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El 7 de julio de 2005, The New York Times publicaba un artículo de opinión de Christoph Schönborn, cardenal arzobispo de Viena. En este texto titulado «Finding design in nature», el cardenal dice que «cualquier sistema de pensamiento que niegue o ignore la impresionante evidencia de diseño en la biología es ideología, no ciencia», refiriéndose explícitamente a la teoría neodarwinista. El autor toma partido, claramente, a favor del DI. Además, minimiza las declaraciones de Juan Pablo II sobre el carácter científico de la teoría evolutiva ante la Academia Pontificia en 1996. Schönborn es una voz autorizada dentro de la jerarquía católica: teólogo y editor del catecismo universal, coautor con el actual papa de varias obras, su relación de amistad con el pontífice hace difícil creer que esta manifestación pública a favor del DI era la de un francotirador. Una de las respuestas críticas más duras fue la del jesuita y astrónomo George Coyne a la revista Science, cuando aún era el director del Observatorio Vaticano. A lo largo de los meses siguientes, Schönborn se prodigó en entrevistas y textos –incluyendo un ciclo completo de sermones catequéticos en la catedral de San Esteban de Viena– tratando de matizar las ideas lanzadas en el artículo del New York Times. Sin embargo, una consecuencia directa y notable de éste fue un encuentro en Castelgandolfo en septiembre de 2006. El cardenal Ratzinger convoca anualmente un debate con sus ex alumnos. Desde su nombramiento como Benedicto XVI, los encuentros se hacen en Castelgandolfo: en 2005 para hablar del islam, en el 2006 para debatir sobre evolución. Las ponencias y la transcripción de las discusiones se han publicado en un libro (Schöpfung und evolution, Sankt Ulrich Verlag, 2007). Entre los participantes, el cardenal Schönborn y Peter Schuster, actualmente en el Instituto de Química Teórica de Viena y presidente de la Academia de Ciencias de Austria. Schuster presentó un detallado resumen del estado actual de los estudios teóricos y experimentales de evolución molecular. Schönborn, por su parte, se replegó hacia un discurso estrictamente teológico. Durante la discusión final, el Papa dijo que la teoría evolutiva tenía grandes limitaciones, como la imposibilidad de comprobación experimental. Es una pena que el asesoramiento científico del Papa sea tan débil, porque la observación y la evidencia experimental del fenómeno evolutivo son abrumadoras. Tampoco, por lo que parece, la capacidad explicativa de Schuster influyó ni poco ni mucho en las opiniones de Benedicto XVI sobre el estatus científico de la teoría evolutiva. No obstante, el aspecto más positivo de la reunión de Castelgandolfo es que el pontífice no hizo ninguna declaración explícita a favor del DI. Mientras tanto, la principal amenaza –DI de raíz cristiana aparte– es un creacionismo de orientación islámica manufacturado en Turquía. Harun Yahya es el seudónimo de un prolífico autor de adaptaciones de los argumentos del viejo creacionismo cristiano a la tradición coránica. A Yahya no le gusta la versión americana del DI porque en su formulación original no se menciona explícitamente a Dios. El lujoso Atlas de la creación de Yahya inunda Europa: miles de ejemplares han llegado a manos de profesores de enseñanza secundaria e investigadores y profesores universitarios en Francia y Bélgica. Y una docena a la Universidad de Barcelona. Nunca más podremos decir que el creacionismo es un asunto interno e idiosincrásico de EE UU. MÁS INFORMACIÓN Juli Peretó. Departamento de Bioquímica y Biología Molecular fe Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva, Universitat de València. |
Portada del Atlas de la creación. «Benedicto XVI afirmó que era imposible comprobar experimentalmente la teoría evolutiva. Es una pena que su asesoramiento científico sea tan débil» |
