
La ciencia en las redes sociales ha tomado muchas formas con el paso de los años, desde monólogos y animaciones hasta experimentos en vivo. Las nuevas narrativas se caracterizan por considerar los dispositivos de uso cotidiano (generalmente portátiles, como los teléfonos móviles, laptops y tabletas) y las posibilidades del entorno digital (filtros, stickers, gifs, animaciones, etc.). Ahora, el diseño estandarizado de los teléfonos celulares, en su mayoría con pantalla grande y táctil, ha impulsado los formatos verticales. La verticalidad ha permitido cambiar los contenidos desde una perspectiva estética, pero también narrativa. Es por esa razón que este artículo ofrece una revisión de los principales cambios en la forma de acercar el hecho científico a las audiencias.
Palabras clave: divulgación, nuevas narrativas, ciencia, vídeo en línea, redes sociales, formatos verticales.
Introducción
En el ámbito de la comunicación científica, la recomendación de contar historias en lugar de informar mediante datos y hechos es habitual. Se ha demostrado que, entre otros factores, estas motivan a las personas a cambiar sus comportamientos (Byerly et al., 2021). Una historia es una narración con personajes y tramas simples y resonantes, que involucra habilidades narrativas y riesgo, al tiempo que entretiene y persuade (Gabriel, 2000). Todos los seres humanos somos narradores: narrar se considera, de hecho, como parte de un tipo de inteligencia lingüística, «la más amplia y repartida en la especie humana» (González, 2017). El atractivo de las historias radica en que permiten a los usuarios sentirse identificados con personajes o situaciones que ellos mismos han experimentado.
En una primera revisión de las tipologías y características de los vídeos web de divulgación científica, Morcillo et al. (2016) revisaron 200 vídeos y encontraron una gran variedad de géneros y subgéneros en piezas breves. Los contenidos eran entretenidos y tenían una clara estructura explicativa y dramatúrgica. En ese momento, algunos de los subgéneros novedosos fueron el monólogo, las piezas de pregunta y respuesta, los vídeos de dibujo en vivo, la escritura en vivo, las charlas editadas y los experimentos en vivo.
En esa aproximación de Morcillo et al. (2016), si bien se veía que las producciones en línea se habían apropiado de ciertas convenciones de los medios tradicionales, también se evidenciaba que las narrativas propias consideraban, entre otros aspectos, los dispositivos tecnológicos en los que los materiales audiovisuales se consumían. La tecnología marcó la pauta desde el boom de la digitalización y continúa haciéndolo hasta ahora.
Las tecnologías vinculadas con el vídeo en línea han generado representaciones y experiencias temporales nuevas. Géneros como el microrrelato de ficción, la webserie, el lipdub, el teaser cinematográfico, el unboxing, el remix, los vídeos fandom, las clases y los tutoriales, entre otros, replantearon los formatos audiovisuales hegemónicos y generaron un círculo de influencia entre los contenidos fuera de línea y en línea (Sora, 2016). El tráiler, por ejemplo, cambió su extensión hace casi dos décadas. Pasó de los 30 segundos del anuncio publicitario en televisión a ser una versión en corto de una película, llegando a tener una duración de hasta cuatro minutos.
Para las empresas de redes sociales esto no ha pasado desapercibido y han procurado ofrecer a sus usuarios facilidades para expresarse y contar historias. Como se dijo, desde la lógica de dispositivos como el celular. Se anima, por ejemplo, a generar contenidos a través de los recuerdos o stories, lo que ha hecho que la narración de experiencias cotidianas sea una práctica común. Las stories suelen ser cortas, especialmente sobre situaciones en curso, pero también sobre eventos pasados o futuros. El primero en introducirlas fue Snapchat, en 2014; luego lo hicieron Instagram y TikTok, en 2016; Facebook y WhatsApp (en esta plataforma se llaman estados), en 2017; Weibo, en 2018, y X (antes Twitter) con sus fleets, en 2020, aunque la función de este último terminó por ser eliminada un año más tarde.
En esa democratización de la producción en la que los cambios o las innovaciones al contar historias sobre ciencia tienen que ver con lo temporal, es decir lo tecnológico, destacan la incorporación de elementos de entretenimiento, como stickers, sonido extradiegético, efectos, filtros, animaciones, etc.
Para garantizar una producción constante, las plataformas incorporan una temporalidad: en 24 horas las stories se borran o archivan; además de características de curaduría para los usuarios con las opciones de «Me Gusta», «Comentar» y «Compartir», que sirven para determinar la acogida de la narración.
A continuación, se hará un recuento de las formas actuales de mostrar la ciencia de forma novedosa centrado en el vídeo en línea, por su evidente impacto en el entorno digital: el 49,7 % de los usuarios de internet entre 16 y 64 años se conecta para ver vídeos, películas o programas de televisión; y en las redes digitales: el 59,4 % de la población mundial es usuario activo de redes sociales (Digital Global Overview Report, 2023).
Vídeos en formato vertical
Muchas historias en los dispositivos móviles se cuentan en vertical para evitar a los usuarios el tener que girar sus pantallas. La verticalización de la mirada fue impulsada por los celulares de pantalla táctil. Gómez-Muñoz (2022) afirma que el diseño de los smartphones, desde 2007, cambió la norma de la horizontalidad, sobre todo para las generaciones nacidas después de esa innovación en el diseño de los teléfonos; con la incursión del iPhone se estandarizó un modelo de pantalla táctil y sus proporciones. Para las generaciones recientes la realidad no solo es plana, por el hecho de que se consume cada vez más a través de pantallas, sino también vertical, señala Gómez-Muñoz (2022).
La verticalidad ha permitido cambiar los contenidos desde una perspectiva estética, pero también narrativa. Mateos y Herrera (2021) afirman que el formato influye en la narración: los creadores deben saber aprovechar los espacios de arriba y abajo en los vídeos y reconocer las imágenes que funcionan mejor en vertical.
De entre todas las redes sociales que ofrecen vídeos verticales, sin duda, la de mayor crecimiento es TikTok. Su auge lo impulsó la generación Z (Yang et al., 2019). Durante el confinamiento por la covid-19, la aplicación incluyó en su menú los botones «Coronavirus», «Medidas preventivas» y «Preguntas y respuestas» para acceder a información publicada por organismos no gubernamentales y autoridades sanitarias, como la Organización Mundial de la Salud, la Organización Internacional para las Migraciones y el Foro Económico Mundial (Sidorenko-Bautista et al., 2020). De esta manera, TikTok pasó de tener una penetración del 13 % en 2020, al 29 % en 2021 y el 36 % en 2022 (IAB Spain, 2022). Los retos propuestos constantemente por la comunidad de usuarios con hashtags como #yomequedoencasa (2.400 millones de visualizaciones) y #manosseguras (más de 4.200 millones de vistas), por citar algunos de los casos más populares, la han convertido en una red social para los que gustan de los hashtags-retos (Sidorenko-Bautista et al., 2020).
Los vídeos populares en formato vertical en TikTok destacan por su brevedad y amenidad. Captan la atención de la gente que se divierte y los comparte. Entre los recursos empleados están el sonido extradiegético, la música y el humor. Los gemelos Malik y Miles George, doctorandos del MIT, los emplean en su canal de TikTok @malikandmiles, en el que tratan temas del ámbito Steam. La incorporación de sonido y música por medio de herramientas de posproducción agregan el componente humorístico en el relato. De esta manera, el mensaje, que tiene un fin didáctico, resulta también divertido.
En Instagram hay dos opciones de vídeos verticales (aunque también se usan con fotos): los reels y las stories, ambos bastante parecidos, que ofrecen la posibilidad de emplear filtros, stickers, musicalización, etc. La diferencia está en el tiempo límite de cada uno. Un reel puede durar entre 15 y 90 segundos, mientras que las stories, un máximo de 15 segundos. Además, a diferencia de las stories, los reels no desaparecen automáticamente después de 24 horas. En esa red social se encuentran instituciones como la NASA, que tiene vídeos verticales, fragmentados, breves y dinámicos, pero que también incluyen un enlace para ir al contenido completo; así como medios como National Geographic, en el que destacan los expertos invitados que dan sus criterios sobre los temas que se abordan. Esta revista también incluye animaciones.
Entre las redes más populares que incorporan formatos verticales están también Facebook y YouTube. La primera ofrece la opción de transmisiones en vivo; mientras que YouTube permite colocar vídeos de hasta 60 segundos en su sección «Shorts». La plataforma ofrece a sus creadores una biblioteca con recortes de audio y canciones para los vídeos. A diferencia de su sección de vídeos, en la de «Shorts» no es tan necesaria la figura del presentador o influencer, sino que se da mayor protagonismo al experimento o el vídeo como tal.
Animación 2D
Para Mateos y Herrera (2021), los formatos verticales también han cambiado la lógica de las imágenes en movimiento, que habían sido expuestas tradicionalmente sobre planos bidimensionales panorámicos u horizontales para hacerlas comparables con nuestro campo visual. Los autores señalan que la figura y el fondo se acentúan en el cuadro y que los objetos no se llegan a ver en su totalidad (fenómeno de la fragmentación). Eso ocurre, por ejemplo, en YouTube, que, aunque es una plataforma en la que predomina el formato horizontal, también ofrece vídeos verticales. En el canal Kurzgesagt – In a Nutshell se utilizan animaciones coloridas y música para explicar temas complejos de ciencia de una manera accesible para el público. Por ejemplo, en el vídeo Kurzgesagt – In a Nutshell Giving You An Existential Crisis In Less Than A Minute #Shorts se compara el tamaño de la Tierra con otros planetas y astros en el universo.
También hay quienes optan por el formato de recuadro en los vídeos verticales. La Organización Mundial de la Salud incluye entre sus contenidos de YouTube animaciones en las que el centro de la escena es lo que más llama la atención, como en el corto WHO: Hypertension: Act now! Ocupar el centro de la pantalla ofrece la ventaja de que evita distraerse con las etiquetas y recursos debajo de la pantalla.
Stories en tiempo real
El registro de experiencias que los usuarios viven en su cotidianidad también ha servido para acercar la ciencia a más personas. En los espacios culturales, por ejemplo, el uso de las redes sociales en el contexto de la visita al museo se ha incrementado. Los museos se han centrado en involucrar al público en sus colecciones, exhibiciones y programación a tono con los desarrollos tecnológicos y las expectativas de los visitantes, quienes eligen detalles y pinturas inusuales y las muestran como una forma de comentario social.
Villaespesa y Wowkowych (2020) analizaron las historias que los visitantes del Museo de Brooklyn subieron a Snapchat e Instagram, y detectaron que los letreros y objetos visualmente atractivos desplegados en los recorridos del Museo ayudan a los visitantes a crear sus narrativas en línea. La fachada del edificio se utiliza para contextualizar y comenzar la historia. La pared de entrada a la exposición, el boleto del Museo y los carteles de la galería son otros de los elementos de apertura. Debido a que las stories se retiran tras 24 horas, el proceso de edición es mínimo; sin embargo, la interacción en tiempo real con los objetos y el ambiente del Museo llevan a conversaciones en vivo que animan a los espectadores a acudir a él.
A través de los vídeos en cuestión, el visitante se vuelve curador de lo que le interesa o despierta su curiosidad y lo comparte con otros que se ven motivados por lo que ven. Tanto las stories de Snapchat como las de Instagram permiten la edición antes de su publicación. Las opciones incluyen la incorporación de efectos de vídeo, etiquetas, dibujos, texto, stickers, gifs, emojis, filtros de imagen, etc.
Con la evolución constante de las redes sociales y las herramientas disponibles para crear contenido, hay una tendencia hacia la creación de contenido científico interactivo, con juegos y experiencias virtuales, que permiten a los usuarios aprender sobre temas científicos mientras se divierten y colaboran entre ellos. Un ejemplo de esto es la cuenta cerebroninjas (@thebrainninjas) de Instagram en la que se utilizan stories interactivas para enseñar temas concernientes al cerebro humano. Los usuarios pueden interactuar con los contenidos para aprender sobre diferentes partes del cerebro y cómo funcionan. Por ejemplo, haciendo trucos para mejorar su memoria y comentando sus experiencias.
Hilos de X
Los hilos de X se popularizaron en 2017 (Guallar y Traver, 2020), cuando la red de microblogueo aún se llamaba Twitter. Son una forma popular de contar la ciencia de manera detallada desde la lógica de la verticalidad. Expertos en ciencias, profesores y usuarios comparten información, debaten sobre temas científicos y discuten nuevas investigaciones en las que, cada vez más, se comparten vídeos verticales que se complementan con enlaces a estudios, imágenes, gifs y encuestas. Los vídeos suelen ser breves, de menos de dos minutos, grabados con el celular. Su narrativa es fragmentada y está acompañada de texto para dar sentido a los vídeos.
Entre las cuentas que emplean este recurso se encuentra la de la científica Samantha Yammine (@heysciencesam), quien utiliza la plataforma para compartir información sobre neurociencia y biología celular de una manera accesible para el público. Mediante vídeos suyos importados de TikTok, expone temas complejos de ciencia en un formato fácil de seguir.
Para impulsar la participación de los usuarios, X ofrece la opción de los emojis. En la cuenta Enséñame de Ciencia (@EnsedeCiencia) se recurre a estos con el fin de motivar a los usuarios a comentar. Muchas de las respuestas emplean el mismo recurso para expresar su sentir o impresión ante el hecho científico presentado.
Transmisiones en directo
La verticalización no quiere decir que los formatos horizontales no causen impacto en las audiencias. De hecho, estos siguen siendo los más populares, solo que los formatos verticales son usados más por jóvenes y en ciertas redes sociales. Ejemplos exitosos de formatos horizontales son las transmisiones en directo, en las que destaca la figura del streamer. La dinámica guarda similitudes con formatos televisivos como el magacín o las tertulias, con la diferencia de que las transmisiones en directo, como su nombre indica, siempre se transmiten en vivo, aunque se puede acceder a ellas también de manera asincrónica. Entre sus características están la espontaneidad, la informalidad, un uso coloquial del lenguaje, generalmente a tono con el estilo del streamer y sin las limitaciones de tiempo de las historias en Instagram y otras redes sociales.
En plataformas como Twitch, Facebook y YouTube, los usuarios tienen la posibilidad de interactuar, en tiempo real, a través del chat. Los programas suelen tener invitados, algo en lo que se asemejan a la televisión tradicional, aunque no son iguales. Más allá de las diferencias en cuanto a estudios de grabación o locaciones, ambos más informales e improvisados en las transmisiones en vivo, generalmente estas se hacen con una sola cámara, estática, y los invitados aparecen en ocasiones no presencialmente, sino en el formato conocido como pantalla compartida. Las transmisiones en vivo con invitados suelen ser sobre todo dialógicas; no obstante, en los casos en que aparece solo el streamer se percibe la misma intención y estilo, puesto que este último interactúa con su audiencia a través de las preguntas y los comentarios que recibe vía chat.
En el canal de Twitch SherezadeMR (https://www.twitch.tv/sherezademr), por ejemplo, hay un espacio denominado Just Sciencing en el que investigadores de diferentes ramas de la ciencia cuentan sus trabajos de investigación, proyectos, etc. El uso de figuras retóricas como la anécdota incorpora el elemento de interés para las audiencias que escuchan sus historias.
El reto: evaluar los efectos
Como se aprecia, el vídeo en línea sobre ciencia cambia según las características de uso de las tecnologías digitales actuales, de manera particular por la verticalidad de las pantallas de los dispositivos móviles y las redes digitales que, por un lado, se han adaptado a los smartphones (la mayor parte de contenido digital circula por ahí) y, por otro, disponen de formatos y funcionalidades como la posibilidad de transmitir en vivo, las stories, los hilos, etc. Esto ha sido evidente no solo en el ámbito de la comunicación científica, sino también en general. La democratización de la producción ha generado que los usuarios consideren sus prácticas de consumo cotidianas para generar contenidos de acuerdo con sus propias preferencias y disponibilidad de recursos. Por eso, los contenidos de realidad virtual, aumentada o mixta, por citar ejemplos, no son la norma.
A pesar de que los formatos verticales están en auge, sobre todo por el desarrollo de las plataformas que impulsan el scroll infinito, es conveniente evaluar el efecto de estos contenidos a largo plazo, si tienen alguna incidencia en la memoria o en el comportamiento que era lo que se lograba con las historias basadas en personajes y tramas. El scroll infinito hace que muchos usuarios no sientan la necesidad de hacer clic en los enlaces para profundizar en los contenidos. De hecho, la misma Aza Raskin, quien diseñó esta función en 2006, admitió que esa función no permite que los usuarios procesen lo que ven (citada en Anderson, 2018).
La lógica que ha marcado la verticalidad de los dispositivos responde, sobre todo, al uso habitual del celular, no a la necesidad de acercar la ciencia de forma que comprometa a las audiencias. Basta con seguir esta revisión para darse cuenta de que en todos los casos se recurre al humor o al entrenamiento para abordar los temas científicos. Si no hay un equilibrio en el uso de esos recursos, la función de esos contenidos termina por ser la de divertir, simplificando en exceso la ciencia y su método, y no la de democratizar o hacer accesible el conocimiento.
Referencias
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