
Philip Hoare consigue con su relato que el lector se adentre en las profundidades marinas, buscando el contacto con esos grandes animales, tan cercanos y perseguidos como misteriosos y majestuosos. En su relato se mezclan vivencias personales e historias propias de tiempos lejanos, en los cuales la ballena era el centro de la vida de muchos pueblos de la costa: Cape Code y, como no, Provincetown.
El autor hace un excelente recorrido por todos aquellos acontecimientos, tanto fidedignos como literarios, que tienen como protagonistas a estos animales. Desde el asentamiento del comercio de los productos balleneros en New Bedford hasta el Moby Dick de H. Melville. Desde la caza por parte de los indios nattick hasta la aparición de las flotas balleneras modernas. Desde el Museo de Historia Natural de Londres hasta el pequeño museo de la isla de Nantucket. Desde la descripción de la vida en barcos balleneros reales como el Acushnet o el Morgan hasta las vivencias de Ismael en el Pequot con el capitán Ahab. Desde los tiempos en los que se avistaban las grandes manadas hasta lo complicado que es hoy en día estudiar y conocer especies como las ballenas azules, jorobadas, boreales, los rorcuales o los narvales.
Desde hace siglos, los pueblos de las zonas balleneras han mostrado su capacidad para cazarlas, su admiración por la belleza de sus formas y nobleza en el comportamiento, se han visto fascinados por la forma de morir, por sus entrañas y les han atribuido todo tipo de vaticinios y augurios… ¿Por qué la plácida vida de estos animales se encuentra en una situación tan alarmante? La contestación la obtiene el lector sumergiéndose en las palabras de Hoare.